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MUJERES IGLESIA MUNDO

Recorridos
El empuje de Teresa de Ávila, Mary Ward y Barbara Holmes

Tres maestras
más allá de la tradición

 Tre maestre  oltre la tradizione  DCM-004
06 abril 2024

En la tradición cristiana, la oración es responder a la invitación divina para entrar en diálogo, para acoger con fe la certeza de que Dios quiere comunicarse directamente y revelarse a cada una de sus criaturas, sin excepción. Al mismo tiempo, todos y cada uno de nosotros tenemos la tarea de aceptar la invitación y de iniciar la comunicación, porque un intercambio de amor nunca podría imponerse. La oración, por tanto, es rogar, llamar, insistir y, sobre todo, esperar que el Otro, el Otro invisible que es Dios, responda.

Según la sublime imagen de Santa Teresa de Ávila, la oración es la llave que abre las puertas del castillo de nuestra alma, en cuyo centro se encuentra el hogar de Dios en la Tierra. La oración como disciplina relacional con Dios es una forma de ser, una práctica motivada por la esperanza de poder contribuir, de alguna manera misteriosa, a la armonía cósmica y a la dignidad que Dios reconoce en todos los seres, superando el desconcierto causado en nosotros por la ciega destructividad y el odio inherente en las estructuras sociales en las que nos encontramos viviendo. En palabras antiguas, la oración es el instrumento con el que armonizamos nuestra voluntad con la voluntad de Dios.

Me resulta imposible decir si existe una forma “femenina” de orar distinta de la forma “masculina” de orar. ¿Naturaleza? ¿Cultura? Estoy segura, sin embargo, de que muchas mujeres han dedicado y dedican su vida a la oración y están movidas por el deseo de enseñar a otros a rezar para hacer más cercano el plan de Dios, que en palabras antiguas se llama el Reino de los cielos. Algunos de ellas se destacaron por haber introducido, respondiendo al espíritu de los tiempos, importantes innovaciones en la forma de rezar recibida de la tradición.

Pienso en primer lugar en santa Teresa de Ávila, maestra de la oración cristiana por excelencia. Es conocido que Teresa Sánchez de Cepeda de Ávila y Ahumada descendía de una familia de origen judío. Su abuelo, un rico comerciante toledano, había sido condenado por la Inquisición bajo sospecha de practicar en secreto el judaísmo. El padre de Teresa había trasladado a la familia a Ávila y, para escapar del riesgo de nuevas sospechas, había comprado el título de hidalgo que le otorgaba la condición de cristiano vetusto, es decir, sin mezcla de sangre judía ni morisca.

Es poco probable que Teresa no conociera ese pasado. No basta con quemar libros sagrados para evitar que la riqueza espiritual heredada durante milenios se transmita a las generaciones siguientes. La “determinada determinación” con la que Teresa de Jesús sigue las instrucciones divinas de volver a la regla carmelitana original, y de dar vida a pequeñas comunidades con las mejores condiciones para alcanzar el mayor nivel de unión con Dios posible en esta vida, sea quizás parte de aquella herencia.

La fe de Teresa en Dios, en Jesucristo, en el Espíritu Santo y en la Santísima Trinidad era tanto más auténtica cuanto más se distanció de las reglas discriminatorias e injustas que regían la vida de los monasterios de la época: Había unas monjas ricas quienes, a pesar de la clausura gozaban de todos los privilegios de su riqueza, y unas monjas pobres que hacían las veces de sus sirvientes. Los diecisiete monasterios de religiosas carmelitas descalzas fundados por Teresa, con trampas tendidas por la Inquisición durante años, eran el máximo testimonio de que el objetivo final de una vida de pura contemplación es transmitir energía espiritual a quienes participan en las batallas del mundo. María al servicio de Marta.

Aunque de naturaleza opuesta, el contexto familiar en el que nació la venerable Mary Ward también estaba marcado por conflictos entre pertenencias religiosas. En 1585 la persecución de los católicos por parte del gobierno inglés estaba en su apogeo. Los sacerdotes católicos que celebraban misa y los fieles que los protegían fueron condenados a muerte o a penas muy severas. La familia Ward estaba entre ellos.

