En el vuelo que desde Lisboa le llevó hasta a Roma, el domingo 6 de agosto, el Papa Francisco respondió, como es habitual en la conclusión de los viajes internacionales, a las preguntas dirigidas por los periodistas acreditados. Introduciendo el coloquio, el director de la oficina de prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, dijo: «regresamos rejuvenecidos y alegres de esta jmj , en la que nos hemos podido confrontar con los interrogantes y las expectativas que los jóvenes tienen respecto a la Iglesia, a la fe y también al mundo. Y hemos podido escuchar respuestas en sus palabras y en su presencia».
Papa Francisco - Buenas tardes y muchas gracias por esta experiencia. Hoy es el cumpleaños [de la periodista Rita Cruz]. ¡Muchas felicidades! Luego viene la tarta.
Aura Maria Vistas Miguel [Rádio Renascença] - Santidad, en primer lugar, gracias por su visita a Portugal; todo el mundo la considera ya un éxito. Todos están muy contentos. Gracias por haber venido. Encontré a un importante jefe de policía que me dijo que nunca había visto una multitud tan obediente y pacífica. Ha sido hermoso, gracias. Mi pregunta se refiere a Fátima. Sabemos que usted fue allí y rezó en silencio ante la Virgen, en la capillita. Pero había una gran expectación, en el lugar mismo donde Nuestra Señora había hecho una petición para rezar por el fin de la guerra ―ya que estamos en guerra en este momento, por desgracia―, de que el Santo Padre renovara, públicamente, la oración por la paz. Los ojos del mundo entero estaban fijos en usted ayer por la mañana en Fátima. ¿Por qué no lo hizo?
Recé, recé. Recé a Nuestra Señora y recé por la paz. No hice publicidad; pero recé. Tenemos que repetir continuamente esta oración por la paz. Durante la Primera Guerra Mundial, Ella lo pidió. Y esta vez, fue lo que yo le pedí a la Virgen. Y recé. Pero sin hacer propaganda.
JoaÞo Francisco Gonçalves Gomes [Rádio Observador] Muchas gracias, Santo Padre. Yo voy a hablar en español, creo que es más fácil para mí. Y si usted pudiera también contestar en español, sería más fácil para los portugueses entenderlo. Me gustaría preguntarle sobre los abusos de niños en la Iglesia, en Portugal. En febrero de este año se ha publicado un informe sobre la realidad de los abusos en Portugal. Casi cinco mil niños han sido víctimas en las últimas décadas. Le pregunto: ¿Ha leído, conoce este informe que ha sido entregado a los obispos? Y también, ¿qué piensa que les debe suceder con los obispos que han sabido de casos de abuso y no los han comunicado a las autoridades? Muchas gracias.
Muy bien. Bueno, como ustedes saben, de manera muy reservada, recibí a un grupo de personas que fueron abusadas. Como siempre hago en estos casos, dialogamos sobre esta peste, esta tremenda peste, ¿no? En la Iglesia se seguía más o menos la conducta que se sigue actualmente en las familias y en los barrios: se cubre, ¿no? Pensar que el 42% de los abusos, más o menos, se da en la familia o en los barrios. Todavía hay que madurar y ayudar a que se descubran esas cosas. Hasta el escándalo de Boston; ahí la Iglesia tomó conciencia de que no se podía ir por caminos aleatorios, sino que había que tomar el toro por las astas. Hace dos años y medio tuvimos la reunión de Presidentes de las Conferencias Episcopales, ahí también se dieron estadísticas oficiales sobre los abusos. Y es grave, la situación es muy grave. En la Iglesia, hay una frase que la estamos usando continuamente: tolerancia cero, tolerancia cero. Y los pastores que, de alguna manera, no se hicieron cargo, tienen que hacerse cargo de esa irresponsabilidad; se verá el modo en cada uno de ellos. Pero es muy duro el mundo de los abusos. Y en eso, yo exhorto a que estemos muy abiertos en todo esto.
Sobre lo que me preguntás de cómo va el proceso en la Iglesia portuguesa, va bien. Va bien y con serenidad, se busca la seriedad en los casos de abusados. Los números, a veces, terminan siendo agrandados, uno, por los comentarios, que siempre nos gustan, pero lo que es la realidad, se está llevando bien y eso a mí me da cierta tranquilidad.
