“Redescubrir en las familias y en los hogares la belleza del Rosario”, oración que es “de ayuda en la construcción de la paz”: es la exhortación del Papa Francisco contenida en el mensaje enviado el domingo 10 de noviembre, al arzobispo Tommaso Caputo, prelado de Pompeya, con motivo de la apertura del Año jubilar convocado en el 150º aniversario de la llegada del cuadro de la Virgen María a la ciudad de Campania fundada por el beato Bartolo Longo. El aniversario se celebrará con varias iniciativas pastorales y el Pontífice quiso unirse espiritualmente a los fieles con sus palabras, que fueron leídas por el canciller de la prelatura pompeyana, durante la misa dominical de la mañana presidida por monseñor Caputo en el santuario. Publicamos, a continuación, el texto.
Estimado hermano
Monseñor Tommaso Caputo
Arzobispo Prelado de Pompeya
Delegado Pontificio para el Santuario de la B. María V. del S. Rosario
He sabido con placer que la comunidad eclesial que está en Pompeya se prepara para celebrar con oportunas iniciativas pastorales un Año Jubilar, para conmemorar el 150º aniversario de la llegada del venerado cuadro de la Virgen del Rosario. Me complace unirme espiritualmente a cuantos celebren el significativo aniversario y se detengan en oración y recogimiento en el templo mariano pompeyano, para encontrar consuelo y esperanza en el rostro dulcísimo de la Madre celestial.
Cuando esa pintura llegó, el 13 de noviembre de 1875, solo hacía unos años que el abogado Bartolo Longo, fundador del Santuario, había recuperado la fe, perdida durante los años de sus estudios universitarios. Una voz escuchada en lo profundo del alma fue como un relámpago en la noche, sustrayéndolo a una áspera lucha, y haciendo resonar con nueva fuerza en su corazón un dicho ligado a la tradición devota del Rosario: «Si buscas salvación, propaga el Rosario». Aquel lema, bien conocido por él, asumía ahora en su alma, como sucede a menudo en las experiencias místicas, el sentido de una promesa y, de alguna manera, de un mandato. A partir de ese momento, de hecho, se convirtió en un apóstol del Rosario y, con innumerables iniciativas y escritos, y sobre todo con sus «Quince Sábados», fue uno de los más grandes intérpretes de esta devoción mariana, de la que una larga serie de intervenciones de mis venerados predecesores, especialmente a partir de León XIII, ha profundizado su significado, hasta la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae de San Juan Pablo II, que la relanzó en los albores del tercer milenio, indicando un Año del Rosario.
Es providencial que el jubileo del cuadro de la Virgen de Pompeya coincida con el inminente Año Jubilar, centrado en Jesús nuestra esperanza, y con el XVII centenario del Concilio de Nicea (325), que dio especial relieve al misterio divino-humano de Cristo, a la luz de la Trinidad. Es bello redescubrir el Rosario, en esta perspectiva, para asimilar los misterios de la vida del Salvador, contemplándolos con la mirada de María. El Rosario, instrumento sencillo y al alcance de todos, puede sostener la renovada evangelización a la que hoy está llamada la Iglesia.
Somos conscientes de lo necesario que es redescubrir la belleza del Rosario en las familias y en los hogares. Esta oración es de ayuda en la construcción de la paz y es importante proponerla a los jóvenes para que la sientan no repetitiva y monótona, sino un acto de amor que nunca se cansa de derramarse. El Rosario es, además, fuente de consuelo para los enfermos y los que sufren, «cadena dulce que nos une a Dios», pero también cadena de amor que se hace abrazo para los últimos y los marginados, como fueron, a los ojos de Bartolo Longo, sobre todo los huérfanos y los hijos de los presos. Por lo tanto, animo a continuar con renovado compromiso, a través de las múltiples iniciativas del Santuario, la gran historia de caridad iniciada por Él: esta es la herencia espiritual más bella que ha dejado el Beato Fundador.
Que también hoy, a la humanidad necesitada de reencontrar el camino de la concordia y de la fraternidad, hable de nuevo el Señor mediante el mensaje de la Virgen de Pompeya. Espero que sus numerosos devotos esparcidos por todo el mundo se adhieran cada vez más fielmente al Señor, testimoniando cercanía a los hermanos, especialmente a los más necesitados.
Con estos votos, al recordar con gratitud las manifestaciones de fe vividas en este oasis mariano el 21 de marzo de 2015 con motivo de mi peregrinación, invoco toda gracia para la tierra de Campania, especialmente para aquellos que experimentan situaciones de incomodidad, mientras de corazón le envío mi bendición a usted, querido hermano, y a todos los que participarán en las manifestaciones evocadoras.
Fraternalmente
FRANCISCO
Roma, San Giovanni in Laterano, 7 de octubre de 2024
Memoria de la Bienaventurada Virgen María del Rosario