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Horizontes

México, las Patronas
de los migrantes

Norma handing out food.
06 abril 2024

“¿Hasta cuándo podremos seguir? Mientras la Virgen de Guadalupe quiera. Sin ella, las Patrona no estarían aquí”. La imagen de la Morenita está en el centro de la casa de la familia Romero en Amatlán de los Reyes, un pequeño pueblo rodeado de campos de azúcar y café a unos noventa kilómetros del puerto de Veracruz, México. La abuela Leónida, sus cuatro hijas, siete nietos y sus vecinos se reunían frente al cuadro para orar juntos. Lo hacían también el 7 de febrero de 1995 cuando sus hijas, Rosa y Bernarda, regresaron a casa impactadas por el encuentro que acababan de tener. Regresaban de la tienda con una bolsa de pan y leche cuando se encontraron con cientos y cientos de centroamericanos apiñados en las vías, esperando retomar su viaje a Estados Unidos en el techo del lúgubre tren de carga que todos en México llaman La Bestia. Tres muchachos, exhaustos, les habían suplicado: “Por favor, dennos algo de comer”.

Las dos mujeres vaciaron inmediatamente sus bolsas de la compra, pero se dieron cuenta de que no era suficiente. Fue Leónida quien pronunció las palabras que marcarían la vida de los Romero: “Hiciste muy bien. La Virgen de Guadalupe estará feliz, pero debemos hacer más”. Desde entonces, las Patronas -como las llaman los habitantes de Amatlán de los Reyes- recorren todas las noches la vía del tren para distribuir raciones de arroz, frijoles, tortillas y botellas de agua para los migrantes. “Ya estamos organizadas. Sor María de los Ángeles nos llama desde Tierra Blanca en cuanto ve pasar la locomotora. Sabemos que después de unas tres horas llegará hasta nosotros. La monja también nos dice cuántos van para preparar las raciones. Al principio hacíamos unas 30 comidas, pero eran muy pocas. Poco a poco, pidiendo ayuda a los comerciantes que nos dan lo que no venden y confiando en la Providencia, fuimos haciendo más. No somos ricas, pero no podemos permanecer indiferentes ante esta tragedia”, afirma Norma Romero, para quien la ayuda que presta a los migrantes de La Bestia es una continuación del grupo de oración. “Rezamos con palabras y gestos y unas fortalecen las otras”. Desde hace diez años, además de repartir alimentos, las Patronas cuentan con un pequeño refugio para quienes quieran asearse y descansar antes de continuar su viaje. “Era una casita que me regaló mi padre y la adaptamos. ¿Con qué medios? Pues con los mismos con los que conseguimos comida para los migrantes. Ponemos lo que podemos. Para lo demás la Virgen de Guadalupe nos ayuda”. (Lucía Capuzzi)