· Ciudad del Vaticano ·

Fiesta de la fraternidad y compartir

 Fiesta de la fraternidad y compartir  SPA-047
24 noviembre 2023

“La pobreza es un escándalo; es un escándalo. Cuando el Señor vuelva nos pedirá cuenta”. Resonó esta advertencia del Papa Francisco en la basílica de San Pedro el domingo 19 de noviembre por la mañana, con motivo de la Jornada Mundial de los Pobres.

Lo escucharon muchísimas personas indigentes, migrantes, desempleados y sin hogar. Es su fiesta, una cita anual de compartir y fraternidad que se renueva por séptima vez y que este año tiene como tema un pasaje del libro bíblico de Tobías (4, 7): «No apartes la mirada del pobre».

Hace solo tres días se publicó el Informe de Cáritas sobre la pobreza en Italia, en el que se destaca que la platea de los indigentes se ha ampliado y afecta no solo a un grupo de población más débil, sino también a aquellos que se enfrentan a un factor repentino, como la pérdida de empleo o una enfermedad.

Dificultades y problemas que muchos de los presentes en la celebración han llevado en el corazón y que han encontrado eco en las intenciones universales proclamadas durante la misa: se ha rezado, en portugués, por la Iglesia en camino en el mundo, para que no aparte la mirada del pobre, sino que lo cuide, llevando a todos el Evangelio de Cristo y el testimonio de la caridad»; en chino, por las personas marginadas y excluidas; en francés, por las víctimas de la violencia y de la guerra; en coreano, por los enfermos y los ancianos; en alemán, por las familias, especialmente las más indigentes.

El concelebrante en el altar de la Confesión fue el arzobispo Rino Fisichella, pro-prefecto del Dicasterio para la Evangelización - Sección para las cuestiones fundamentales de la evangelización en el mundo, al que se unieron en el momento de la consagración eucarística el cardenal limosnero Konrad Krajewski, prefecto del Dicasterio para el Servicio de la Caridad, y el obispo Fran-Peter Tebartz van Elst, delegado para la catequesis del Dicasterio para la Evangelización.

Con el Papa —que presidió el rito desde la nave central bajo la estatua de san Longino— concelebraron dieciséis cardenales, entre ellos Leonardo Sandri, vicedecano del Colegio cardenalicio; numerosos prelados, entre ellos el arzobispo Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones internacionales, y sacerdotes. Después de la misa en la basílica y el rezo del Ángelus en la plaza, el Pontífice participó, en el Aula Pablo vi , en el almuerzo —organizado por el Dicasterio para el Servicio de la Caridad— junto con unas 1.200 personas sin hogar, personas con discapacidad y refugiados.

Al principio, el Papa invitó a rezar y dar gracias al Señor para que «nos bendiga, bendiga las comidas y bendiga este momento de amistad, todos juntos, y nos acompañe en la vida». «El Señor —dijo— nos bendiga a todos, bendiga esta comida, bendiga a las personas que la han preparado; bendiga a quienes ayudan tanto en nuestras vidas». También al final del almuerzo, Francisco quiso dirigir un saludo a los presentes: «Me gustaría agradecerles su presencia, y agradecer a las personas que han trabajado por esto: a ustedes, que han servido, gracias». También expresó su gratitud a la Fundación Hilton, que ofreció el almuerzo, y a todos los que proporcionaron lo necesario para organizar el evento: «a las empresas, a la gente que ayudó materialmente, pero también a todos ustedes, los que dieron el espíritu, hermoso, para este almuerzo». Luego, se despidió, invitando a todos a seguir adelante y concluyendo con la bendición.