· Ciudad del Vaticano ·

MUJERES IGLESIA MUNDO

Lo he encontrado, aunque con una objeción

28 septiembre 2024

Los sacerdotes que me gustarían para la Iglesia son los que, hasta ahora, he conocido. Hombres que contemplan el Misterio como realidad, a pesar de que, como sí les sucede a las mujeres, no pueden llevarlo en el vientre. Hombres apasionados por la vida humana y espiritual, dispuestos a profundizar en lo más profundo del alma propia y ajena. Hombres deseosos de conocer a otros y capaces de tender vínculos afectivos. Hombres educados para tener empatía en las alegrías y tristezas de las personas que encuentran y que asumen los problemas de la historia que viven.

¡Porque uno se hace sacerdote caminando junto a los demás! Personas que supieron mirarme a los ojos, escucharme y que compartieron el pan de la Palabra y el pan de cada día, el deseo de Dios y el cuidado de los demás. Buscadores del silencio, personas para quienes la oración es el alma del día y la escucha orante de la Escritura es el alma de la vida... Hablando de obispos, los he conocido capaces de entablar una verdadera amistad que sostiene en la Fe e impulsa en la Esperanza. He evitado a los burócratas, aquellos que se cierran en sus roles, intimidados por los acontecimientos de la vida (por lo tanto, misóginos), críticos y violentos. Sin embargo, he de señalar algo en todos ellos que genera escándalo e incomprensión: la pertenencia a la institución que siempre es excluyente para las mujeres.

De Mariachiara Piccinini
Monja, confundadora y responsable de la Piccola Fraternità di Nazareth - Bolonia