Después del encuentro en la basílica de Koekelberg, el Papa Francisco fue a la cripta real, debajo de la iglesia de Nuestra Señora de Laeken, donde están enterrados muchos miembros de la Casa real de Bélgica. Informó de ello la oficina de prensa de la Santa Sede. Acogido por el rey Felipe y la reina Matilde, el Pontífice se detuvo ante la tumba del rey Balduino en silenciosa oración. Sucesivamente, delante del rey y los presentes, ha elogiado la valentía de Balduino, cuando eligió «dejar su puesto de rey para no firmar una ley homicida».
Finalmente, el Papa exhortó a los belgas a mirarle a él en este momento en el que se abren paso leyes criminales, deseando que avance su causa de beatificación.