Yo quisiera tocar un punto, y a ustedes, como periodistas, les pido que colaboren en esto. Hoy día ―¿tienen telefonino ustedes, teléfono?―, bueno, en cualquiera de estos teléfonos, pagando algo y con alguna clave, se tiene acceso al abuso sexual con menores. Esto entra en nuestras casas y el abuso sexual con menores se filma en vivo. ¿Dónde se filma? ¿Quiénes son los responsables? Esta es una de las pestes más graves, junto a todo el resto, pero quiero subrayar esto porque, por ahí, no se nos ocurre que las cosas son tan radicales. Cuando vos usás un nene para hacer un espectáculo de abuso, llama la atención. El abuso es como "comerse" a la víctima, ¿no? O peor, herirla y dejarla viva.
Hablar con personas abusadas es una experiencia muy dolorosa, que también a mí me hace bien, no porque me guste escuchar, sino me ayuda a hacerme cargo de ese drama. Pues yo les diría, respecto a tu pregunta, lo que dije: el proceso va bien, estoy notificado de cómo van las cosas. Por ahí las noticias lo agrandaron, pero la cosa está andando bien en cuanto a esto. Pero también, con esto, de alguna manera, les digo: ayuden, ayuden a que todo tipo de abuso sea solucionado: el abuso sexual; pero no es el único. También están otros tipos de abusos que claman al cielo: el abuso del trabajo con niños, el abuso laboral en los niños, y se usa; el abuso en las mujeres, ¿no? Todavía hoy, en muchos países, se tiene como método la operación quirúrgica de las niñas: les quitan el clítoris, y eso es hoy, y se hace con una navaja, y chau. Crueldad. Y el abuso laboral, o sea, dentro del abuso sexual, que es grave y todo esto, hay una cultura del abuso que la humanidad tiene que revisar y convertirse.
Jean-Marie Guénois [Le Figaro] Santo Padre, ¿cómo está?, ¿su salud?, ¿cómo va su convalecencia? No ha leído, o sólo pequeñas partes, cinco discursos. Esto no tiene precedentes en los viajes: ¿por qué? ¿Ha tenido problemas de vista?, ¿cansancio?, ¿textos demasiado largos? ¿Cómo se siente? Y, si me lo permite, una pequeña pregunta sobre Francia: Usted irá a Marsella y Francia está contenta; pero nunca visita Francia. La gente no lo entiende; tal vez porque es pequeña, pero no muy pequeña. ¿O usted tiene algo contra Francia?
Mi salud está bien. Me quitaron los puntos, hago vida normal, llevo una faja que tengo que llevar durante dos-tres meses para evitar una posible "eventración" [en lenguaje médico: protrusión de las vísceras abdominales, ndr], hasta que los músculos estén más fuertes. Pero estoy bien. La vista. En aquella parroquia corté el discurso porque tenía una luz delante y no podía leer. Algunos, a través de Matteo, preguntaron por qué he acortado las homilías que les entregaron. Cuando hablo, no me gusta hacer homilías académicas, sino que trato de ser lo más claro posible; pues siempre que hablo, busco la comunicación. Ustedes han visto que incluso en la homilía académica hago algunos chistes, algunas risas para controlar la comunicación. Con los jóvenes, en los discursos largos estaba lo esencial del mensaje, y yo iba tomando de allí [de los discursos preparados] según cómo sentía la comunicación. Hacía algunas preguntas e inmediatamente el eco me decía por dónde iba la cosa, si estaba mal o no. Los jóvenes no tienen mucha capacidad de atención. Piensa que, si haces un discurso claro, con una idea, una imagen, un afecto, te pueden seguir por ocho minutos. Entre paréntesis, en la Evangelii gaudium, que es la primera exhortación que he escrito, redacté un largo, largo capítulo sobre la homilía. Porque está aquí un párroco [referencia a Don Benito Giorgetta, párroco di Termoli, ndr] que sabe que las homilías son, a veces, una tortura, una tortura; hablan, bla, bla, y la gente. En un pueblito, no sé si en Termoli, los hombres se salen a fumar un cigarrillo y, después, regresan. La Iglesia tiene que convertirse sobre este aspecto de la homilía; debe ser breve, clara, con un mensaje claro, y afectuosa. Este es el por qué controlo como va con los jóvenes, y le pido que repitan, y estas cosas. Pero el mensaje estaba. Yo he acortado porque a mí, con los jóvenes, me sirve el mensaje. Eso es todo.
