Al final de la Celebración Eucarística, tras las palabras de acción de gracias del Patriarca Moraglia, el Pontífice dirigió el rezo del Regina Caeli y, a continuación, veneró en privado las reliquias del Santo Evangelista en la Basílica de San Marcos. A continuación, regresó a la cárcel de mujeres de la Giudecca, desde donde, tras despedirse de las autoridades civiles y religiosas que le habían acogido a su llegada, partió en helicóptero hacia el Vaticano, donde aterrizó a las 14.40 horas. Publicamos, a continuación, las palabras que el Papa pronunció al introducir la oración mariana del mediodía dominical, con llamamientos por Haití, Ucrania, Palestina e Israel, por los Rohingya y las «muchas otras poblaciones que sufren guerras y violencia».
¡Queridos hermanos y hermanas!
Antes de concluir nuestra celebración, quisiera saludar a todos ustedes que han participado. Doy las gracias de todo corazón al Patriarca, Francesco Moraglia, y con él a los colaboradores y voluntarios.
Estoy agradecido a las autoridades civiles y a la policía que han facilitado esta visita. ¡Gracias a todos!
También desde aquí, como cada domingo, queremos invocar la intercesión de la Virgen María por las numerosas situaciones de sufrimiento en el mundo.
Pienso en Haití, donde está vigente el estado de emergencia y la población está desesperada por el colapso del sistema sanitario, la falta de alimentos y la violencia que empuja a la gente a huir.
Confiamos al Señor el trabajo y las decisiones del nuevo Consejo presidencial de transición, que tomó posesión el pasado jueves en Puerto Príncipe, para que, con el renovado apoyo de la comunidad internacional, pueda conducir al país a alcanzar la paz y la estabilidad que tanto necesita.
Pienso en la atormentada Ucrania, en Palestina e Israel, en los Rohingya y en las muchas poblaciones que sufren la guerra y la violencia. Que el Dios de la paz ilumine los corazones, para que en todos crezca la voluntad de diálogo y de reconciliación.
Queridos hermanos y hermanas, ¡gracias nuevamente por vuestra acogida!
Gracias al Patriarca.
Los llevo conmigo en la oración; y ustedes también, por favor, no se olviden de rezar por mí, ¡porque este trabajo no es fácil!