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El estudio desde tiempos de Moisés de un pastor valdense

La masculinidad en la Biblia

 La maschilità nella Bibbia  DCM-003
02 marzo 2024

¿Cómo puede la mirada del género influir en la lectura de las Escrituras bíblicas y en qué medida lo contrario, es decir, la pertenencia a un sexo hunde sus raíces en una determinada manera de interpretar las Escrituras? No es nada nuevo hablar de la relación entre género, poder y privilegio y cómo esto puede, más a menudo de lo que creemos, adoptar rasgos de violencia sistémica. Quién sabe, si detrás de lo que veo como hombre, socializado con el género masculino, hay una historia más compleja, llena de vericuetos, de batallas por la autoaceptación de uno mismo, de trabajo en colectivos para promover una nueva forma de ser hombre en las relaciones. Poco importa si detrás del masculino que veo hay un homosexual, bisexual, casado, padre, viudo, enfermo, sano, creyente, ministro de religión o no. Sin embargo, para aprender a habitar las complejidades de hoy es necesario saber detenerse y escuchar las historias de los demás. Ser hombre de cierta manera es también una de las posibilidades, no la única, aunque sea mayoritaria, pero se pueden encontrar minorías, llamadas a marcar la diferencia. Y en esta maraña de procesos también la fe, las Iglesias y una determinada manera de leer las Escrituras pueden formar forma concreta de vivir y vivir en relación con los demás.

En este sentido, no se puede pensar en practicar una lectura del texto bíblico que no considere la diversidad de las subjetividades, de quienes lo miran y se reflejan en él. Precisamente porque esa Palabra que implica y se encarna de forma distinta en cada una de nuestras vidas, y no significa de manera más o menos correcta, es necesario saber vivirla y aplicar un método de lectura que sea capaz considerar la diversidad y complejidad de cada individuo, teniendo en cuenta todas las variadas facetas que componen su identidad, desde el sexo, la orientación sexual o la raza hasta el recorrido migratorio pasando por las capacidades físicas. Esta mirada que cruza los distintos componentes de la identidad del sujeto se define como interseccional (Rachele Borghi, Decolonialità e privilegio. Pratiche femministe e critica al sistema-mondo, Meltemi, 2020- Decolonialidad y privilegio. Prácticas feministas y crítica del sistema mundial), y nació precisamente para mostrar la complejidad de todo tipo de opresión.

Así como esta práctica nos permite habitar la realidad con una mayor conciencia del sistema opresivo que nos rodea, lo mismo ocurre con el texto bíblico y su interpretación: a lo largo de los siglos hemos sufrido la mirada de un único sujeto que se percibía como universal, es decir hombre, blanco, heterosexual, sano y hombre de familia. Gracias al trabajo realizado por todas esas “otras” subjetividades, hoy es posible e incluso necesario proponer una lectura nueva y diferente de la Escritura, a partir precisamente de los personajes bíblicos.

Mi proyecto de tesis Moisés: el mito de un hombre, el relato de un hombre. Intentar releer la masculinidad del profeta por excelencia (ed. Claudiana, 2021) quería, precisamente, aplicar una lectura de género desde el punto de vista masculino, a través de las claves de interpretación que ofrecen los estudios de hombres sobre la figura de Moisés y su forma de estar dentro del género masculino o, mejor dicho, de qué manera correspondería o no a la norma. En concreto, es interesante prestar atención a cómo las acciones de Moisés cambian según el sujeto que encuentra. En el episodio de conflicto entre hermanos relatado en Números en el capítulo 12, el papel predilecto de Moisés viene confirmado por el propio YHWH quien, a su vez, lanza su castigo no contra los hermanos, sino exclusivamente contra su hermana de Moisés y Aarón, María:

