· Ciudad del Vaticano ·

MUJERES IGLESIA MUNDO

Cavani y Nicchiarelli, directoras que los han retratado

Francisco y Clara:
Dios, aquí y ahora

 Francesco e Chiara: Dio, ora e qui    DCM-007
06 julio 2024

Hay una frase en el Génesis, una de las primeras que Dios pronuncia ante la creación del mundo: “Vio que era bueno”. La bondad (kalon el adjetivo usado en la Sagrada Escritura) indica la belleza de la Creación, así como la belleza misma indica la bondad de la Creación. No hay distancia ni diferencia entre lo bello y lo bueno en la Sagrada Escritura, como tampoco hay distancia ni diferencia cuando lo sagrado entra en el cine y habla de lo que somos o no hemos sido, lo que quisiéramos o deberíamos ser. Hablamos con dos grandes directoras italianas, queridas y apreciadas por el público y en festivales internacionales, Liliana Cavani y Susanna Nicchiarelli.

“Cuando hice la primera película sobre San Francisco en 1966 - dice Liliana Cavani, directora que logró devolver la figura del santo patrón de Italia al mundo y a la Iglesia - yo era joven y solo había hecho documentales. Había encontrado un libro escrito por el medievalista Paul Sabatier y entendí, a pesar de no haber tenido una educación católica, que la historia de San Francisco era significativa para comprender la vida, el significado de nuestros acontecimientos y también para poder vivir en paz. Los pensamientos y acontecimientos de San Francisco, que nunca fue teólogo ni filósofo, estaban tan llenos de significado porque al acoger el Evangelio eran también anticipadores del futuro. Francisco tuvo un contacto con Dios. Dijo: Deus mihi dixit. Si se establece ese contacto, el mundo se ve de otra manera. Francisco al principio no llega a ese contacto con Dios, pero lo busca. Y se convierte en el hombre religioso por excelencia, el hombre completo. No el hombre que renuncia o que se resigna, sino el amante de la belleza y de la justicia que nunca deben separarse”.

La fascinación por la belleza y la grandeza de las criaturas y la Creación es universal, libre de fronteras territoriales e ideológicas, especialmente cuando se contrapone al poder. La búsqueda pasa naturalmente por el cine porque el sentido de lo sagrado y de la inmaterialidad llaman al espíritu y, en consecuencia, animan la creación de la obra cinematográfica.

“El hecho de que Francisco se desnude ante el obispo - añade Susanna Nicchiarelli, autora y directora cuya última película “Chiara” se centra en la figura de Santa Clara - trastoca la concepción contemporánea del capitalismo y de la posesión. La idea de San Francisco, vivida también por santa Clara, de volver a la esencialidad de la vida espiritual es central y todavía contemporánea. Estos dos santos que vivieron hace siglos recuperan a través de sus elecciones y de su estilo de vida evangélico la atención a los últimos y a las víctimas de una sociedad cruel que ya estaba presente entonces y que ha continuado a lo largo de los siglos, convirtiéndose en nuestra realidad. Antes de escribir la película sobre Santa Clara conocí a unas monjas de clausura. Me impactó la alegría y la sonrisa de estas mujeres de cualquier edad y entendí que la suya es una elección a contracorriente, de amor por lo esencial. También hablé con una filósofa carmelita y comprendí que hay algo profundamente radical en esta elección, existe el deseo de mostrar que es posible vivir en la pobreza fuera de los mecanismos sociales. El documental sobre las Clarisas realizado por Liliana Cavani fue para mí una fuente de inspiración a tal punto que se lo mostré a las actrices de mi película”.

