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Horizontes

Un encuentro
en el monasterio Wi-Fi

Città' del Vaticano (Roma), 24.09.2022.
Quarto Capitolo Monastero Wifi.
06 abril 2024

Todo empezó en un grupo de amigas. Era el verano de 2018. Costanza Miriano, escritora y periodista, se remonta a aquel comienzo con un café, en Borgo Pio, en Roma: “Habían venido a visitarme a la playa. Dado que mi último libro (Si salvi chi vuole, manuale di imperfezione spirituale - Que se salve quien quiera, un manual de imperfección espiritual) habla de la necesidad de tener un proyecto de vida espiritual, hablamos de cómo ayudarnos a nosotros mismas viviendo en ciudades lejanas, a vivir teniendo siempre la vista puesta en Jesús”. Se necesitaría una regla, como en los monasterios. Excepto que cuando se tiene marido, hijos y un trabajo, ¿cómo se hace? Pues con la idea de vivir en “un monasterio interior”. “‘Monja’ viene de monos, uno. La característica de quien entrega su vida a Dios es, ante todo, el deseo de unidad, de ser “uno” en lo que hace. Y la unidad está dada por la dirección de la mirada”, subraya Costanza Miriano.

He aquí el reto de ese grupo de amigas: vivir como monjas mientras hacen la compra o acompañan a sus hijos al colegio. Vivir con el corazón y la mirada fija en Dios. Los muros del monasterio son los consejos que la Iglesia siempre ha dado, la escucha de la palabra de Dios, la oración, la confesión, la misa (posiblemente diaria) y el ayuno.

“¿De dónde viene el nombre de ‘monasterio wi-fi’?”, preguntamos. “De una joven monja, Madre Luisa. Significa que puedes orar en cualquier lugar, incluso usando wi-fi”. El segundo paso fue reunirse en esta iniciativa: “Saber que hay otras personas que sienten la misma necesidad ayuda”. De esta forma, se pensó en reunirse un día en Roma. Por el boca a boca, el grupo inicial creció a cien, luego a doscientas y luego a mil personas para el primer encuentro, llamado “Primer Capítulo General del Monasterio de wi-fi”. Fue una jornada en la basílica de San Juan de Letrán centrada en el tema de la vida espiritual y con catequesis a cargo de sacerdotes y monjas. Un año después tuvo lugar el segundo Capítulo (escucha de la palabra de Dios, en San Pablo Extramuros); luego el tercero (oración); el cuarto (confesión); y el quinto (eucaristía), todos en la basílica de San Pedro. “Un regalo inesperado para nosotras”. En cada reunión aumentaba el número de personas procedentes de toda Italia. Al final eran 3.600.

Detrás de todo esto hay siete amigas que viven en diferentes regiones. ¿Fue casualidad que sean mujeres? “No lo creo. Es parte de lo femenino hacerse cargo de los demás. Para nosotras fue así. Teníamos el deseo de poner la fe en el centro y por eso pensamos en extender esta propuesta al mayor número de personas posible. Después de todo, ¿no es María quien nos invita a seguir a Jesús?

Con el tiempo nacieron los “monasterios locales”. Más de veinte en Italia se reúnen una vez al mes para meditar sobre el tema abordado en el Capítulo general o proponer iniciativas, como el retiro para sacerdotes organizado en Roma. Y nadie paga nada. “Nos apoyamos en la Providencia. Hasta ahora todo ha ido bien”, concluye Miriano con una sonrisa en los labios. (Elisa Calessi)