· Ciudad del Vaticano ·

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La puerta en la pintura, desde los iconos al Street art

Caminos de libertad

 Varchi  di libertà  DCM-011
07 diciembre 2024

En Rusia el icono está considerado una puerta porque al meditar con ellos, se abren y revelan una presencia. En el mundo occidental, hablamos de imágenes que, si se miran, pueden abrir puertas dentro de nosotros mismos. No pocas veces se describe el alma humana como una puerta por la que pueden entrar las imágenes.

En el arte contemporáneo es interesante observar que la mujer y la puerta parecen tener una relación misteriosa. El artista danés Vilhelm Hammershøi crea discretos cuadros de pocos muebles, siempre con una mujer colocada en las habitaciones, lejos de cualquier familiaridad vermeeriana. La mujer está constantemente cerca de la puerta, se queda allí, pero nunca la atraviesa. Un truco que le da a la puerta un significado surrealista ya que, simplemente, parece una ilusión construida. Solo de forma lenta la incomodidad comienza a llegar a la conciencia del espectador. El “mirar hacia adelante” parece una caricatura. Las imágenes de Hammershøi fueron creadas bajo la influencia de los escritos del psicoanalista francés Jacques Lacan y de la teórica del cine feminista Laura Mulvey. Las mujeres de Hammershøi leen, limpian, cosen y se las ve de espaldas, sin devolver la mirada al artista ni una sola vez. De esta manera ilustran una de las piedras angulares de la teoría feminista: las mujeres son objetos de la mirada masculina, son construidas por ella. La puerta está cerrada.

En las obras de algunas artistas, la puerta se convierte en cambio en una apertura, en un lugar de búsqueda interior, como en el arte de la franco-estadounidense Louise Bourgeois, la española Remedios, la cubano-estadounidense Ana Mendieta y la colombiana Doris Salcedo, que utilizan puertas para abordar cuestiones políticas y sociales como la violencia, la migración y la memoria. La puerta es un umbral. Dos artistas rompen todos los tabúes y al mismo tiempo logran hablar entre diferentes culturas. La artista iraní-estadounidense Shirin Neshat ha utilizado las puertas como fronteras simbólicas entre géneros y culturas en sus fotografías y vídeos para explorar los conflictos y las conexiones entre Oriente y Occidente. Su trabajo reconoce las complejas fuerzas intelectuales y religiosas que dan forma a las identidades de las mujeres musulmanas. Sus fotografías y vídeos muestran a mujeres cubiertas de caligrafía árabe. El cuerpo de la mujer se convierte en una puerta a la libertad.

También reconocemos este fenómeno en las obras de la artista callejera afgana Shamsia Hassani. La artista está convencida de que el arte es más fuerte que la guerra. Se convierte en una puerta a la paz. La artista crea aberturas imaginadas en las paredes; puertas reales, puertas por las que entrar. Las paredes se abren de forma imaginativa y se convierten así en una superficie de proyección de sueños y deseos. Además, se crea un vínculo que une a todas las culturas. El punto de contacto con artistas europeos surge trayendo la melancolía de un mundo sin voz. Podemos decir que sus obras de arte rompen con el enfoque iconoclasta del arte islámico. Su arte es una puerta que deja entrar una sensibilidad que irrita y desestabiliza el mundo masculino.

Siluetas casi caricaturescas, espíritus flotantes que emergen de los escombros. Tienen contornos claros y angulosos, bajo el burka o el hijab hay personas reales que, sin embargo, ni siquiera tienen el signo de una boca. Las figuras femeninas parecen tradicionales, envueltas en el tradicional chador, pero son parte de otro mundo. Figuras que cruzan la puerta para entrar a un mundo nuevo, desconocido, pero que promete una transformación en el color de la libertad. Shamsia crea imágenes titánicas en su afán por presentarse, ser reconocida y aceptada, hablando de otras ciudades, de libertad y de muros derribados, de calles voladoras. Shamsia afirma: “El arte cambia la mentalidad de las personas y las personas cambian el mundo”.

de Yvonne Dohna Schlobitten