Ahora pasemos a Francia. Fui a Estrasburgo, iré a Marsella, pero a Francia no. Existe un problema que me preocupa; es el problema del Mediterráneo. Por esto voy a Francia. Es criminal la explotación de los inmigrantes. Aquí en Europa no, porque vaya, somos más cultos, pero en los lager de África del Norte. Yo recomiendo una lectura. Hay un librito, pequeño, escrito por un inmigrante que, para venir de Guinea a España, se tardó creo que tres años porque fue capturado, torturado, esclavizado. A los inmigrantes en aquellos lager de África del Norte; es terrible.
En este momento ―la semana pasada― la asociación Mediterranea Saving Humans, estaba haciendo esfuerzos para rescatar a los migrantes que se encontraban en el desierto entre Túnez y Libia, porque los habían abandonado allí, a morir. El libro se llama "Hermanito” ―en italiano tiene el subtítulo "Fratellino”―; se lee en dos horas, vale la pena. Léanlo y verán el drama de los inmigrantes antes de embarcarse. Los obispos del Mediterráneo tendrán un encuentro, también con algunos políticos, para reflexionar en serio sobre el drama de los inmigrantes. El Mediterráneo es un cementerio, pero no es el cementerio más grande. El cementerio más grande es África del Norte. Esto es terrible; léanlo. Por esta razón voy a Marsella. La semana pasada el presidente Macron me dijo que tiene intención de ir a Marsella; estaré allí un día y medio: llegaré por la tarde y me quedaré todo el siguiente día.
¿Nada contra Francia?
No. No, sobre esto tengo una política. Yo estoy visitando los pequeños países europeos. Los grandes países ―España, Francia, Inglaterra―, los dejo para después, al final. Pero como opción, comencé por Albania y, de este modo, los demás países pequeños. No hay nada. Francia, dos ciudades, Estrasburgo y Marsella.
Anita Hirschbeck [KNA, Katholische Nachrichten-Agentur] Santo Padre, en Lisboa nos ha dicho que en la Iglesia hay lugar para "todos, todos, todos". La Iglesia está abierta a todos, pero, al mismo tiempo, no todos tienen los mismos derechos y oportunidades, en el sentido de que, por ejemplo, las mujeres y los homosexuales no pueden recibir todos los sacramentos. Santo Padre, ¿cómo explica usted esta incoherencia entre "Iglesia abierta" e "Iglesia no igual para todos"? Gracias.
Usted me hace una pregunta sobre dos puntos de vista diferentes. La Iglesia está abierta para todos; luego hay legislaciones que regulan la vida dentro de la Iglesia. Y el que está dentro está de acuerdo con la legislación. Esto que usted señala es una forma muy simplista de decir: "no puede recibir los sacramentos". Eso no significa que esté cerrada. Cada uno encuentra a Dios en su propio camino, dentro de la Iglesia; y la Iglesia es madre, y guía a cada uno en su propio camino. Por eso a mí no me gusta decir: vienen todos, pero tú, y este, y tú, y el otro. Todos. Luego, cada uno, en la oración, en el diálogo interior, en el diálogo pastoral con los agentes de pastoral, busca el camino a seguir. ¿Por qué hacer una controversia sobre si los homosexuales también? ¡Todos! Y el Señor es claro: ¡enfermos y sanos, viejos y jóvenes, feos y guapos, buenos y malos! Hay como una mirada que no entiende esta inserción de la Iglesia como madre y piensa en ella como una especie de "empresa", que para entrar hay que hacer esto, hacerlo de esta manera y no de otra. Otra cosa es la ministerialidad en la Iglesia, que es la manera de llevar adelante la grey, y una de las cosas importantes en ella, en la ministerialidad, es acompañar a las personas, paso a paso, en su camino de maduración. Cada uno de nosotros tiene esta experiencia: que la Iglesia madre nos ha acompañado y nos acompaña en nuestro propio camino de maduración. No me gusta la reducción; eso no es eclesial, eso es gnóstico. Es como la herejía gnóstica que hoy está de moda: un cierto gnosticismo que reduce la realidad eclesial a ideas; esto no ayuda. La Iglesia es madre, recibe a todos; cada uno sigue su propio camino dentro de la Iglesia, sin publicidad; y esto es muy importante. Le agradezco la valentía de hacer esta pregunta. Gracias.
