Una experiencia en Austria
La teóloga que dirige
“Mi trabajo tiene sentido”. Sabine Meraner, de 31 años, dirige una parroquia en Austria. Este no es un caso aislado. En los países de habla alemana, las teólogas católicas pueden elegir entre muchas profesiones y ministerios eclesiásticos. Y más de la mitad de los estudiantes de teología en Alemania, Austria y la Suiza alemana son mujeres. Saben que la Iglesia las necesita y las busca, aunque hoy en día cada vez menos jóvenes quieren estudiar teología y trabajar en las diócesis. Jenbach es un municipio de 7.500 habitantes en el Tirol, a menos de 70 kilómetros del paso del Brennero. En la iglesia parroquial católica de San Wolfgang y San Leonardo, un edificio de principios del siglo XVI en el tramo tirolés del Camino de Santiago, el sol brilla suavemente a través de las altas y coloridas ventanas. En su interior hay una misa para los niños. Una joven revestida explica que hoy es un día de alegría. Después, el vicario parroquial, de origen indio, celebra la Eucaristía. Se respira felicidad en el aire, los niños y algunos padres cantan a todo pulmón. Es toda una fiesta.
Sabine Meraner, la mujer revestida, predica en su dialecto tirolés a los niños de 8 años. Les describe lo que significa encontrarse con Jesús en la Santa Cena. Posteriormente, cada niño sube al altar y recibe la túnica que vestirá el día de su primera comunión. Mientras Eliah la recibe con ambas manos, su hermana mayor, la monaguillo junto a la mujer con el alba, sonríe. “Los niños están felicísimos”, dice Sabine Meraner durante nuestra conversación. “Si les preguntas durante la renovación de las promesas bautismales: ¿Quieres esta amistad con Jesús? Te miran fijamente y te responden sin dudas: “Sí, la quiero”. Ahí me doy cuenta de que soy una pieza en su vida y puedo hablarles de Jesús. Es muy bonito”.
Sabine Meraner siente un entusiasmo por su trabajo que es completamente contagioso y eso que sus deberes en la comunidad son exigentes. Si alguien la necesita, ella está ahí, incluso en su día libre o por la noche, “porque creo que esa es la clave, que cuando se cuida una parroquia, hablamos de las personas y no del edificio”. Como encargada de la parroquia es responsable de todos los asuntos pastorales y organizativos. “Cuando alguien muere, voy con la familia, les hablo de la pérdida sufrida y celebro el funeral junto con el sacerdote o sola. Bendigo a los niños al comienzo del año escolar, celebro con ellos la Navidad, la Pascua y las principales fiestas en la iglesia. Tengo mis responsabilidades en la liturgia, soy responsable de predicar y preparo las celebraciones con el vicario, que suele estar a nuestra disposición como sacerdote”. Las decisiones se toman junto con el párroco, el vicario, el diácono y el personal. Como teóloga, Sabine Meraner concede gran importancia a este aspecto. “Gracias a Dios no tengo que hacerlo todo sola, nunca podría hacerlo. Pero yo tengo la responsabilidad final”.
Sabine Meraner es empleada de la diócesis de Innsbruck. Recibe un salario, disfruta de vacaciones y tiene derecho a una pensión. Como ella, cientos de otras mujeres licenciadas en teología trabajan en las diócesis de Austria, Alemania y Suiza, también en puestos de liderazgo. Las profesoras de religión siguen prestando valiosos servicios, pero quedaron atrás los días en que las teólogas solo podían trabajar como profesoras y, más raramente, como profesoras universitarias. Hace años, la teóloga Daniela Engelhard, entonces responsable de la oficina pastoral de la diócesis de Osnabrück, elaboró una lista de más de 50 puestos abiertos a los laicos y, por tanto, a las mujeres en la Iglesia católica: desde monaguillas hasta agentes de pastoral para los enfermos, desde responsables de la liturgia de la palabra hasta jueces diocesanos. La mayor parte de las teólogas católicas que sirven hoy en la Iglesia trabajan en parroquias como referentes pastorales.
