
En medio del incremento de la guerra en Oriente Medio y en otras regiones del mundo, el Papa Francisco convocó el pasado lunes 7 de octubre a una jornada de oración y ayuno por la paz. Desde Buenos Aires, su ciudad natal, un grupo de religiosos y laicos se autoconvocó para unirse al llamado del Pontífice. La cita tuvo lugar en la emblemática Plaza de Mayo, frente a un olivo de la paz plantado por el propio Francisco hace 24 años, cuando todavía era el arzobispo de Buenos Aires. La diversidad de credos se hizo presente en este encuentro. Participaron el rabino Damián Karo, el laico musulmán Alejandro Salomón, la ex secretaria de Estado Fernanda Miño, el obispo Gustavo Carrara y el presbítero evangelista Marcelo Figueroa, entre otros. Cada uno aportó, desde su fe y perspectiva, un mensaje de paz, llamando a la unidad y al diálogo en un mundo cada vez más dividido.
El poder de la oración en acción
Marcelo Figueroa resaltó que “la oración tiene poder” y no es un acto estático, sino una acción que promueve la fraternidad. Citando el Sermón de la Montaña, recordó que “bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios”, llamando a todos los presentes a ser constructores de paz en su vida diaria. El laico musulmán Alejandro Salomón, hablando primero en árabe y luego en español, agradeció al Papa por su papel en el diálogo interreligioso, destacando cómo los musulmanes de Argentina han encontrado en el Pontífice un defensor ante la persecución global. Salomón hizo un llamamiento a regresar a los valores de los profetas de las tres religiones abrahámicas, afirmando que “el genocidio de los jóvenes en los barrios es el resultado de una pobreza espiritual que ha desplazado al ser humano en favor del dios dinero”.
Una llamada a seguir trabajando por la paz
El evento concluyó con las palabras del obispo Gustavo Carrara, quien distribuyó copias de la oración de San Francisco de Asís y pidió a los presentes ser “instrumentos de paz”. Carrara recordó que la paz no es solo una aspiración, sino un compromiso diario que debe ser cultivado tanto en el ámbito personal como en el institucional. Al final del encuentro, los participantes prometieron que esta no sería la última acción en favor de la paz. La jornada dejó claro que la unidad entre diferentes credos y sectores es fundamental para enfrentar los desafíos actuales, y que seguirán clamando por la paz tanto en los espacios públicos como en el ámbito institucional.