Desde la Mesa Ecuménica Argentina, y por propuesta del Premio Nobel de la Paz; Adolfo Pérez Esquivel, en el marco del llamamiento “La Peor Violencia es el Hambre” se ha extendido una invitación a distintas comunidad de fe para orar y reflexionar sobre esta problemática. Los organizadores, proponen realizar todos los primeros domingos de cada mes un espacio de reflexión orante para las comunidades que sientan el llamado solidario a orar por el pan en cada mesa. Para ello, han enviado una guía litúrgica para que en cada celebración se pueda hacer énfasis especial en el tema del pan, como elemento básico de la campaña.
Como antecedente inmediato de esa invitación de oración ecuménica se vienen realizando diversos encuentros y actos bajo la campaña del mismo nombre: “La peor violencia es el hambre”. Organizaciones sociales, sindicales, políticas, académicas, científicas, estudiantiles, indígenas, de DDHH, referentes del movimiento campesino, empresarios y representantes de todas las religiones acompañaron la convocatoria de Adolfo Pérez Esquivel, fundador del Servicio Paz y Justicia y Premio Nobel de la Paz, a un llamamiento nacional para denunciar el hambre que afecta a los sectores más vulnerados.
La liturgia preparada para los espacios de oración, reflexión y búsqueda de interpretar los signos de los tiempos, a la vez de construir solidaridad y fraternidad comienza con la siguiente invocación: “Dios de la Vida, que en tu presencia humana en medio de tu pueblo fuiste pan y fuiste agua, nos diste luz y nos regalaste abrazos, abriste caminos y sembraste esperanzas, hacete cercano otra vez en medio de este tiempo duro, en el que el alimento y la empatía escasean y en el que sobran las ambiciones y los odios que marginan y hambrean. Danos la seguridad de tu compañía en medio de nuestras luchas por justicia, por mayores derechos y por dignidad, sobre todo para quienes más sufren las consecuencias de propuestas políticas y sistemas económicos que no miran las necesidades de tu pueblo. Quedate a nuestro lado en este tiempo de oración en que deseamos afirmar, una vez más, que el pan no es solo de algunos privilegiados, sino que es NUESTRO, como nos enseñó tu hijo y nuestro hermano Jesús. En su nombre oramos. Amén”.
En el encuentro realizado en Plaza de Mayo el pasado 9 de julio, Perez Esquivel enfatizó que “no es posible que en nuestro país, productor de alimentos, haya niños, niñas, jubilados sufriendo hambre. También que la concentración de la riqueza en unos pocos, hace que la situación lleve al aumento de la pobreza, la indigencia y el hambre, y a muchas familias, que tengan que vivir en la calle, lo que provoca el aumento de las enfermedades físicas y psicológicas”.
En la guía de celebración ecuménica se invita a las lectura del Salmo 37:25-29, y del Evangelio para la reflexión comunitaria en los textos de Mateo 7, 7-12 “Pidan, y Dios les dará; busquen, y encontrarán; llamen a la puerta, y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que llama a la puerta, se le abre. ¿Acaso alguno de ustedes sería capaz de darle a su hijo una piedra cuando le pide pan? O de darle una culebra cuando le pide un pescado? Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a quienes se las pidan! Así pues, hagan ustedes con los demás como quieran que los demás hagan con ustedes; porque en eso se resumen la ley y los profetas”. Para invitar a la reflexión comuniaria, se proponen algunas preguntas para realizar dentro de la comunidad cristiana: ¿Cómo percibimos que se está repartiendo/compartiendo el pan en nuestro contexto actual? ¿Cuáles son las causas por las cuales el pan sobreabunda en algunos lugares y no aparece en otros? ¿Por qué creemos que a algunas personas o sectores les cuesta tanto compartir el alimento? ¿Cómo podemos ayudar, desde nuestros espacios de fe, a que la justicia, la equidad, la solidaridad lleven alimento a cada mesa? ¿Es necesaria una voz profética de las iglesias y sectores de fe en nuestros contextos? ¿De qué manera expresarla?
En el acto mencionado lineas arriba, un referente de la agrupación Misioneros de Francisco de Luján y de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP), quien llevaba sobre su poncho oscuro, junto a otra persona, ambos sobre sus hombros, una Virgen de Luján, expresó que: «Las ollas populares son la multiplicación de panes. Eso es lo que significa una olla popular en mi país hoy. Es la multiplicación de panes, es la fe, es la comida puesta a disposición del otro, que es lo que nos enseñaron toda la vida, a compartir, a ser buenos”.
Al final de la liturgia en la celebración ecuménica, se transcribe una oración preparada por el pastor reformado Gerardo Oberman que reza lo siguiente: “El pan nuestro. Danos, Dios de la tierra y de los trigales, el pan nuestro de cada día. Ese pan que no nos pertenece, que es tuyo y que es generoso, que es pan para compartir, que es pan que se hace bendito cuando alcanza a cada persona, cuando sacia hambres y soledades, cuando no se acapara ni se esconde. Pero no nos des sólo el pan, danos también la dignidad que se nos niega en estos mundos nuestros donde los muros y las guerras y las grietas y las ambiciones y los neoliberalismos y los fundamentalismos excluyen, marginan, condenan, expulsan, matan. Danos mesas donde poder encontrarnos para celebrar nuestras humanas diversidades. Danos la capacidad del abrazo, de la mirada cálida, de la mano tendida, del corazón sensible, del compromiso con la plenitud de la vida. Danos palabras que animen, acciones que incluyan, gestos que esperancen, canciones que dibujen mañanas de panes tiernos y justos y de copas rebosantes del vino de la equidad”.
Marcelo Figueroa