· Ciudad del Vaticano ·

El Papa a los representantes de las poblaciones de la Italia central golpeados con el terremoto del 2016-17

La persona en el centro de la ciudad

 La persona en el centro de la ciudad  SPA-048
01 diciembre 2023

La reconstrucción después del terremoto debe afrontar «las crisis de la despoblación y del decrecimiento demográfico», sin olvidar el compromiso por el respeto de la naturaleza y «la seguridad hidrogeológica» del territorio. Lo dijo el Papa Francisco recibiendo en audiencia, en la Sala Clementina, a los representantes de las poblaciones del centro de Italia golpeadas por el terremoto del 2016-17.

¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

Os acojo en vuestra peregrinación a Roma. Saludo al cardenal, a los obispos y las numerosas autoridades civiles, locales y estatales, y os doy mi bienvenida a todos.

Venís de la zona de Italia marcada por las heridas del terremoto que, entre el 24 de agosto de 2016 y enero de 2017, sembró muerte y destrucción, dejando detrás de sí tantas heridas en las personas y en las familias, destruyendo centros productivos, casa y monumentos artísticos y poniendo de rodillas la economía de vuestros territorios en varios sectores. La del terremoto es una experiencia devastadora, tanto física como moralmente, porque hace caer en poquísimo tiempo aquello por lo que se ha trabajado durante generaciones, y hace sentir frágiles e impotentes: es la experiencia de cada uno de vosotros.

Y también nosotros hoy, mientras recordamos con dolor la tragedia y las víctimas, a cuyos parientes quiero renovar mi cercanía, podemos, gracias a vuestra perseverancia y amplitud de miras, hablar también de pasos significativos hacia adelante en la reconstrucción. En estos años habéis demostrado que el espíritu de colaboración puede vencer obstáculos e incertidumbres, constituyéndoos «en un “nosotros” que habita la casa común» (Cart. enc. Fratelli tutti, 17), para que de los escombros pueda nacer algo nuevo. Habéis sabido acoger la oportunidad para un nuevo inicio, especialmente con el programa de regeneración socio-económica Next Appennino, proponiendo tres atenciones muy importantes: a la sostenibilidad, a la naturaleza y a los actuales cambios climáticos. Detengámonos un momento sobre estas. Atención a la sostenibilidad. «El desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la […] búsqueda de un desarrollo sostenible e integral» (Cart. enc. Laudato si’, 13). En esta óptica adoptar criterios adecuados de sostenibilidad es un acto importante de justicia y de caridad, porque busca satisfacer las necesidades sin comprometer la seguridad y la supervivencia de quien está a nuestro alrededor y de quien vendrá después de nosotros. Es confortante ver como habéis sabido configurar la reconstrucción sobre la eliminación de los desperdicios, sobre la valoración y la distribución justa de los recursos, sobre la tutela de los más frágiles y sobre la eliminación de las barreras arquitectónicas. Así, frente a un «desmedido y desordenado de muchas ciudades que se han hecho insalubres para vivir» (ivi, 44) por contaminación, caos, aislamiento, marginación y soledad, especialmente para los ancianos y los sujetos débiles, dirigido a modelos urbanos en los que sea «deseable vivir» (ivi, 143), integrando las exigencias unidas al crecimiento económico y al desarrollo técnico con las de una buena calidad de vida, personal y comunitaria. Significa volver a poner a la persona en el centro de la ciudad: la persona en el centro de la ciudad. Este es el camino a seguir siempre: la persona. Es el camino que podrá ayudar también a afrontar las crisis de la despoblación y del decrecimiento demográfico, ofreciendo la posibilidad de vivir en ambientes ricos de todo lo que los padres han dejado, incrementado y embellecido por una gestión sabia para la comunidad: el todo, siempre con la máxima atención para vigilar sobre la legalidad de las adquisiciones y de los procedimientos, y sobre la seguridad en el trabajo. La despoblación es un problema clave. En Italia no se tienen hijos, es grave. Tenemos una edad media de 46 años. Parece que las familias prefieran tener cachorros o gatos y no hijos: es la “cultura veterinaria”. Estemos atentos a esto. ¿Esta es la herencia que dejamos?

Vamos al segundo punto: atención a la naturaleza. Las regiones de las que venís están entre las más hermosas de Italia y del mundo, conocidas también a nivel internacional por la fascinación de los paisajes y por la presencia de antiguos pueblos y ciudades situadas como pequeñas joyas a lo largo de las laderas de los montes, sobre las colinas y en los valles. Es un modelo de armonía entre la obra de Dios y la del hombre. Construir con atención al ambiente, tutelando la belleza y la salud, promoviendo «una cultura de la vida compartida y del respeto a lo que nos rodea» (Laudato si’, 213), ayuda de hecho a «vivir la vocación de ser protectores de la obra de Dios» (ivi, 217), y esta es nuestra misión. De hecho, comportamientos destinados a no desfigurar el paisaje con construcciones excesivamente invasivas y antiestéticas, a no contaminar el ambiente, a no alterar los hábitats de las otras especies animales y vegetales, a «reducir el consumo de agua, separar los residuos, […] plantar árboles», todo esto «es parte de una generosa y digna creatividad, que muestra lo mejor del ser humano» (ivi, 211). Os animo en vuestro propósito de hacer de la reconstrucción una oportunidad también en este sentido: para remediar los errores del pasado y configurar de forma diferente los planos de crecimiento para el futuro. Es una urgencia, creo, para toda Italia. Junto al compromiso para la natalidad, el de la seguridad hidrogeológica representa una necesidad vital, que se ha vuelto aún más necesario por la aceleración de los cambios climáticos. Ambos frentes tienen visión de futuro, esenciales para hoy y mañana.

Y este es el último punto: atención a los cambios climáticos. «Es indudable que el impacto del cambio climático perjudicará de modo creciente las vidas y las familias de muchas personas. Sentiremos sus efectos en los ámbitos de la salud, las fuentes de trabajo, el acceso a los recursos, la vivienda, las migraciones forzadas, etc.» (Exhort. ap. Laudate Deum, 2). Por eso es importante por un lado tomar todas las precauciones necesarias para detener la deriva actual y por otro, habiendo tomado nota de los cambios que ya han ocurrido, tomar medidas para abordarlos, tanto a nivel global como local. Se trata, por ejemplo, de cuidar más la limpieza de los bosques y de los cauces de ríos y arroyos; de reducir y desalentar la cementación del territorio; de introducir nuevos tipos de cultivos y especies ganaderas en el sector agrícola, con inversiones adecuadas para los próximos años. También aquí es cuestión de una mirada abierta, atenta a los otros y a quien vendrá después de nosotros; no hay que dejarse desanimar por las críticas y los descontentos.

Queridos amigos, soy solidario con vuestra fatiga y con vuestras preocupaciones. Estoy cerca de cuantos sufren por la pérdida de personas de la familia y de medios de subsistencia. El camino de la reconstrucción después del terremoto es largo y ciertamente no fácil, y yo aprecio mucho el hecho de que el espíritu con el que vosotros lo afrontáis es bueno, que el alma esté decidida y que las ideas son claras. Gracias. Os deseo buen camino, la Virgen os acompañe.