Guías especiales
Misioneras
“El arte hace visible lo invisible”, dice sor Rebecca Nazzaro mientras espera que se complete el grupo para visitar el Palacio Apostólico de Letrán, en Roma, la primera residencia de los pontífices. “Esta ciudad tiene una inmensa riqueza artística, histórica y religiosa que muchas veces se desconoce. Aquí intentamos concienciar a la gente sobre la historia de estas obras, que también coincide con las raíces de nuestra fe, y restaurar esta extraordinaria función del arte de hacer visible lo invisible, dejar que Dios, a través del genio de los artistas, toque el corazón”. Esta mujer decidida y sonriente vestida con un vestido verde es la superiora de las Misioneras de la Divina Revelación. Una pequeña comunidad, 19 en total, conocida en Roma, aunque solo sea por el particular color de su vestimenta. Es posible encontrarlas en la Basílica de San Pedro o en los Museos Vaticanos, donde son guías oficiales. Pero también en otros lugares sagrados de la capital. Nacieron con la misión de “formar al pueblo de Dios en la vida cristiana” a través de todos los medios disponibles, desde la catequesis hasta los grupos de oración. Pero desde hace algunos años se especializan como guías. Organizan visitas para adultos, niños, sacerdotes, grupos de peregrinos y turistas. Con una mirada que, sin embargo, no se limita a la explicación cultural o histórica. “Los artistas – explica sor Rebeca – logran crear, como don de Dios, lo indecible. El arte es ese medio extraordinario que llega directamente al corazón. Y Dios habla al corazón de cada hombre. Por eso, es un extraordinario instrumento misionero. Esto es lo que intentamos hacer. Quizás haya guías que sean técnicamente mejores que nosotras. Pero cuando explico el Juicio Final, en la Capilla Sixtina, explico algo en lo que creo. Esta es la diferencia. Y me interesa que la gente entienda el significado de lo que ven. Queremos que Dios toque los corazones a través de lo que hacemos. Por eso, nuestras visitas nunca terminan, porque la gente hace mil preguntas”, cuenta. Y entonces se quedan para responder hasta la última pregunta. Y así, la visita se convierte en algo más.
Su historia es reciente. Nacieron de Madre Prisca, laica consagrada, devota de la Virgen de la Divina Revelación, llamada así por la milagrosa aparición a Bruno Cornacchiola, un conductor de tranvía que había rechazado a la Iglesia, ocurrida el 12 de abril de 1947 en el lugar donde hoy se encuentra el Santuario de Tre Fontane. Madre Prisca conoció a Cornacchiola, se convirtió en su colaboradora y fundó con él una asociación catequética. Cuando en 2001 murió la Madre, la asociación se transformó en una orden religiosa reconocida por la Iglesia. El encuentro con el arte es casual. “El cardenal Ruini – dice sor Rebeca – nos pidió estar presentes en la basílica de San Juan de Letrán y aceptamos. Luego nos preguntamos qué podíamos hacer que fuera útil. Hay un museo en la iglesia y nació en nosotras la curiosidad por profundizar en la historia de lo que se conservaba”. Solo una de ellas había estudiado historia del arte. “Comenzamos con la visita de un grupo de niños de catequesis explicándoles la nave central, con episodios del Antiguo y Nuevo Testamento, la llamada Biblia de los pobres”. Desde entonces, hubo más gente que les pidió la visita guiada. Se corrió la voz y aumentaron las peticiones, incluyendo también a otras iglesias. La noticia llegó al cardenal Angelo Comastri quien en 2007 quiso conocerlas para pedirles que hicieran lo mismo en la basílica de San Pedro.
Hoy las Misioneras de la Divina Revelación, además de ser las guías oficiales de la Basílica de San Pedro y de los Museos Vaticanos, ofrecen diez itinerarios fijos: San Pedro y las Grutas Vaticanas, San Juan de Letrán, Museos Vaticanos, Santa María la Mayor, San Pablo Extramuros, Santa Cruz en Jerusalén, San Lorenzo Extramuros, Santa Inés, Santa Cecilia, Santa Práxedes y Santa Pudenciana. Y también visitas para escuelas, catequesis con arte e itinerarios temáticos. Por ejemplo, en la Basílica del Sagrado Inmaculado Corazón de María en Parioli organizaron una visita bajo el tema “Bienaventurados los limpios de corazón”; en San Lorenzo Extramuros una sobre la comunión de los santos; en la Basílica de San Ambrosio otra sobre las virtudes; y en la iglesia de San Ignacio de Loyola una catequesis titulada “Cuando la tierra sube al cielo”. También mantienen encuentros online y acompañan a turistas y peregrinos a descubrir esculturas y pinturas sagradas en Roma. Al saludarnos, sor Rebeca cita el episodio de los discípulos de Emaús: “¿Recordáis cuando dice: ‘¿No nos ardía el corazón en el pecho cuando nos hablaba?’. Aquí, ante nuestros ojos, por la Gracia de Dios, ocurre este milagro. Somos instrumentos de Dios y, cuando los corazones vibran, entra la Gracia de Dios en ellos”.
de Elisa Calessi
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