El vínculo entre sinodalidad, misión y ecumenismo fue recordado por el Papa Francisco la mañana del lunes 11 de noviembre, durante la audiencia al Santo Sínodo de la Iglesia siro-malankar Mar Thoma, que tuvo lugar en la Biblioteca privada del Palacio Apostólico vaticano.
¡Vuestra Gracia, queridos Hermanos en Cristo!
Este es ciertamente un día de alegría en la larga historia de nuestras Iglesias, porque es la primera vez que el Santo Sínodo de la venerable Iglesia siro-malankar Mar Thoma visita la Iglesia de Roma para intercambiar el abrazo de paz con el Obispo. Agradecido por vuestra presencia y por vuestras palabras de amistad, os doy a cada uno de vosotros la bienvenida y os pido que transmitáis mis mejores deseos de buena salud a vuestro metropolitano, su beatitud Teodosius Mar Thoma; así como mis saludos van a todos los fieles: «llegue la gracia y la paz, que proceden de Dios, nuestro Padre, y el Señor Jesucristo» (Rm 1,7).
Vuestra Iglesia, heredera tanto de la tradición siria de los cristianos de santo Tomás como de la reformada, se define justamente una “Iglesia puente” entre Oriente y Occidente. Como Vuestra Gracia ha subrayado, la Iglesia Mar Thoma tiene una vocación ecuménica y no es casualidad que se haya comprometido desde el principio en el movimiento ecuménico, estableciendo muchos y varios contactos bilaterales con cristianos de diferentes tradiciones. Los primeros encuentros con la Iglesia de Roma se retomaron en el tiempo del Concilio Vaticano ii al cual Su Gracia Philipose Mar Chrysostom, futuro metropolitano, participó como observador. Es el acercamiento de los pequeños pasos que se hacen.
En estos años la providencia ha permitido que se desarrollaran nuevas relaciones entre nuestras Iglesias. Recuerdo en particular cuando en noviembre de 2022 tuve la alegría de recibirle, querido metropolitano Barnabas. Nuestros contactos han llevado al inicio de un diálogo oficial: el primer encuentro se tuvo el pasado mes de diciembre en Kerala y el próximo tendrá lugar dentro de algunas semanas. Me alegro por el inicio de tal diálogo, que encomiendo al Espíritu Santo y que espero pueda apresurar el día en el que podamos compartir la misma Eucaristía, cumpliendo la profecía del Señor «muchos vendrán de Oriente y de Occidente, y se sentarán a la mesa» (Mt 8,11).
En este camino de diálogo, quisiera destacar dos perspectivas: sinodalidad y misión.
Sobre la sinodalidad, es significativo que hayáis querido realizar esta visita como Santo Sínodo, porque vuestra Iglesia es por tradición esencialmente sinodal. Como quizá sabéis, hace pocos días la Iglesia católica concluyó un Sínodo sobre la sinodalidad, en el cual participaron también delegados fraternos de otras tradiciones cristianas que han enriquecido nuestras reflexiones. Una de las convicciones expresadas es que la sinodalidad es inseparable del ecumenismo, porque ambas se basan en el único Bautismo que hemos recibido, sobre el sensus fidei en el que todos los cristianos participan en virtud del mismo Bautismo. El documento final de tal Asamblea afirma que debemos no solo «prestar más atención a las prácticas sinodales de un estos compañeros ecuménicos, tanto en Oriente como en Occidente», sino también «imaginar prácticas sinodales ecuménicas, hasta formas de consulta y discernimiento sobre cuestiones de interés compartido y urgente» (n. 138). Vuestra Iglesia, estoy seguro, puede ayudarnos en este camino de sinodalidad ecuménica. Y me viene a la mente lo que el gran Zizioulas decía sobre la unidad de los cristianos. Ese hombre era grande, un hombre de Dios. Decía: “Yo sé bien la fecha del encuentro total, de la unión total entre las Iglesias. ¿Cuál es la fecha? El día después del juicio final”. Así decía Zizioulas. Pero al mismo tiempo debemos caminar juntos, rezar juntos y trabajar juntos. All together. All together.
Otra perspectiva es la de la misión. De hecho, sinodalidad y ecumenismo son inseparables también porque ambos tienen como objetivo un mejor testimonio de los cristianos. Sin embargo, la misión no es solamente el final del camino ecuménico, ni tampoco es el medio. Estoy convencido de que trabajar juntos para testimoniar a Cristo Resucitado sea la mejor manera para acercarse. Por esto, como ha propuesto nuestro reciente Sínodo, deseo que un día se pueda celebrar un Sínodo ecuménico sobre la evangelización (cfr ibid.), todos juntos. Y este Sínodo será para garantizar, para rezar, para reflexionar y comprometerse juntos para un mejor testimonio cristiano «para que el mundo crea» (Jn 17,21). También en este caso, estoy seguro de que la Iglesia Mar Thoma, que lleva en sí esta dimensión misionera, pueda ofrecer mucho. Pero todos juntos, all together.
Queridos hermanos en Cristo, una vez más os doy las gracias por vuestra visita. Me encomiendo a vuestras oraciones y os aseguro las mías. Y si queréis, podemos concluir recitando el Padre Nuestro.