· Ciudad del Vaticano ·

Nuevos caminos para la Iglesia y la ecología integral

 Nuevos caminos  para la Iglesia  y la ecología integral  SPA-023
07 junio 2024

Publicamos, a continuación, el discurso pronunciado por Mons. Fernando Chica Arellano, Observador Permanente de la Santa Sede ante la FAO, el FIDA y el PMA en el Centro Sheikh Zayed, de la Sede de la FAO en Roma, el 4 de junio en la reunión de presentación de las Actas de la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la Región Panamazónica.

Señor Director General
de la FAO,
Eminencias,
Excelencias,
Señoras y Señores,
Amigos todos:

En nombre de la Secretaría General del Sínodo, del Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral, de la Conferencia Eclesial Amazónica, de la Red Eclesial Amazónica y de la Misión Permanente de la Santa Sede ante el Polo Romano de las Naciones Unidas, quisiera agradecer profundamente a la FAO, en la persona de su Director General, el Doctor QU Dongyu, la cortesía que ha tenido al acoger en la sede central de la Organización, de forma tan generosa y hospitalaria, este importante evento. El reconocimiento se extiende asimismo a la Unidad de Pueblos Indígenas de la FAO, dirigida por el Doctor Yon Fernández de Larrinoa. Dentro de esta Unidad, dirijo una palabra de especial y sincero reconocimiento al Doctor Pablo Innecken Zúñiga, que ha sido el alma y el motor de este evento. Gracias asimismo a la Doctora Fatouma Seid, Directora adjunta de la División de Asociaciones y Colaboración con las Naciones Unidas de la FAO, por su fructífera contribución a la realización de esta relevante iniciativa. Doy las gracias igualmente a la Doctora Yasmina Bouziane, Directora de la Oficina de comunicación de la FAO, por haber moderado este encuentro con la profesionalidad que la caracteriza. Agradezco efusivamente al Doctor Rakesh Muthoo, Director del Servicio de Órganos Rectores de la FAO, su invaluable apoyo a nuestro encuentro. Un saludo agradecido va también a los miembros del servicio de interpretación, que siempre realizan su labor con particular esmero. Manifiesto de igual manera nuestra cordial gratitud al Doctor Piergiorgio Trentinaglia,Jefe de los Servicios de Seguridad de la FAO, por su fiel y constante cooperación.

Nuestro agradecimiento se dirige también al FIDA, en particular a la Doctora Jyotsna Puri, Vicepresidenta Asociada del Departamento de Estrategia y Conocimiento, que ha enriquecido esta reunión con su palabra, dando así testimonio de la excelente sinergia que existe entre las Agencias del Polo Romano de las Naciones Unidas y de los estrechos vínculos de colaboración que las mismas tienen con la Santa Sede. Una sinergia que se concreta en iniciativas conjuntas y en una atención compartida a cuestiones de hondo calado, como la difícil situación de los pobres y hambrientos, el trabajo en favor de la seguridad alimentaria y el desarrollo rural para todos, la preservación del medio ambiente, la protección de la biodiversidad, la acción frente al cambio climático y, como hemos querido recordar hoy con la presentación de las Actas de la Asamblea Especial del Sínodo para los Obispos para la Región Panamazónica, la atención y la preocupación común por la Amazonia y los pueblos indígenas que viven en ella.

Un profundo agradecimiento, en este sentido, a todos los distinguidos oradores que me precedieron en el uso de la palabra con brillantes y acertadas reflexiones, demostrando de este modo la solicitud común por el destino de la Región Panamazónica, que a menudo se denomina el pulmón del mundo y que ha sido definida por el papa Francisco como una “totalidad plurinacional interconectada” 1 .

De hecho, la riqueza de la Amazonia siempre ha residido en la multiplicidad de los pueblos que alberga y en el dinamismo cultural que los mismos exhiben, en la variedad de especies animales y vegetales que distinguen este territorio, y en la colorida y multiforme belleza natural que beneficia no sólo a la región, sino a todo el planeta. El hecho de que todo esto se haya visto irremediablemente comprometido interpela nuestras conciencias, las sacude y nos invita a una acción incisiva y coordinada de todas las partes interesadas para que ayuden “a despertar el afecto y la preocupación por esta tierra que es también nuestra, invitándoles a admirarla y a reconocerla como un misterio sagrado”2 . La Iglesia no es ajena a las problemáticas de esta feraz región del mundo, ni a la suerte de sus comunidades, que nunca deberíamos olvidar, salvaguardándolas siempre con un esmero que pueda inspirar a otras regiones de la tierra frente a sus propios desafíos. “Nuestro sueño es el de una Amazonia que integre y promueva a todos sus habitantes para que puedan consolidar un buen vivir” 3 .

Que esta esperanza acreciente hoy nuestro compromiso mancomunado en favor de la tutela de nuestra casa común. Para ello eventos como el que hemos felizmente celebrado ponen de manifiesto el beneficio de la fraternidad, el valor de la cooperación, el mérito de unir proyectos y voluntades, el gozo que surge de avanzar Mano con Mano (como diría el Dr. QU Dongyu) por el mismo camino. Un camino ciertamente no exento de obstáculos, pero, sobre todo, colmado de retos apremiantes que nos impulsan a la elevada misión de custodiar el planeta, de defender la inviolable dignidad los seres humanos, asegurándoles alimentos suficientes para vivir, promoviendo prácticas agrícolas dignas y sostenibles y garantizando sistemas agroalimentarios inclusivos y resilientes.

Esta tarde, entre todos, hemos puesto de manifiesto lo que significa trabajar juntos. En la hodierna coyuntura, tan saturada de tensiones y polarizaciones, el vocablo “juntos” refleja un estilo de actuación que ha de potenciarse. Es un estilo sencillo, pero que, como todas las cosas sencillas, encierra una auténtica verdad, a saber: la urgencia de vigorizar el multilateralismo, la obligatoriedad de aplicar siempre el principio de subsidiariedad y la exhortación a permitir la participación convencida de todos. Trabajar “juntos” destierra la cultura de la indiferencia y del descarte, fomentando, en cambio, la necesaria unidad de propósitos que debe animarmos para afrontar los desafíos de la hora presente y transformar las crisis actuales en fecundas oportunidades.

Perpetuando esta invitación y, al mismo tiempo, reiterando la perentoriedad de fortalecer una incesante cooperación para el presente y el futuro de la vida en nuestro planeta, les agradezco su atención y participación en este encuentro.

Fernando Chica Arellano