«Vosotros, en el ejemplo de san Miguel arcángel, sois como los ángeles, que custodian y están al servicio»: lo subrayó el Papa Francisco celebrando el sábado por la tarde, 5 de octubre, la misa para el Cuerpo de la Gendarmeria vaticana con ocasión de la fiesta patronal. La celebración, debido al mal tiempo, tuvo lugar en el altar de la Cátedra de la basílica de San Pedro y no en el habitual marco de los Jardines vaticanos en la Gruta de Lourdes. Publicamos la homilía del Pontífice después de la proclamación del Evangelio.
La lucha es una realidad cotidiana en la vida cristiana: en nuestro corazón, en nuestra vida, en nuestra familia, en nuestro pueblo, en nuestra Iglesia. Si no se lucha, seremos derrotados.
El Señor ha confiado este oficio principalmente a los ángeles: luchas y vencer. El diablo trata siempre de destruir al hombre, presenta las cosas como si fueran buenas, pero su intención es destruir.
Por suerte, tenemos la certeza de no estar solos en esta lucha, porque el Señor ha confiado a los arcángeles la tarea de defender al hombre. Y los ángeles nos defienden.
Todos tenemos cerca a un ángel que no nos deja nunca y nos ayuda a no equivocarnos de camino. Es precisamente el rol de los ángeles.
Y también vosotros, en el ejemplo de san Miguel arcángel, sois como los ángeles, que custodian y están al servicio.
Vuestro trabajo, es valioso trabajo, pero sobre todo un inestimable servicio a la Iglesia, por el cual deseo daros las gracias: gracias, muchas gracias.
Cada día acogéis en el Vaticano y en las zonas extraterritoriales numerosas personas y peregrinos; muy a menudo sois el primero y también el único rostro que encuentran.
Por esto, pido a Dios que os done siempre la gracia de ser reflejo de la ternura de Dios.
A la luz de la Palabra de este domingo, quiero también dirigirme a vuestras familias. Gracias por vuestra paciencia.
El trabajo de los gendarmes y de los bomberos no es posible sin la paciencia y la comprensión de las respectivas familias, a las cuales quiero pedir perdón por todas las horas en las que vuestros maridos, padres, hijos o hermanos no están presentes en casa porque están de servicio.
De verdad, perdón. Sé que no es fácil y por eso encomiendo a vuestras familias y a todos vuestros seres queridos a la protección de la Virgen, Reina de las familias, y a san Miguel Arcángel, para que el hombre no divida lo que Dios ha unido.
Y sobre esto hemos visto que las lecturas de hoy son lecturas de unidad: la primera lectura del Génesis, cuando Dios crea al hombre y a la mujer, es en unidad; y el Evangelio nos llama a la unidad, no a la división.
Por favor, recordad que la unidad es superior al conflicto, siempre. La unidad es superior al conflicto.
Gracias por vuestro servicio, porque buscáis la unidad.
Y que Dios, el Señor, os dé sabiduría y paciencia.
Y también, por favor, no perdáis el sentido del humor.
Gracias.