· Ciudad del Vaticano ·

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La violación de la hija de Jacob y las respuestas que impone hoy

Dina, gritos en el silencio

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31 octubre 2024

La Biblia no es tanto un libro de respuestas como un libro que nos ayuda a hacer las preguntas correctas. En raras ocasiones hace preguntas directamente al lector. Depende de nosotros dar las respuestas. Una historia que plantea múltiples preguntas a las que nos corresponde responder es la de Dina en Génesis 34.

El relato comienza con Dina, la hija de Jacob y Lía, que va a encontrarse con otras chicas del país a las que nunca llegará a ver. “Cuando la vio Siquén, hijo de Jamor el heveo, jefe del país, la agarró, se acostó con ella y la violó”. Y a partir de aquí empiezan las preguntas.

¿Queremos que Siquem vaya a prisión? Y si es así, ¿por cuánto tiempo? ¿Queremos que lo castren o lo ajusticien? Situando el pasaje en un contexto moderno: ¿Queremos castigar a las personas que se rieron con él cuando compartió fotos de Dina o las publicó en Internet?

La Biblia también pregunta qué podría pensar Dina. Porque ella reza: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.

Sabemos que con su ánima (en hebreo nefesh, su fuerza vital), Siquem “legó a sentir tal afecto por Dina, hija de Jacob, que se enamoró de la muchacha y trató de conquistar su corazón”. Le dice a su padre que se la consiguiera como esposa. Cuando Jacob se entera de que su hija ha sido “deshonrada” (según su punto de vista), espera hasta poder consultar con sus hijos. Si atacaba, pondría en peligro a su familia. Si no actuaba, resultaría débil e incapaz de proteger a su hija. El padre de Siquem entonces propone a Jacob que sus hijos se casen. “Emparentad con nosotros: dadnos vuestras hijas y tomaos las nuestras. Así podréis vivir con nosotros. La tierra está a vuestra disposición: estableceos en ella, comerciad y adquirid posesiones”, sugiere.

Me imagino a Jacob pensando: “Que Dina se case con Siquem, así todos disfrutaremos de seguridad económica y política”. Todos estarían felices, excepto quizás Dina, en silencio. Quizás Jacob pensó: “Es mejor sacrificar una hija que destruir a toda la familia”.

¿Actúa Jacob como debería hacerlo un padre? ¿El guía de una comunidad actúa como debería? ¿Y dónde está Lía, la madre de Dina? ¿Qué pensaron las otras mujeres, las israelitas e incluso las siquemitas? ¿Y los hermanos de Dina, no están furiosos por lo sucedido?

La propuesta está bien estudiada. “Solo aceptamos con esta condición: que seáis como nosotros, circuncidando a todos vuestros varones”, dijeron los siquemitas. La circuncisión es una señal de la alianza entre Dios y el pueblo de Israel. Los hermanos degradan este signo. “Has violado a nuestra hermana - piensan - y nosotros te infligiremos un dolor similar”.

Los hombres de Siquem aceptan porque su rey ha dicho que así poseerán todo el ganado y las riquezas de Jacob. Los hombres siquemitas aceptan ser circuncidados. Los hermanos de Dina esperan. Un día, dos días y al tercer día, cuando los hombres “estaban sufriendo”, Simón y Leví, hijos de Jacob, matan a los hombres y recuperan a su hermana. La violación genera una matanza. Y Dina, cuyo nombre significa “juicio”, sigue guardando silencio. La violencia continúa. Los otros hermanos de Dina “saquearon la ciudad porque habían deshonrado a su hermana”.

Se llevaron sus rebaños y “todos sus hijos y sus mujeres”. ¿Qué será de esos niños y de esas mujeres? La destrucción, el asesinato, la esclavitud y la violación no resuelven el crimen original; más bien solo aumentan la violencia. Jacob dice a sus hijos: “Me habéis metido en un apuro, haciéndome odioso a los habitantes del país, los cananeos y los perizitas. Yo tengo poca gente; si se reúnen contra mí y me atacan, me destruirán a mí y a mi familia”.

En el último versículo de Génesis 34 los hermanos responden: “¿Y debería nuestra hermana haber sido tratada como una prostituta?”. Ninguna palabra de Dios que ni siquiera se menciona en el capítulo. Y ninguna palabra sobre Dina.

Las historias de violaciones y venganzas son recurrentes. En el Segundo Libro de Samuel (capítulo 13), Tamar, la hija de David, es violada por su hermano, el príncipe heredero Amnón. David se niega a actuar, pero Absalón, el hermano de Tamar, no solo mata a Amnón sino que también inicia una guerra civil contra su propio padre. La Biblia nos recuerda que la violación ocurre y ocurre incluso en las mejores familias. Nos recuerda que las violaciones no solo las cometen forasteros, como Siquem, sino también miembros de la familia como Amnón, el hijo de David. Lo más importante es que la Biblia muestra que la violencia en respuesta a la violación conduce a más violencia y muerte.

¿Qué hemos aprendido? He aquí cinco reflexiones.

1) No se nos dice lo que piensa Dina, así que tenemos que darle voz. ¿Se alegró por la muerte de Siquem? ¿Por el asesinato de sus amigos? ¿Por el destino de las mujeres y los niños? ¿Rechazaba la violencia? ¿Quería casarse con Siquem? ¿Quería darle una segunda oportunidad? ¿Debía haber una tercera y cuarta oportunidad cuando él seguía usando la violencia y, una vez que su ira disminuía, le ofrece palabras de consuelo?

2) Algunos estudiosos antiguos han sugerido que Dina es la culpable de la violación porque si no hubiera salido a encontrarse con otras jóvenes, nada de esto habría sucedido. La Biblia no culpa a la víctima y nosotros tampoco deberíamos

3) Siquem, el violador, también está hecho a imagen de Dios. Antes de la pandemia, daba clases en la Institución de Máxima Seguridad Riverbend en Nashville. Entre mis alumnos había hombres condenados por asesinato y violación, robo a mano armada con agravante y abuso infantil. Leyendo el Génesis en Riverbend, el asesinato de Abel por parte de Caín y la violencia de Siquem contra Dina – mis estudiantes encarcelados me decían que ellos eran más que sus crímenes. También eran hombres con familia, con esperanzas, con sentimientos de culpa y con amor. Jesús habló de visitar a los presos, porque ellos también son parte de nuestra comunidad. “¿Te gustaría ser conocida solo por lo peor que hiciste en tu vida?”, me preguntaba uno de mis alumnos. “Ya no soy el hombre que era hace cuarenta años cuando me declararon culpable de violación”, decía otro.

4) El Génesis nos dice que la violación no solo daña a la víctima. También daña a la familia y a la comunidad de la víctima y al mismo violador, a su familia y a su comunidad. Los hombres de Siquem son asesinados y las mujeres y los niños raptados. Y la familia de Jacob también sufre al verse obligada a mudarse. Raquel muere al dar a luz durante ese viaje. El trauma continúa a través de generaciones, hasta Tamar y Amnón y más allá.

5) La historia nos interroga sobre Dios. En Génesis 34 no se menciona a Dios. Pero la división de los capítulos -que se hará siglos después- puede resultar engañosa. Dios es invocado en el último verso del capítulo 33 y en el primer verso del capítulo 35. Por tanto, el silencio no significa ausencia.

La Biblia nos dice que la violencia engendra más violencia. Reconoce el dolor de las víctimas y su necesidad de justicia. Nos obliga a ver lo que preferiríamos ignorar y exige que nosotros, como comunidad, decidamos cuál es la mejor manera de seguir adelante.

De Amy-Jill Levine