Violencia, el grito

Puedes nacer en Madagascar o Kenia. En Nigeria o Sudáfrica. En Burundi o Etiopía. Si eres mujer, tus problemas serán similares a los de tus hermanas africanas: tendrás dificultades para recibir formación, correrás el riesgo de sufrir violencia ya incluso en el seno de la familia y después en la escuela o en el trabajo, tendrás que luchar para conseguir tu parte de la herencia...
“En África persiste en la mayoría de los países una cultura patriarcal y machista. Como resultado, casi todas las estructuras sociales tienden a discriminar y violar los derechos humanos de las mujeres y las niñas. Es visible en todas partes, en el hogar, en la escuela e incluso en el trabajo y, por eso, lamentablemente las mujeres suelen resignarse. Estos problemas comienzan en la infancia y afectan a todas las edades y a todos los niveles, tanto a la mujer que permanece en su pueblo como a la mujer profesional”. Son las conclusiones a las que ha llegado la encuesta promovida por la Unión Mundial de Organizaciones de Femeninas Católicas (UMOFC) a través de su Observatorio. Creado en junio de 2021 con el lema “Escuchar para transformar vidas”, el Observatorio Mundial de las Mujeres presidido por Mónica Santamarina nació con el objetivo de dar visibilidad a las “invisibles”. Entre sus objetivos se encuentra el de inspirar estrategias pastorales de parte de la Iglesia y sinergias con las ONG de la sociedad civil, promover políticas públicas por parte de los Estados, hacer aportaciones a la agenda internacional y obtener respuestas de todas las personas de buena voluntad que puedan promover el desarrollo humano integral de las mujeres y el de sus familias, comunidades y pueblos.
Entre las diversas iniciativas puestas en marcha en los últimos años se encuentra el proyecto titulado, “Violencia y discriminación contra las mujeres africanas”. Se parte del conocimiento de la realidad y de la escucha de las mujeres a través de dos canales: encuentros con expertas y una encuesta titulada “Un grito desde el corazón de las mujeres”. Durante cinco meses fueron entrevistadas 10.790 mujeres africanas de 37 países distintos. Entre ellas, 110 expertas (59 laicas y 51 religiosas), que trabajan en contacto con sus comunidades y que pusieron en común sus estudios sobre la violencia y la discriminación contra las mujeres en sus países. Las 10.680 mujeres que participaron en la encuesta pertenecen a distas clases sociales, niveles educativos, etnias y religiones. De sus historias se desprende claramente que la violencia adopta muchas formas: psicológica, verbal, física, sexual, económica y, cada vez más, online. La discriminación también se manifiesta en la formación, en la elección del matrimonio, en el embarazo, en la viudedad, en el trabajo y en el potencial de crecimiento profesional. La pobreza y la falta del mínimo necesario para llevar una vida humana digna agravan estos problemas.
Los resultados de la encuesta muestran que el 54% de las mujeres dice sufrir violencia de género en el ámbito familiar, el 39% de las mujeres no la sufre, y el 7% prefiere no responder a esta pregunta. Entre los problemas comunes en muchos países del continente africano, los principales son los matrimonios forzados y precoces, la soledad y el abandono, la violencia económica, la trata de seres humanos, la violencia doméstica y la falta de acceso a una educación y formación profesional de calidad. Los resultados también muestran que las mujeres africanas que participaron en la encuesta con un nivel educativo bajo experimentan un mayor nivel de violencia en términos generales, es decir, independientemente del tipo de violencia. Al mismo tiempo, en términos porcentuales, las mujeres musulmanas son las principales víctimas de la violencia, más que las cristianas.
Los testimonios recogidos ejemplifican la magnitud de los problemas. “La mujer es propiedad del hombre. La esposa debe ser sumisa”, esta es la máxima keniana que arroja una luz terrible sobre el tema de los matrimonios, no pocas veces precoces y forzados, que provocan embarazos prematuros y el abandono de los estudios de las madres. Se trata de un problema que preocupa al 17% de las 10.680 mujeres entrevistadas. “Muchas jóvenes se quedan embarazadas, sufren mucho y no tienen derecho a hablar ni a reaccionar” (Tanzania). Asimismo, “los matrimonios forzados y los ritos tradicionales obligan a las mujeres a tener relaciones sexuales con sus maridos, incluso cuando su salud se ve comprometida” (Benín). En Ghana, “el matrimonio infantil es cada vez más común y las jóvenes son obligadas a casarse incluso con hombres que tienen edad suficiente para ser sus abuelos”.
Los expertas zambianas afirmaron que “en las zonas rurales la mayoría de las niñas no recibe ninguna formación escolar porque a los 15 años están expuestas a la vida matrimonial; es cuando más sufren y se sienten menos valoradas”. Debido a la pobreza, “algunos padres entregan a sus hijas en matrimonio precoz pensando que así salvarán el patrimonio familiar”, como es el caso en la República Centroafricana. “Dar a la hija en matrimonio para saldar una deuda” se considera una práctica normal, por ejemplo, en Guinea Bissau.
Las entrevistadas identificaron muchas veces a las instituciones públicas como lugares de violencia, “sobre todo, por omisión y falta de servicios, con la consiguiente impunidad que no genera confianza en la denuncia”, denuncian las expertas de Guinea Bissau. En Zimbabue, “la corrupción obstaculiza el acceso de las mujeres a la justicia y los casos de abuso se esconden bajo las alfombras, dejando a las mujeres con pocas esperanzas de denunciar”. “La violación y el abuso contra las estudiantes siguen siendo constantes y graves en el sistema educativo senegalés”.
