· Ciudad del Vaticano ·

A oficiales y militares del Arma de Carabineros el Papa recuerda el heroico sacrificio de Salvo D’Acquisto

Servidores del bien común contra la ilegalidad, la criminalidad y la mentalidad mafiosa

 Servidores del bien común contra la ilegalidad,  la criminalidad y la mentalidad mafiosa   SPA-039
04 octubre 2023

«Luchar contra todo tipo de ilegalidad, contra la criminalidad organizada y contra un sentido de impunidad a veces demasiado enraizado, contra la mentalidad mafiosa»: es la petición encomendada por el Papa Francisco a los oficiales y a los militares del Arma de los Carabineros, recibidos en audiencia la mañana del sábado 16 de septiembre, en la plaza de San Pedro, en el 80º del heroico sacrificio del vice sargento Salvo D’Acquisto.

¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

Os acojo con alegría y os doy las gracias por haber venido. Es hermoso encontraros. Hoy estamos aquí en el recuerdo del vice sargento Salvo D’Acquisto, siervo de Dios y héroe de la Patria, que pagó con el sacrificio de la vida su compromiso en el Arma de los Carabineros y hace ochenta años, el 23 de septiembre de 1943, se inmoló para salvar a los rehenes inocentes capturados por las tropas nazis.

Nos hace bien mirar a vuestro colega, en la misión que realizó con espíritu de abnegación, al testimonio extremo que nos dejó. Recordemos juntos, pero no para quedarnos fijos en el pasado sino, más bien, para reencontrar motivaciones sólidas sobre las que construir el futuro. Recordar a este colega no significa persistir en una conmemoración estéril que se queda dirigida atrás, sino aprender, de ese sacrificio y de esa generosidad, a renovar hoy el compromiso en el Arma, al servicio del bien y de la verdad, al servicio de la sociedad.

Salvo D’Aquisto vivió en años terribles: el mundo estaba en guerra, en Europa arreciaban las persecuciones raciales y la lógica del odio parecía prevalecer. En la pequeña periferia de Torrimpietra, a la cual había sido invitado después de su petición de querer sentirse útil con la gente pobre, veintidós hombres jóvenes corrían el riesgo de ser fusilados por parte de la SS. La falsedad de las acusaciones dirigidas a ellos, la rabia ciega de venganza de la que eran víctimas, el poder del odio que prevalecía sobre la piedad, fueron socavados por la generosidad de aquel joven vice sargento, que rápidamente se acusó a sí mismo en lugar de los demás y convenció a los responsables de que él era el único que debía ser ejecutado. Cómo no ver, en el contexto de esta dramática y conmovedora historia, la imitación de Jesús que, enviado por el Padre para manifestarnos su amor, dio la vida para liberarnos del poder de la muerte, tomó sobre sí nuestras culpas, «y con todo eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores los que soportaba» y precisamente «con sus cardenales hemos sido curados» (Is 53,4-5).

También hoy la historia y el sacrificio del vice sargento D’Acquisto representan una advertencia de gran actualidad: mientras vivimos un tiempo contaminado por el individualismo y la intolerancia hacia los demás, además de la exacerbación de muchas formas de violencia y odio que vemos en nuestras ciudades, su testimonio nos da un mensaje lleno del poder del amor. A vosotros, que estáis cotidianamente comprometidos al servicio de la justicia y de la legalidad – ¡y cuánta necesidad de legalidad hay hoy! - quisiera decir que todo esto encuentra su razón y su fin último en el amor. La justicia, de hecho, no tiende simplemente a imponer sanciones a quien se ha equivocado, sino a restablecer a las personas en el signo del respeto y del bien común. En este sentido vuestra misión es grande. Quisiera decir que vosotros Carabineros estáis llamados no solo a “hacer vuestro deber”, aplicando reglamentos y procedimientos, sino a hacer más justa y más humana la sociedad. Por eso es hermoso que seáis personas apasionadas, apasionadas como Salvo D’Acquisto; servidor del Estado y del bien común, que combaten la injusticia, defienden a los más débiles, ofrecen un sentido de protección a nuestras ciudades. El afecto de los italianos por vosotros testimonia que estas no son solo palabras sino, gracias al ejemplo de tantos de vosotros, ¡son realidad!

Cierto, todo esto requiere sacrificio y empeño, disciplina y disponibilidad, sentido de responsabilidad y dedicación. Pienso en aquellos de vosotros que se encuentran inmersos en contextos difíciles, en los que la justicia a menudo es pisoteada, llamados a luchar contra todo tipo de ilegalidad, contra la criminalidad organizada y contra un sentido de impunidad a veces demasiado enraizado, contra la mentalidad mafiosa. Pienso en aquellos de vosotros que desarrollan tareas de carácter investigativo, poniendo tecnologías sofisticadas al servicio de una búsqueda paciente, meticulosa y competente, para que la mentira sea desenmascarada. Pienso también en aquellos de vosotros que, en lugares de conflicto y en contexto internacionales, saben tender la mano a la población local, convirtiéndose en artesanos de paz a través de la mediación, la promoción humana y la construcción silenciosa del bien. Y pienso además en los que desarrollan un precioso servicio cotidiano en las calles de nuestras ciudades y en los rincones de nuestros barrios: hermanos y hermanas, ¡gracias por todo lo que hacéis, gracias, gracias!

No os desanimes nunca, no caigáis en la tentación de pensar que el mal sea más fuerte, que lo peor nunca terminará y que vuestro compromiso sea inútil. Mirando a Salvo d'Acquisto, dejaos animar por la pasión por el bien. Y por favor seguid mostrando cercanía con la gente, que siempre ha reconocido este hermoso rasgo vuestro. Os bendigo a vosotros, a vuestros familiares y a vuestros seres más queridos: ¡ellos también participan en vuestra misión! Que Virgo fidelis os acompañe y, cuando la invoquéis, no os olvidéis de decir también una oración por mí. Gracias.