Tras las huellas
de Umm Waraqah

Umm Waraqah bint ‘Abdullāh era una mujer de la Medina experta en el Corán (hāfiza). Estaba entre quienes lo transmitieron de memoria antes de que fuera puesto por escrito. El profeta Mahoma se refirió a ella como “la mártir” porque deseaba morir como tal y, por ello participó en la batalla de Badr (624 d.C.). El profeta Mahoma le encargó que guiara en la oración a la gente de su casa (la palabra en el texto se refiere a la residencia, pero también al barrio o al pueblo), la familia extensa, que estaba formada por hombres y mujeres. La “gente de la casa de Umm Waraqah” era tan numerosa que el Profeta había designado un muecín para que hiciera la llamada a las cinco oraciones del día.

Este hadīth, que no se discute por estar clasificado como bueno (hasan), ha tenido diferentes interpretaciones. Aunque no se especificaba, muchos estudiosos han afirmado que la tarea era dirigir la oración solo para las mujeres de la casa de Umm Waraqah; otros, en cambio, creen que el encargo era para todos los familiares y sirvientes varones. El texto no da indicaciones sobre la composición de género del grupo detrás de Umm Waraqah, pero habla de forma genérica de la “gente de la casa” y ha sido interpretado por la mayoría de que hace alusión a las mujeres. Pero como ahl* también se puede entender a todas las personas de la casa, ya que el término indica una familia extensa, un grupo, una comunidad (por ejemplo, a los cristianos y judíos se les llama en el Corán Ahl al-Kitab, “Gente del Libro”); además, el Profeta no especificaba que se refería “a las mujeres de la casa”.

Quienes niegan la facultad de dirigir la oración para las mujeres apelan al principio de analogía (qiyas*) citando el ejemplo de Aisha, quien parece que nunca dirigió a los hombres en la oración a pesar de que muchos de ellos estaban menos formados que ella en ciencias religiosas. Por el contrario, Aisha sí dirigió a las mujeres en las oraciones obligatorias en la mezquita.

de Marisa Iannucci