Un llamamiento a la paz y un pensamiento para el santuario francés de Lourdes afectado por una inundación fueron dirigidos por el Papa a la Virgen el domingo en el que tuvo lugar la fiesta litúrgica de la Natividad de María. Sus palabras tuvieron eco al final de la misa en el estadio de Port Moresby, introduciendo el rezo del Ángelus tras el agradecimiento que le dirigió el cardenal Ribat.
Queridos hermanos y hermanas:
Antes de concluir esta celebración, nos dirigimos a la Virgen María con la oración del Ángelus. A ella le encomiendo el camino de la Iglesia en Papúa Nueva Guinea y en las Islas Salomón. Que María, Auxilio de los cristianos —María Helpim— los acompañe y los proteja siempre; que fortalezca la unión de las familias; que haga hermosos y valientes los sueños de los jóvenes; que sostenga y consuele a los ancianos; que conforte a los enfermos y a los que sufren.
Y desde esta tierra tan bendecida por el Creador, quisiera invocar junto a ustedes, por intercesión de María Santísima, el don de la paz para todos los pueblos. En particular, lo pido para esta gran región del mundo entre Asia, Oceanía y el Océano Pacífico. Paz, paz para las naciones y también para la creación. No al armamentismo ni a la explotación de la casa común. Sí al encuentro entre los pueblos y las culturas; sí a la armonía del hombre con las criaturas.
María Helpim, Reina de la paz, ayúdanos a convertirnos a los designios de Dios, que son designios de paz y de justicia para la gran familia humana.
En este domingo, que es la fiesta litúrgica de la Natividad de María, nuestro pensamiento va al santuario de Lourdes, que por desgracia ha sido afectado por una inundación.