“Y el Señor les habló: «Escuchad mis palabras: si hay entre vosotros un profeta del Señor, me doy a conocer a él en visión y le hablo en sueños; no así a mi siervo Moisés, el más fiel de todos mis siervos. A él le hablo cara a cara; abiertamente y no por enigmas; y contempla la figura del Señor. ¿Cómo os habéis atrevido a hablar contra mi siervo Moisés?». La ira del Señor se encendió contra ellos, y el Señor se marchó. Al apartarse la Nube de la Tienda, María estaba leprosa, con la piel como la nieve. Aarón se volvió hacia ella y vio que estaba leprosa”. Surge claramente el elemento de diferencia, es decir, de lo masculino definido como distancia total de lo que es su opuesto, es decir, lo femenino. Y aunque no se haga explícito, queda claro cómo esta visión ha asumido posteriormente, también gracias a otros textos, no solo una idea de diferencia, como también de perfección e imperfección: lo masculino corresponde a la gloria de Dios, mientras lo femenino era un corolario, un apéndice o una derivación incompleta.

Otro aspecto interesante de la representación masculina dentro de los textos bíblicos es la forma en que se concibe lo masculino en relación con otras figuras masculinas. Una categoría social en la que resulta apropiado este tipo de lectura de género es la de los profetas como propone la académica Rhiannon Graybill en su ensayo: Are we not men? Unstable masculinity in Hebrew Prophets (¿No somos hombres? Masculinidad inestable en los profetas judíos). Si tomamos el ejemplo de Jeremías, él es llamado por el Señor y confirmado en su vocación por el mismo YHWH a pesar de su corta edad, que él presenta como un defecto: “El Señor me contestó: —No digas que eres un niño, pues irás adonde yo te envíe y dirás lo que yo te ordene”.

Toda la historia de Jeremías será una exposición a la crítica y al rechazo del pueblo y, en particular, del establishment masculino de la época, porque es portador de una palabra y un mensaje que va contracorriente y es crítico: el mensaje de YHWH hacia su pueblo. Jeremías se encuentra frente al conflicto con los demás sujetos masculinos con los que se relaciona “horizontalmente”, es decir, los miembros del pueblo que deben constituir su red relacional, y el sujeto masculino “vertical” entendiendo la figura de YHWH como superior y desde el cual procede la aprobación hacia Jeremías y que, en cambio, lo coloca en contraste y separación de los demás.

Y es precisamente sobre este último aspecto de la masculinidad bíblica que creo importante reflexionar, es decir, sobre la influencia que genera relacionarnos con una masculinidad “superior” como la de Dios y cómo esto ha influido y sigue influyendo en nuestra forma de ser y concebir las relaciones. Cuando Dios elige a Josué como sucesor de Moisés, también se transmite una aprobación y elección explícita por parte de Dios de un súbdito sobre otro, interrumpiéndose esa práctica canónica de transmisión dentro de la misma familia, de padres a hijos. En su vocación, la promesa de la presencia de Dios con Josué es la certeza del éxito en aquella parte de la conquista de la tierra prometida más física, bélica y violenta y menos dialogante y mediadora. Así, la violencia y las proezas masculinas se describen como virtudes que representan un modelo masculino aprobado por Dios, mientras que podrían leerse más fácilmente como una muestra representativa de la situación social de Israel en ese momento, empeñado en mantener límites entre sí y los demás pueblos, tanto desde el punto de vista del género, como de las creencias, y de su propia teo-historia.

En el ensayo Une Bible des Hommes editado por Denis Fricker y Elisabeth Parmentier se sostiene que “la Biblia de los hombres existe ya, y es la Biblia, la Santa Biblia, la fuente de la norma de fe en la tradición cristiana”. Una relectura de esas páginas y de esos personajes, incluidos los masculinos, nos permite ver no solo un único sujeto supuestamente universal y normativo, sino que puede ser el espacio para crear nuevas miradas sobre el mundo, sobre el género y sobre las relaciones, promoviendo la práctica de nuevas dinámicas de género y autoconocimiento a partir de la otra lectura de esa Palabra y sus historias.

de Gabriele Bertin
Pastor valdense a cargo de la Iglesia valdense de Taranto, Grottaglie, Brindisi y la diáspora salentina.