En el cine de Cavani y Nicchiarelli el amor por lo esencial va más allá de las creencias personales de las directoras. “Crecí en una familia laica, aunque fui bautizada”, dice Liliana Cavani. “La religión nos ayuda a hacernos preguntas, a indicar hacia dónde vamos, a dar espacio al instinto de búsqueda que todos tenemos, aunque haya quien responda con indiferencia y quien con curiosidad. Cuando estudié literatura en la universidad -y lo considero un privilegio- todavía recuerdo un pasaje de Tucídides sobre la guerra del Peloponeso. En un momento dado, tras la matanza de todos los habitantes de una isla a manos de los soldados, el escritor griego lo explica todo en una sola frase: “Los dioses no lo apreciarán”. Dios ama la paz. No la guerra”.

“No mostré la oración en la película “Chiara” - subraya Susanna Nicchiarelli – sino que preferí dar espacio a la danza y al canto porque no quería representar la idea de un Dios lejano e inalcanzable, sino un amor terrenal por Dios, profundamente humano. Vengo de una educación católica y fui creyente, pero al crecer perdí la fe, no la pasión por lo que concierne a Dios. La religiosidad franciscana no desprecia el cuerpo, sino que realza el componente terrenal no separado del trascendental. En la espiritualidad franciscana hay mucha acción y poca teoría: Los cristianos están llamados a proteger del frío, a curar a los enfermos y a alimentar a los hambrientos. Las figuras de Santa Clara y San Francisco ayudan a comprender, tanto a los creyentes como a no creyentes, cómo el amor a Dios se expresa en el amor por los hombres y mujeres en una comunidad concreta, no en un lugar inalcanzable”. 

La fraternidad es una dimensión esencial en el cine cuando se trata el tema de lo sagrado: “Cuando estudias el libro del Paraíso de Dante - explica Cavani - comprendes una cosa esencial, es decir, que hay dos figuras que hacen siempre actual el cristianismo. La primera de la que habla es San Francisco, a quien el poeta toscano dedica un canto entero. La segunda es María, protagonista del último Canto del Paraíso. Quizás sea mi última película, pero estoy estudiando el personaje de María para escribir un guion”.

“No puedo ser feliz si mi hermano tiene hambre - afirma Santa Clara”, recuerda Susanna Nicchiarelli. “Preparé esta película intentando entender cómo se representaba la figura de Santa Clara en el cine. Conocí a Liliana Cavani antes de escribir la película y me llamó la atención esta afirmación: Francesco inventó la fraternidad”.

La alegría de servir, no de ser servido, se convierte en la esencia del cristianismo. Podríamos decir que no habría espacio para Dios sin dar espacio a este compartir. “Para las películas sobre San Francisco elegí deliberadamente actores muy humanos: Lou Castel y Mickey Rourke, hombres que en sus vidas eligieron ser diferentes y ser hermanos de sus amigos incluso a costa de ser pobres”, explica Liliana Cavani. “Ahí está el sentido revolucionario de la vida de San Francisco. Decía que se avergonzaba cuando encontraba “a alguien más pobre que yo”. Veía en cada persona a un verdadero hermano porque el padre común es Dios. Los problemas de cada hermano se vuelven tuyos. En 1989 o 1990, cuando vi la película Francesco (la segunda de la directora protagonizada por Mickey Rourke, en competición en el Festival de Cannes) junto al Papa Wojtyla me emocioné, pero porque él se emocionaba y de vez en cuando, al final de alguna escena de la película, me abrazaba”.

Dios, ahora y aquí, no en un Otro genérico. Contar y escenificar los milagros que realizaron los santos es difícil. “Plasmé los milagros de Chiara - explica Susanna Nicchiarelli - como algo cotidiano, normal y sencillo. No quería imaginar a los santos como magos con superpoderes, sino como personas que viven en y de la vida cotidiana, en cuyo interior suceden cosas increíbles. Si la creación y la naturaleza son manifestaciones de Dios, también lo son los acontecimientos milagrosos realizados por Dios”.

De Emanuela Genovese
Periodista, Responsable editorial de Son of a Pitch, la marca cinematográfica de Save The Cut- Revista del Cinematógrafo