Las incómodas hijas de Eva

Las llamaban “las hijas incómodas de Eva”. Eran laicas y religiosas, “historiadoras, antropólogas, filósofas y teólogas”, decididas a renovar una Iglesia que parecía estancada en “la idea de la inferioridad natural de la mujer, el fallido varón, como había reiterado Santo Tomás”. A finales del siglo XX, aquellas mujeres eran “una espina clavada en la Iglesia tradicional”, pero también el motor de un cambio profundo que continúa hoy.

Liliana Madeo, periodista y ensayista, lo cuenta en un denso capítulo de sus Mujeres “malas”, un mosaico de figuras femeninas que recorre cincuenta años de historia italiana, desde finales de los años cuarenta hasta finales de siglo. Y quizás sorprenda encontrar a una teóloga como Adriana Valerio, a una intelectual ermitaña como Adriana Zarri o a una monja como Theresa Kane, que dirigiera públicamente al Papa Juan Pablo II la invitación a incluir a las mujeres “en todos los ministerios sagrados”. Esta galería de retratos es variopinta. Comienza con una asesina, Rita Fort, y termina con una ambientalista, Anna Donati, la primera mujer nombrada para el consejo directivo de una empresa estatal. La elección de estos perfiles solo se explica si recordamos que, la irrupción en escena de mujeres laicas que en sus grupos “hacían teología”, y de religiosas que ya no querían ser consideradas “esclavas de Dios”, sembró confusión y escándalo, pero sirvió también para “estimular ese pensamiento sobre las mujeres que condujo al mensaje revolucionario del Pontífice sobre el “genio” femenino en los años noventa”.

Publicado por primera vez en 1999, reeditado ahora por la editorial Miraggi, el ensayo de Madeo no ha perdido nada de su frescura. Y, de hecho, es aún más relevante hoy al arrojar nueva luz sobre personajes como Franca Viola quien, al negarse a casarse con el joven que la había secuestrado y violado, inició el largo proceso que condujo a la cancelación de reliquias del patriarcado como el matrimonio a la fuerza. Una historia útil para medir hasta dónde han llegado las mujeres y toda la sociedad en una Italia donde hace sesenta años estaba prohibido incluso escribir sobre la píldora anticonceptiva en los periódicos, pero nadie se escandalizaba si doce diputados enviaban coronas de flores al funeral de un miembro de la Camorra.

de Bianca Stancanelli