A los veinticuatro años, llamada por Dios a abrazar la vida religiosa, Mary Ward se trasladó a Flandes y entró como religiosa externa en el monasterio de las Clarisas de Saint Omer. Unos años más tarde, respondiendo a una segunda llamada divina, viajó a Roma para que su Instituto, dedicado a la educación de las niñas, fuera aprobado por el Papa, una vez separado de la autoridad de los obispos locales y de la obligación de clausura impuesta a las religiosas por el Concilio de Trento.

Mientras esperaba la prometida bula papal, y apoyada en la certeza de que las mujeres no son menos que los hombres, Mary Ward fundó junto con un grupo de compañeras una quincena de escuelas en Italia y el norte de Europa. Contemplación en acción. Sin embargo, a diferencia de Teresa de Ávila cuya santidad fue reconocida oficialmente unos diez años después de su muerte, Mary Ward fue considerada “hereje, cismática y rebelde contra la Santa Iglesia”. Murió en Inglaterra, exiliada en su tierra natal. Solo la lealtad de algunas compañeras obligadas a mantener en secreto el nombre de la fundadora –“las damas inglesas” o “les jesuites”, según sus detractores- garantizó en los siglos siguientes que la espiritualidad de los Ejercicios de Ignacio de Loyola, expresada en la forma femenina de Mary Ward, se tradujera en cientos de colegios para niñas, en obras dedicadas a los pobres, en compromiso con la justicia social y en lucha por los derechos civiles de las minorías.

Nacida en New Haven (Nueva York) en 1943, Barbara Holmes es poeta, maestra espiritual y estudiosa del misticismo, la cosmología y la cultura afroamericana. Es presidenta emérita dell' United Theological Seminary of Twin Cities y forma parte del consejo del Center for Action and Contemplation fundado y dirigido por el padre Richard Rohr, OFM.

En su libro Joy Unspeakable (Alegría infalible) Holmes sacó a la luz con sublime sensibilidad la corriente espiritual que recorre la historia de las comunidades afroamericanas, desde las olvidadas – o censurados – raíces africanas de los Padres y Madres del Desierto y de los doctores de la Iglesia como Agustín y Tertuliano hasta las prácticas religiosas de las etnias de África Occidental víctimas de la trata de esclavos; desde el traslado de doce millones de hombres, mujeres y niños a las costas del continente americano para el trabajo forzoso en las plantaciones; desde las luchas por la abolición de la esclavitud en el siglo XIX hasta el movimiento por los derechos civiles de los años sesenta del siglo pasado; o desde Black Lifes Matter hasta la elección del primer presidente negro de Estados Unidos. La obra de Barbara Holmes reconstruye una epopeya espiritual que une vida y muerte, cuerpo y alma, dolor y éxtasis, música, danza y silencio. Expresiones ya no solo de oración solitaria, sino de contemplación en comunidad, capaces de transformar en energía positiva los antiguos traumas causados ​​por la esclavitud y las desigualdades y opresión que aún hoy sufren las personas de color.

Contemplación pura, contemplación en acción, contemplación en comunidad. Límite exaltado, pero límite, al fin y al cabo. Con Teresa de Ávila, Mary Ward y Barbara Holmes uno podría preguntarse cuál podría ser hoy un nuevo paso en la conciencia orante colectiva. ¿En qué dirección deberíamos orientar nuestras acciones los contemplativos contemporáneos? ¿Qué relaciones de solidaridad y alianza en el Espíritu deben establecerse?

La costumbre de meditar y rezar juntos, de luchar juntos por la justicia y la paz quizás también podría abrazar a las comunidades no cristianas y a otras tradiciones espirituales. En algunos países del mundo ya está sucediendo. Mujeres judías, cristianas y musulmanas. Palestinos e israelíes. Hindúes, budistas y taoístas. Nativos latinoamericanos, norteamericanos, canadienses y australianos. … Mujeres cuyos nombres recuerda la historia y mujeres sin nombre. En el cuerpo y ya fuera del cuerpo. Para los ojos atentos a la realidad física, se trata de un proyecto aún por construir en gran medida. Con urgencia, con “determinada determinación”. Para unos ojos capaces de ver más allá de lo visible siempre ha existido un proyecto activo y misteriosamente eficaz: Sofía.

de Guia Sambonet
Teóloga, guía espiritual, responsable de la Escuela de oración del Centro San Fedele de Milán.