¿Qué me gustaría del Sínodo como teóloga musulmana? Me gustaría que se pusieran en práctica las palabras del documento preparatorio: “Una pregunta fundamental nos empuja y nos guía: ¿cómo se realiza hoy, en diferentes niveles (de lo local a lo universal), ese “caminar juntos” que permite a la Iglesia anunciar el Evangelio de acuerdo con la misión que le ha sido encomendada?; ¿Y qué pasos nos invita el Espíritu a dar para crecer como Iglesia sinodal?”. Me gustaría poder “caminar juntos” con los cristianos, sentirme incluida en ese pueblo de Dios que ya anunciaba el documento Nostra Aetate de los padres conciliares y que incluía de manera revolucionaria a los musulmanes: “La Iglesia mira con estima a los musulmanes que adoran al único Dios, vivo y subsistente, misericordioso”. Y que, sobre el hinduismo, el budismo y otras religiones incluyó: “La Iglesia católica no rechaza nada de lo que es verdadero y santo en estas religiones”.
Me gustaría poder ser parte de una comunión espiritual con mis hermanos y hermanas de la fe católica, con quienes compartimos el dogma fundamental del monoteísmo y el profundo sentido de servir al Señor. Me gustaría que se pusieran en práctica las hermosas palabras del documento preparatorio: “Reconocer y apreciar la riqueza y variedad de los dones y carismas que el Espíritu concede gratuitamente, para el bien de la comunidad y de toda la familia humana. Regenerar las relaciones entre los miembros de las comunidades cristianas, así como entre las comunidades y otros grupos sociales, por ejemplo, las comunidades de creyentes de otras confesiones y religiones”.
Me gustaría poder esperar que, como está escrito en Nostra Aetate, sabiendo que María es venerada también por los musulmanes, ella se convierta en madre espiritual para cristianos y musulmanes de una manera más visible, por ejemplo, celebrando el 25 de marzo, el día de la Anunciación, como fiesta internacional. Me gustaría que la aparición de María en el Corán, la única mujer anunciada con su propio nombre, sea apreciada también por los católicos como un signo de nuestros tiempos.
Me gustaría que el Sínodo ayudara a los cristianos a apreciar el reconocimiento de Jesucristo en el Corán, presentado como el Mensajero (rasul), el Bienaventurado dondequiera que esté (mubarak), el Purísimo (zakii), el cercano a Dios (muqarrab), el Verbo de Dios (kalimat Allah), el espíritu de Dios (ruh) y el único nacido de la Virgen con la intervención milagrosa del Espíritu Santo (ibn Mariam). Me gustaría que el Sínodo ponga de relieve encuentros históricos, sabios y valientes, - como el que tuvo lugar entre el Papa Francisco y el Imam Al Tayyeb-, para el bien de la comunidad humana.
Me gustaría que se tomaran en serio las tres palabras del Papa Francisco: inquietud, incompletitud e imaginación, propuestas en La Civiltà Cattolica.
Concluyo con el capítulo 103 del Corán, compuesto por solo tres versos:
1. ¡Por el atardecer!
2. El ser humano está en ruina
3. Salvo quienes se han abierto (a Allah) y han obrado rectamente y se han aconsejado mutuamente la verdad y se han aconsejado mutuamente la paciencia.
de Shahrzad Houshmand Zadeh