Papa Francisco - Me pregunta él [Matteo Bruni], cómo he vivido yo la jmj . Esta es la cuarta que vivo. La primera fue en Río de Janeiro, que fue monumental, a la brasileira, ¡hermosa! La segunda fue en Cracovia, la tercera en Panamá, esta es la cuarta. Esta es la más numerosa. El dato concreto, real es que eran más de un millón. Muchos más. De hecho, en la Misa, y ayer por la noche, en la vigilia, las estimaciones eran de un millón cuatrocientos o un millón seiscientos mil. Y son datos del gobierno. Es impresionante la cantidad. ¡Bien preparada! De las que he visto, esta es la mejor preparada. Y los jóvenes son una sorpresa, los jóvenes son jóvenes. Hacen muchachadas, así es la vida, pero intentan mirar hacia delante y son el futuro. Lo importante es acompañarlos; el problema es saber acompañarlos y que no se desprendan de sus raíces. Por eso insisto mucho en el diálogo mayores-jóvenes, de los abuelos con los nietos. Este diálogo es importante, más importante que el diálogo padres-hijos. Con los abuelos, este diálogo se debe a que las raíces se toman allí, precisamente. Además, los jóvenes son religiosos, buscan una fe no amargada, no artificial, no legalista; buscan un encuentro con Jesucristo. Y esto no es fácil. Es una experiencia. Se oye decir: "Pero los jóvenes no siempre viven su vida según la moral"; ¿quién de nosotros no ha cometido un error moral en su vida? Todos. Sea contra los mandamientos, con alguien; cada uno de nosotros tiene sus propias caídas en su historia personal. La vida es así. Pero el Señor siempre nos espera porque es misericordioso y es Padre; y la misericordia va más allá de todo. Para mí esta jmj ha sido bellísima; y hoy, antes de tomar el avión, estuve con los voluntarios que eran, ¿sabes cuántos eran?
Matteo Bruni - Veinticinco mil.
Papa Francisco - ¡Veinticinco mil! Una mística, un engagement [compromiso] verdaderamente bello, bello, bello. Esto es lo que quería decir sobre la Jornada Mundial de la Juventud.
Justin McLellan [ cns , Catholic News Service] Hablando de la jmj , estos días hemos escuchado algunos testimonios de jóvenes que han tenido que luchar con la salud mental, con la depresión. ¿Usted alguna vez se ha enfrentado a esto? Y si alguien decide suicidarse, ¿qué le diría usted a los familiares de esta persona que, a causa de la enseñanza católica sobre el suicidio, sufren pensado que haya ido al infierno?
En la actualidad el suicidio juvenil es significativo, su número es significativo. Existen. Los medios de comunicación no lo mencionan mucho, porque de esto no se informa en los medios de comunicación. Fuera de la confesión, tuve oportunidad de entrar en diálogo con los jóvenes, porque aproveché a dialogar con ellos; y un buen chico me dijo: ¿Puedo hacerle una pregunta?, ¿qué piensa usted sobre el suicidio? Así. No hablaba una de nuestras lenguas, pero le entendí bien y comenzamos a hablar sobre el suicidio. Y al final me dijo: "Gracias, porque el año pasado yo estaba indeciso si suicidarme o no". Tantos jóvenes angustiados, deprimidos, pero no sólo psicológicamente, aunque también. Además, en algunos países donde las universidades son muy exigentes, los jóvenes que no logran graduarse o conseguir trabajo se suicidan, porque sienten una gran vergüenza. No estoy diciendo que sea algo de todos los días, pero es un problema. Es un problema actual. Una cosa que sucede.
Matteo Bruni - Muchas gracias por sus respuestas, Santidad.
Papa Francisco - Y gracias a ustedes por todo lo que han hecho; y les encargo, no se olviden: "Hermanito", "Fratellino", el libro del inmigrante. Gracias.