Las mujeres son consideradas ciudadanas de segunda clase. En Camerún, “las mujeres no participan en las decisiones familiares ni tienen derecho a heredar”. Un aspecto de la soledad y el abandono que experimentan muchas mujeres es la cuestión de la herencia. El 10% de las entrevistadas afirmó haber pasado por distintos ritos de viudedad como señal de violencia cultural.
En Zambia, “cuando el hombre muere, todas las propiedades pasan a sus familiares y la mujer debe regresar a su aldea con sus hijos”. En la República Democrática del Congo, “las mujeres no pueden heredar ni siquiera cuando muere su marido”. En Madagascar, “las mujeres no tienen derecho a la herencia”. En Kenia, “las mujeres no poseen nada en casa, todo está registrado a nombre del hombre. En caso de separación o divorcio, las mujeres comienzan a vivir como si nunca hubieran tenido nunca nada y se encuentran nuevamente frente a una familia que tiende a enviarlas de regreso con su marido pensando que es su culpa”.
Los expertos de Lesoto afirman que “los problemas que afrentan las mujeres jóvenes debido a las altas tasas de desempleo juvenil son los que las han llevado a practicar el sexo comercial como medio de supervivencia con graves consecuencias, como embarazos no deseados, rechazo por parte de los padres, las familias y sociedad en general, lo que deriva en abortos clandestinos o abandono de niños, altas tasas de abandono escolar entre las adolescentes y altas tasas de enfermedades de transmisión sexual, incluida la infección por VIH”. Incluso en otros países, como Zambia, “las niñas caen en la trampa, abandonan su hogar para buscar consuelo en otra parte y, a cambio, no saben que están siendo objeto de trata”.
Son datos que nos actuar. El objetivo del proyecto es dar visibilidad al problema para combatir la violencia de género a través del trabajo en red de congregaciones y organizaciones de la sociedad. Además, a través de webinars y talleres, se pretende formar a las mujeres como corresponsables en la prevención y atención a las víctimas y en la sensibilización sobre la violencia de género y la discriminación. La idea es promover vínculos sostenibles entre instituciones laicas y congregaciones religiosas, actualizar constantemente las campañas sociales, la promoción de proyectos y las diversas acciones de incidencia necesarias para prevenir la violencia y la discriminación contra las mujeres.
Durante la campaña, las mujeres africanas entrevistadas propusieron varias ideas como la importancia de la prevención y la sensibilización continua; la fuerza del trabajo en red; la necesidad de cambiar algunas leyes; el valor del empoderamiento de las mujeres para su mayor autonomía; la clave para un mayor acceso a la educación y el alcance de las políticas públicas para que beneficien a las mujeres. El 33% de las 10.680 mujeres entrevistadas afirmó que la educación y formación profesional es el cambio más importante que desean para el pleno desarrollo de las mujeres en su país.
de Vittoria Prisciandaro
Periodista «Credere» e «Jesus», Periódicos San Pablo
Cómo acercarse a las víctimas
“Un gran problema en la lucha contra la violencia y la discriminación contra las mujeres es el silencio de las víctimas”. Esta suele ser una de las afirmaciones más frecuentes de las expertas. A través del Observatorio Mundial de las Mujeres (WWO) de la Unión Mundial de Organizaciones de Mujeres Católicas (UMOFC) nos comprometemos a “Escuchar para transformar vidas”.
El primer paso fue obtener las respuestas de la encuesta “El grito de las mujeres africanas”, a través de la que hemos recopilado la voz de 10.790 mujeres de 37 países africanos. ¿Cómo logramos que las mujeres, acostumbradas al silencio ante la injusticia, hablaran de temas tan íntimos como la violencia de género o prácticas como la mutilación genital femenina?
En la UMOFC contamos con miles de mujeres pertenecientes a organizaciones de mujeres católicas de 50 países que, desde su parroquia o comunidad, acompañan la vida de sus semejantes con confianza mutua y amistad. El desafío era, por tanto, formar a las mujeres africanas de la red UMOFC como corresponsales sociales, capaces de escuchar las experiencias de otras mujeres y transformarlas en resultados cuantitativos y cualitativos que pudieran ser analizados en el marco de la investigación. Este trabajo se adentra en las experiencias de las mujeres en relación con distintos tipos de violencia, la forma en que afecta el desarrollo de sus vidas y cómo la resiliencia y la solidaridad hacen posible miles de historias de transformación personal y comunitaria.
En mayo de 2022, 40 mujeres líderes de organizaciones católicas de 16 países africanos participaron en un taller en Nairobi para formarse como corresponsales sociales. Reflexionaron sobre “el arte de la escucha”, inspiradas en el diálogo de Jesús con la mujer samaritana y con los discípulos en el camino de Emaús. Una metodología sencilla pero eficaz: acercarse a las personas con empatía y ofrecerles la seguridad de que todo lo que hablasen sería confidencial. A partir de ahí pudimos crear una gran red capaz de llegar hasta el pueblo más pequeño. Algunas mujeres formaron a otras como corresponsales sociales y juntas logramos entrevistar a más de 10.000 mujeres. De esta manera pudimos alcanzar el objetivo que esperábamos. Ahora seguimos caminando juntas, fortaleciendo una poderosa red de congregaciones religiosas y organizaciones de mujeres católicas laicas que trabajan juntas en la esperanza.
de Adela González
World Women's Observatory UMOFC