Hoy en día ninguna diócesis de habla alemana puede prescindir de estas mujeres, afirma Stephanie Feder, de la Asociación Hildegardis, una organización católica alemana con casi 120 años de historia que promueve los estudios sobre la mujer y tiene como objetivo aumentar el número de mujeres en puestos eclesiásticos relevantes. Tiene para ello un programa de mentoría muy avanzado. Según distintos estudios de los tres países, las teólogas ya no tienen problemas para ser aceptadas en el ámbito pastoral. En Suiza, los teólogos laicos, incluidas las mujeres, trabajan desde hace mucho tiempo en la dirección de las parroquias, en algunos casos incluso con sus cónyuges. Se apoyan en un sacerdote, como exige el Derecho canónico. Y en los últimos años se ha desarrollado más en términos de liderazgo compartido. Bajo el cardenal Reinhard Marx, la archidiócesis de Munich-Frising, una de las más grandes de Alemania, tiene una doble dirección formada por el vicario general y una jefa de oficina (que, en este caso, es abogada). El seminario de la diócesis de Innsbruck está dirigido conjuntamente por un rector, es decir, un sacerdote, y una joven teóloga experta. Tanto Cáritas Alemania como Cáritas Austria tienen por primera vez mujeres al mando. En ambos países, los obispos se han comprometido a incorporar más mujeres calificadas a puestos de liderazgo en la Iglesia. Los austriacos, por su parte, observan una cuota femenina.
La proximidad al altar y al ambón de las mujeres varía de diócesis a diócesis. En algunas, la guía de la parroquia está vinculada a las tareas de predicación. En otras, el obispo la otorga caso por caso. En la diócesis de Linz, conocida por sus innovaciones, el abad del monasterio de San Florián llamó a una teóloga para predicar el 4 de mayo de 2022 en honor de San Florián, patrón de la diócesis. Casi al mismo tiempo, en Alemania, el primer obispo, Franz-Josef Overbeck de Essen, autorizó a algunas teólogas del ministerio pastoral a administrar el bautismo a los niños para que las familias no tuvieran que esperar demasiado hasta que estuviera disponible un sacerdote o un diácono.
Si hoy las teólogas son cada vez más visibles en los ministerios de la Iglesia es porque han jugado un papel importante muchos factores. Pensemos en la escasez de sacerdotes, pero también en la relativa riqueza de las iglesias locales en Alemania, Austria y Suiza. “Somos una de las pocas zonas del mundo donde la Iglesia tiene los medios para emplear a una gran cantidad de personal llamado laico, porque los salarios deben ser lo suficientemente altos para sustentar a una familia”, explica Arnd Bünker, director del Instituto Suizo de Sociología Pastoral en San Galo. En otros países, las diócesis no pueden permitirse el lujo de contratar teólogos laicos, incluso si estuvieran abiertos a las nuevas formas de atención pastoral que esto implicaría. Por esta razón, las mujeres jóvenes rara vez deciden estudiar teología, porque no podrían ganarse la vida. Como resultado, la teología corre el riesgo de seguir siendo una especie de ciencia secreta y accesible solo a los sacerdotes.
El hecho de que cada vez menos jóvenes estudien teología también es un problema para la Iglesia en los países de habla alemana. Es cierto que más de la mitad de los estudiantes de teología son mujeres, pero el interés por esta materia disminuye año tras año entre hombres y mujeres. Esto no se debe a las perspectivas profesionales: “La Iglesia los contrata incluso antes de graduarse, ya sea para la enseñanza, para la parroquia o para otros sectores de la pastoral”, observa Gabriele Eder-Cakl, directora del Instituto Pastoral Austriaco de la Conferencia Episcopal de Viena. En su opinión, el estudio de la teología sigue siendo muy atractivo porque enseña un sólido conocimiento de la fe y el discernimiento. Sin embargo, añade que esto también refleja el descontento de las jóvenes católicas por el hecho de que su Iglesia las excluya del ministerio sacramental: el ministerio sacerdotal.
Sabine Meraner de Jenbach no se siente llamada a ser sacerdote. Cuando alguien la llama en broma “señora párroco” con ánimo de agradecimiento, a ella no le gusta mucho, reconoce. “Debo aclarar que sé que el sacerdocio es una vocación en sí misma. Yo soy responsable parroquial. No es ser ‘medio sacerdote’, sino que se trata de un ministerio con vocación propia”. Y quiere que los jóvenes a los que sirve con tanta alegría sientan eso mismo. Quiere suponer un modelo mediante su tangible alegría y entusiasmo por este ministerio laico. “Anunciar a Jesús a los demás y consolar a los que viven un duelo, con todo lo que conlleva. En estos momentos es cuando puedo hacer el bien. Por eso, afirmo con orgullo que mi trabajo tiene un sentido”.
de Gudrun Sailer
Periodista Vatican News