
El heroísmo de los primeros misioneros, la valentía de los mártires japoneses y la perseverancia de una comunidad católica «pequeña pero fiel», así como todos los «hermanos cristianos» que hoy sufren «la persecución e incluso la muerte en nombre de Jesús»; y la invitación a rezar por los que sufren por los «frutos amargos de la guerra, de la violencia, del odio y de la opresión». Son estos los puntos importantes del discurso dirigido por Francisco a los miembros de la “Hidden Christian Research Association” llegados desde Japón, en el encuentro que tuvo lugar el 30 de noviembre en la Sala de los Papas.
Queridos hermanos y hermanas,
me alegra acogeros con ocasión de vuestra peregrinación, tras las huellas de la inscripción de los Lugares Cristianos escondidos de la región de Nagasaki en la Lista del Patrimonio Mundial, que tuvo lugar en 2018. Aprecio mucho vuestros esfuerzos por preservar estos sitios como testimonios valiosos de un grande, pero oculto capítulo de la historia de la Iglesia universal y de la de vuestro noble pueblo. Deseo que el reconocimiento de la importancia de estos sitios, más allá de asegurar su adecuada conservación, sirva también como testimonio viviente de la fidelidad de tantos cristianos japoneses, que han transmitido el precioso tesoro de la fe como herencia, de generación en generación. Y tendré la alegría de crear otro cardenal japonés el próximo 7 de diciembre.
Es apropiado que nuestro encuentro tenga lugar en la vigilia de la celebración de la memoria de san Francisco Javier, el gran misionero que soñó que la predicación del Evangelio habría producido una rica cosecha de almas en vuestra tierra nativa. Como herederos de tal sueño, pueda vuestro trabajo de educación y conservación hacer más conocido y valorado este eminente capítulo de la historia de la evangelización. Pueda la visita a tales lugares históricos servir a los seguidores de Cristo, en el Japón de hoy, de «memoria y fuego vivo del alma de todo apostolado en esta tierra, capaz de renovar y encender siempre el celo evangelizador» (Saludo con ocasión del homenaje a los santos mártires, Nagasaki, 24 noviembre 2019).
Queridos amigos, cuando pensamos en el heroísmo de los primeros misioneros, en la valentía de los mártires japoneses y en la perseverancia de la pequeña pero fiel comunidad católica de vuestro país, ¿cómo no dirigir el pensamiento a los hermanos cristianos que en nuestros días sufren la persecución e incluso la muerte por el nombre de Jesús? Os pido que os unáis a mí en la oración por ellos, y por los que sufren por los frutos amargos de la guerra, de la violencia, del odio y de la opresión. Encomendémonos a la intercesión de la Virgen, Madre de la Iglesia, y recemos con aún más fervor por la venida del Reino de Cristo, Reino de reconciliación universal, de justicia y de paz.
Con afecto os imparto mi bendición y os aseguro mis oraciones. Y por favor, os lo pido, rezad por mí.