“Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y bienvenidos! Me alegra daros la bienvenida, periodistas alemanes, reunidos en la Gesellschaft katholischer Publizisten Deutschlands. ¡Bienvenidos a todos! Tenéis en vuestras manos el discurso que tengo que pronunciar, lo tenéis en vuestra lengua. Yo pronunciaré el original italiano. Y os doy las gracias, os doy las gracias por vuestro trabajo, que no es fácil, el trabajo de periodista, es una cosa hermosa comunicar. Le deseo lo mejor. Ahora quiero despedirme de ustedes, y les pido que recen por mí. ¡Betet für mich, bitte! Diese Arbeit ist nicht einfach, nicht. Betet für mich. Aber betet "für", nicht gegen. Muchas gracias por todo. Gott segne euch. [¡Rezad por mí, por favor! Este trabajo no es fácil, no. Por favor, rezad por mí. Pero rezad “por”, no contra. Gracias por todo. Que Dios os bendiga]”. Lo dijo el Papa saludando a una delegación de la Sociedad de Publicistas Católicos de Alemania, recibida en audiencia en la Sala del Consistorio la mañana del jueves 4 de enero. Publicamos, a continuación, el texto escrito por Francisco.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Su asociación se propone el compromiso con el ecumenismo, el diálogo interreligioso y también la defensa de la paz, la libertad y la dignidad humana. Estos objetivos están más actuales que nunca. ¡Cuántos conflictos hoy en día, en lugar de ser apagados por el diálogo, son alimentados por noticias falsas o declaraciones incendiarias en los medios de comunicación! Por eso es tanto más importante que ustedes, fuertes en sus raíces cristianas y en la fe vivida cotidianamente, "desmilitarizados" de corazón por el Evangelio, apoyen el desarme del lenguaje. Esto es fundamental: fomentar tonos de paz y comprensión, construir puentes, estar disponibles para escuchar, ejercer una comunicación respetuosa hacia el otro y sus razones. Esto es urgente en la sociedad, pero también la Iglesia necesita una comunicación " amable y al mismo tiempo profética " (Mensaje para la lvii Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 24 de enero de 2023).
La Iglesia en Alemania ha emprendido un camino sinodal, sobre el que escribí una carta en 2019, que espero sea más conocida, meditada y puesta en práctica, ya que expresa dos aspectos que considero fundamentales para no desviarse del camino. En primer lugar, el cuidado de la dimensión espiritual, es decir, la adaptación concreta y constante al Evangelio y no a los modelos del mundo, redescubriendo la conversión personal y comunitaria a través de los Sacramentos y la oración, la docilidad al Espíritu Santo y no al espíritu de los tiempos. Y luego la dimensión universal, católica, para no concebir la vida de fe como algo relativo sólo al propio ámbito cultural y nacional. La participación en el proceso sinodal universal es buena desde este punto de vista. Los comunicadores católicos tienen un valioso rol a desempeñar en estas situaciones: proporcionando informaciones correctas, pueden ayudar a aclarar malentendidos y, sobre todo, evitar que surjan, ayudando a la comprensión mutua y no a las oposiciones.
En cualquier caso, es importante no tener una actitud introvertida, sino “salir” para llevar el mensaje cristiano a todos los ámbitos de la vida, utilizando los medios y las posibilidades disponibles hoy. Una Iglesia preocupada sobre todo por sí misma se enferma de auto-referencialidad. La Iglesia, en cambio, es misión, y los comunicadores católicos no pueden dejar de implicarse y permanecer, por así decirlo, “neutrales” respecto al mensaje que transmiten. Me gusta recordar, a este respecto, que “La neutralidad de los medios de comunicación es aparente: sólo quien comunica poniéndose en juego a sí mismo puede representar un punto de referencia”. (Mensaje para la xlviii Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 24 de enero de 2014).
Queridísimos amigos, ustedes proceden de un país próspero y desarrollado, pero incluso allí encuentran, a veces ocultas, no pocas penurias. Pienso en el fenómeno de la pobreza infantil, en las familias que no saben cómo pagar sus facturas y en la situación de tantos emigrantes y refugiados, que Alemania ha acogido en gran número. Allí el Dios del amor espera la buena noticia de nuestra caridad: espera que los cristianos salgamos y vayamos hacia las personas marginadas. Y por eso se necesitan también comunicadores que den relieve a las historias y a los rostros de aquellos a los que pocos o nadie prestan atención. Cuando comunican, entonces, piensen siempre en los rostros de la gente, sobre todo de los pobres y de los sencillos, y partan de ellos, de su realidad, de sus dramas y de sus esperanzas, ¡aunque hacerlo signifique ir contracorriente y desgastar las suelas de sus zapatos!
Hermanas y hermanos, les agradezco por su presencia y por su trabajo. Los bendigo de corazón. Y ustedes, por favor, no se olviden de rezar por mí.