· Ciudad del Vaticano ·

Las palabras del Pontífice en un mensaje a la red Alarabiya al final del Ramadán

¡Basta, deteneos! ¡No dejemos que la guerra se amplíe!

A woman cries over the grave of a loved one at the start of the Eid al-Fitr festival, marking the ...
19 abril 2024

«Basta, denteneos». El Papa Francisco, «angustiado por el conflicto en Palestina e Israel», renueva su llamamiento de paz «a quienes tienen la grave responsabilidad de gobernar las naciones» e insta a hacer todo lo posible para que la guerra no se extienda. En un mensaje -que se dio a conocer la tarde del viernes 12 de abril- enviado a la red Alarabiya al final del Ramadán, el Pontífice pide una vez más que «cese inmediatamente el fuego en la Franja de Gaza», con el fin de hacer llegar «la ayuda a la población palestina que sufre mucho», y que «se libere a los rehenes secuestrados en octubre». Publicamos, a continuación, el texto del mensaje.

Estimados amigos:

os agradezco la oportunidad de dirigiros una palabra justo al final del Ramadán. Una feliz coincidencia se produce este año, con el mes sagrado islámico que concluye pocos días después de la celebración de la Pascua, la fiesta más importante para los cristianos.

Pero este feliz aniversario, que lleva a levantar los ojos al cielo y a adorar al Señor «misericordioso y omnipotente» (Nostra aetate, 3), chirría fuertemente con la tristeza por la sangre que fluye en las benditas tierras de Oriente Medio.

Hermanos y hermanas, nuestro padre Abraham levantó los ojos al cielo para mirar las estrellas: la luz de la vida, que nos envuelve y abraza desde lo alto, nos pide que superemos la noche del odio para que, según la voluntad del Creador, sean los astros los que iluminen la tierra, y no la tierra la que arda, devastada por las llamas de las armas que incendian el cielo.

Dios es paz y quiere la paz. Quien cree en Él no puede sino repudiar la guerra, la cual no resuelve, sino que aumenta los conflictos. La guerra, no me canso de repetir, es siempre y solo una derrota: es un camino sin meta; no abre perspectivas, pero extingue la esperanza.

Estoy angustiado por el conflicto en Palestina e Israel: que cese de inmediato el fuego en la Franja de Gaza, donde se está produciendo una catástrofe humanitaria; que llegue la ayuda a la población palestina que sufre mucho; ¡que se libere a los rehenes secuestrados en octubre! Y pienso en la martirizada Siria, en el Líbano, en todo Oriente Medio: ¡no dejemos que estallen las llamas del rencor, impulsadas por los funestos vientos de la carrera armamentista! ¡No dejemos que la guerra se extienda! ¡Detengamos la inercia del mal!

Tengo en mente a las familias, a los jóvenes, a los trabajadores, a los ancianos, a los niños: estoy seguro de que en su corazón, en el corazón de la gente común, hay un gran deseo de paz. Y que, ante la propagación de la violencia, mientras las lágrimas caen de los ojos, una palabra sale de su boca: "basta". ¡Basta! -repito también yo- a quien tiene la grave responsabilidad de gobernar las naciones: ¡basta, parad! Por favor, dejen el ruido de las armas y piensen en los niños, en todos los niños, como en sus propios hijos. Todos miramos al futuro con los ojos de los niños. Ellos no se preguntan quién es el enemigo a destruir, sino quiénes son los amigos con los que jugar; ellos necesitan casas, parques y escuelas, ¡no tumbas y fosas!

Amigos, creo que los desiertos pueden florecer: como en la naturaleza, así también en los corazones de las personas y en las vidas de los pueblos. Pero de los desiertos del odio brotarán brotes de esperanza solo si sabemos crecer juntos, uno al lado del otro; si sabemos respetar las creencias de los demás; si sabemos reconocer el derecho a existir de cada pueblo y el derecho de cada pueblo a tener un Estado; si sabemos vivir en paz sin demonizar a nadie. Yo creo y espero en esto y conmigo a los cristianos que, entre no pocas dificultades, viven en Oriente Medio: los abrazo y los aliento, pidiendo que tengan siempre y en todas partes el derecho y la posibilidad de profesar libremente su fe, que habla de paz y fraternidad.

Y gracias por estar ahí para mí. Os saludo con afecto, asegurándoos que llevo a Oriente Medio en el corazón. A cada uno de vosotros os deseo todo bien y bendición del Altísimo. ¡Shukran! Gracias

Del Vaticano, 12 de abril de 2024

Francesco