“Jesús entró en Jerusalén como un Rey humilde y pacífico: ¡abrámosle nuestros corazones! Sólo Él puede liberarnos de la enemistad, del odio, de la violencia”. Esta es la consigna confiada por el Papa Francisco a los sesenta mil fieles presentes en la Plaza de San Pedro -y a los que le siguieron a través de los medios de comunicación- el 24 de marzo, Domingo de Ramos. El Pontífice presidió la Misa de la solemnidad y al final de la proclamación de la Pasión del Señor según Marcos hubo un momento de silencio y oración. Finalmente, antes de la Bendición conclusiva, Francisco dirigió el rezo del Ángelus, recordando el doble asesinato en Colombia, el cobarde atentado terrorista en Moscú y a todos los que sufren a causa de los conflictos en la atormentada Ucrania, en Gaza y en “tantos otros lugares de guerra”. Publicamos, a continuación, las palabras del Pontífice al introducir la oración mariana.
Queridos hermanos y hermanas:
Expreso mi cercanía a la Comunidad de San José de Apartadó en Colombia, donde hace unos días fueron asesinados una joven y un niño. Esta Comunidad en 2018 fue premiada como ejemplo de compromiso con la economía solidaria, la paz y los derechos humanos.
Y aseguro mis oraciones por las víctimas del cobarde atentado terrorista perpetrado la pasada noche en Moscú. Que el Señor las acoja en su paz y consuele a sus familias. Que convierta los corazones de quienes planean, organizan y llevan a cabo estas acciones inhumanas, que ofenden a Dios, que ordenó: "No matarás" (Ex 20,13).
Saludo a todos ustedes, fieles de Roma y peregrinos de diversos países. Saludo en particular a la delegación de la ciudad de San Remo, que también este año, fiel a una tradición de cuatro siglos, ha ofrecido las hojas de palma tejidas para esta celebración. ¡Gracias, Sanremesi! Que el Señor los bendiga.
Queridos hermanos y hermanas, Jesús entró en Jerusalén como un Rey humilde y pacífico: ¡abrámosle nuestro corazón! Sólo Él puede librarnos de la enemistad, del odio y de la violencia, porque Él es la misericordia y el perdón de los pecados. Recemos por todos nuestros hermanos y hermanas que sufren a causa de la guerra; de modo especial pienso en la atormentada Ucrania, donde tantas personas se encuentran sin electricidad a causa de los intensos ataques contra las infraestructuras, que, además de causar muerte y sufrimiento, conllevan el riesgo de una catástrofe humanitaria aún mayor. Por favor, no olvidemos a la martirizada Ucrania y pensemos en Gaza, que tanto está sufriendo, y en tantos otros lugares de guerra.
Y ahora nos dirigimos en oración a la Virgen María: aprendamos de ella a permanecer junto a Jesús durante los días de la Semana Santa, para llegar a la alegría de la Resurrección.