· Ciudad del Vaticano ·

MUJERES IGLESIA MUNDO

Otros credos

María y Jesús en el Corán: un relación sagrada más allá de las tradiciones

 Maria e Gesù nel Corano:  un legame sacro oltre la tradizione  DCM-011
07 diciembre 2024

María y Jesús tienen un lugar especial en la antropología coránica. Según la lectura del Corán, la realización del ser humano se da en la realización de la unidad y la unificación tanto en sí mismo como con una visión unitaria del todo. No separarse y no presentarse con orgullo al mundo y, a continuación, tomar conciencia del estado elevado que hace al hombre Califa y guardián de sí mismo, del prójimo y de la creación. Así, las dos figuras centrales del cristianismo encuentran un lugar especial, si no único, en el texto sagrado de los musulmanes. La primera reflexión moderna de un cristiano sobre el papel de María, madre y virgen en el Corán, se remonta a 1845 y fue desarrollada por Antonio Rosmini, filósofo y teólogo y además beato. Sin embargo, ese estudio quedó aislado y solo a partir de mediados del siglo XX el mundo cristiano comenzó a prestar atención a la importancia que el Corán atribuye a María, como recuerda el propio Concilio Vaticano II.

En el texto sagrado de los musulmanes, María es descrita como la flor mística creada y cultivada bajo los dedos de Dios. Ella es la devota, la Virgen, la Pura, la Inmaculada, la Maestra del profeta de su tiempo, guardiana de la belleza interior, ejemplo sublime para los hombres y mujeres de fe de todos los tiempos. En el relato coránico, María da a luz a su hijo sin padre, sola, apoyada en una palmera muerta y seca. En el Corán, el tronco de la palmera representa la madera utilizada para la crucifixión. María, que fue la única mujer que tuvo unos pechos inmaculados para poder acoger (alqaha) y recibir (arsalna) la Palabra de Dios, en el encuentro místico con el Espíritu Santo, ahora tiene que sufrir las calumnias del pueblo y afrontar sola el doloroso parto.

Ya la imagen de una mujer solitaria, abandonada y afligida, apoyada en un tronco seco y abriendo los brazos, transmite la imagen de una forma de crucifixión. De hecho, María en ese momento profiere un grito similar al grito del abandono de Jesús en el momento de la crucifixión recogido en el Evangelio. El Corán describe el acontecimiento de un milagro y una resurrección en este mismo momento, es decir, el árbol muerto y seco vuelve a reverdecer con la fe y la obra de María. “Oh María, trae hacia ti el tronco seco y muerto y verás que reverdece y derrama sobre ti dátiles frescos” (María capítulo versículo 25).

En un milagro recordado por el Corán, María anuncia y testimonia al mundo con su fe el poder de vencer la muerte y también de resucitar la naturaleza en una transformación excepcional: transformar la muerte en vida y transformar el sufrimiento en dulzura concreta aquí con el símbolo del dulce fruto de la tierra, el dátil fresco. Jesús, hijo de María, nacido de una virgen, bendito dondequiera que esté (mubarak), el Verbo de Dios (kalimat Allah), el amor de Dios (Rahmatan minhu) y su propio Espíritu (ruh on minhu) es abandonado por su pueblo y por sus propios discípulos en un destino similar al de su Virgen madre.

En el dolor y la pasión de Cristo, María vuelve a afrontar el dolor supremo. El Corán no relata el grito de abandono de Jesús, sino el de María, y recuerda ese momento con las palabras del mismo Jesús en este versículo: “Que la paz sea conmigo el día que nací, el día de mi muerte y el día de mi resurrección”. El número del verso es el 33 y el nombre del capítulo, “María”.

El vínculo entre María y Jesús va más allá del simple entendimiento. A Jesucristo en el Corán se le llama “Jesús hijo de María” o “ibn Mariam”, es decir, hijo de María. Si Jesús es el Cristo y el Verbo y la Bienaventurado, María es la elegida del Señor sobre todas las mujeres de la creación: “Oh María, Dios te ha elegido, te ha purificado y te ha elegido sobre todas las mujeres del mundo”. María y su hijo, gracias a su ejemplo, son testigos vivos de que nada es inútil o en vano incluso en el estado más duro de sufrimiento o de abandono. La luz y la vida son las últimas palabras existentes.

El gran poeta persa Attar en su libro “Mosibat name”, es decir, “Carta de la Pasión”, que recuerda la victoria del bien sobre el mal y de la vida sobre la muerte con el ejemplo de Jesucristo, escribe: “La aurora, recordándote, ha sonreído devolviendo la vida a todos los seres con un soplo parecido al de Jesús”.

de Shahrzad Houshmand Zadeh