Un año después de reunirse con más de 200 artistas en la Capilla Sixtina, Francisco animó a un centenar de humoristas y cómicos a "soñar nuevas versiones del mundo". El viernes 14 de junio, el Papa Francisco dio un nuevo paso para adentrarse en el mundo del espectáculo. A las 8:30, en el Palacio Apostólico, el Pontífice recibió en audiencia a humoristas y comediantes de todo el mundo. El evento, que reunió a más de un centenar de cómicos de la talla de Jimmy Fallon, Stephen Colbert, Whoopi Goldberg y Chris Rock, así como a las humoristas españolas Cristina Castaño, Belén Cuesta, Sara Escudero y Victoria Martín, y a la mexicana Florinda Meza, entre otros, tenía como objetivo celebrar la diversidad humana y "promover un mensaje de alegría que es el mejor antídoto contra el egoísmo y el individualismo".
Queridos amigos:
Es para mí un placer darles la bienvenida a todos ustedes, y doy las gracias a los miembros del Dicasterio de Cultura y Educación que han preparado esta reunión.
Miro con admiración a los artistas que se expresan en el lenguaje de la comedia, el humor, la ironía. De todos los profesionales que trabajan en la televisión, el cine, el teatro, la prensa escrita, con canciones, en las redes sociales, ustedes están entre los más queridos, buscados, aplaudidos. Ciertamente porque son buenos; pero también hay otra razón: tienen y cultivan el don de hacer reír.
En medio de tantas noticias pesimistas, inmersos como estamos en tantas urgencias sociales e incluso personales, ustedes tienen el poder de difundir serenidad y sonrisas. Ustedes son de los pocos que tienen la capacidad de hablar a personas muy diferentes, de distintas generaciones y procedencias culturales.
A su manera, unen a la gente, porque la risa es contagiosa. Es más fácil reír juntos que solos: la alegría permite compartir y es el mejor antídoto contra el egoísmo y el individualismo. La risa también ayuda a romper las barreras sociales, a crear vínculos entre las personas. Nos permite expresar emociones y pensamientos, ayudando a construir una cultura compartida y a crear espacios de libertad. Ustedes nos recuerdan que el homo sapiens es también homo ludens; que la diversión lúdica y la risa son fundamentales en la vida humana, para expresarnos, para aprender, para dar sentido a las situaciones.
Su talento es un don precioso. Junto con la sonrisa, difunde la paz, en los corazones, entre las personas, ayudándonos a superar las dificultades y a sobrellevar el estrés cotidiano. Nos ayuda a encontrar alivio en la ironía y a tomarnos la vida con humor. Me gusta rezar cada día con las palabras de Santo Tomás Moro: "Dame, Señor, sentido del humor". Es una gracia que pido todos los días, porque me hace tomarme las cosas con buen humor. Pero también consiguen otro milagro: logran hacer sonreír a la gente incluso cuando tratan problemas, pequeños y grandes hechos de la historia. Denuncian los excesos del poder; dan voz a situaciones olvidadas; ponen de relieve abusos; señalan comportamientos inadecuados... Pero sin sembrar la alarma o el terror, la ansiedad o el miedo, como hace mucha comunicación; despiertas el sentido crítico haciendo reír y sonreír. Lo hacen contando historias de vida, narrando la realidad, según su punto de vista original; y así hablan a la gente de problemas grandes y pequeños.
Según la Biblia, en el origen del mundo, mientras todo se creaba, la Sabiduría divina practicaba el arte de ustedes en beneficio nada menos que del propio Dios, primer espectador de la historia. Dice así: "Yo estaba con él como su artífice y era su delicia todos los días: jugaba delante de él en todo tiempo, jugaba sobre el globo terrestre, poniendo mis delicias entre los hijos del hombre" (Proverbios 8,30-31). Recuerden esto: cuando consiguen hacer brotar sonrisas inteligentes de los labios de un solo espectador, hacen sonreír también a Dios. Ustedes, queridos artistas, saben pensar y hablar con humor en diferentes formas y diferentes estilos; y en cualquier caso, el lenguaje del humor es adecuado para comprender y "sentir" la naturaleza humana. El humor no ofende, no humilla, no clava a las personas en sus defectos. Mientras que hoy en día la comunicación genera a menudo oposiciones, ustedes saben reunir realidades diferentes y a veces incluso opuestas. ¡Cuánto tenemos que aprender de ustedes! La risa del humor nunca va "contra" nadie, sino que siempre es inclusiva, proactiva, suscita apertura, simpatía, empatía. Me acuerdo de aquella historia, en el libro del Génesis, cuando Dios promete a Abraham que tendría un hijo en el plazo de un año. Él y su esposa Sara eran ya ancianos y no tenían descendencia. Sara escuchó y se rió por dentro. Y lo mismo hizo Abraham, con cierta amargura. Pero, efectivamente, Sara concibió y dio a luz a su hijo en su vejez, en el tiempo que Dios había señalado. Entonces dijo: "Dios me ha dado motivos para reír con alegría" (Gn 21,6). Por eso llamaron a su hijo Isaac, que significa 'el que ríe'. ¿Se puede también reír de Dios? Por supuesto, como jugamos y bromeamos con las personas que queremos. La sabiduría y la tradición literaria judías son maestras en esto. Se puede hacer, pero sin ofender los sentimientos religiosos de los creyentes, sobre todo de los pobres.
Queridos amigos, que Dios los bendiga a ustedes y a su arte. Continúen animando a la gente, especialmente a quienes más les cuesta mirar la vida con esperanza.
Ayúdennos, con una sonrisa, a ver la realidad con sus contradicciones, y a soñar con un mundo mejor. Les bendigo de corazón; y les pido que, por favor, recen por mí.