· Ciudad del Vaticano ·

Al finalizar la jornada el encuentro con un grupo de 13 personas

Los primeros días en Portugal

04 agosto 2023

Gaetano Vallini

Como ya ha sucedido en otros viajes internacionales, testimoniando una vez más su gran atención al problema de los abusos del clero a menores, también en Lisboa el Papa ha querido reunirse con algunas víctimas. Lo hizo el miércoles en la nunciatura, donde recibió un grupo de trece personas, acompañadas por algunos representantes de las instituciones de la Iglesia portuguesa encargadas de la tutela de los menores. El encuentro – informó la oficina de prensa de la Santa Sede – se desarrolló en un clima de intensa escucha y duró más de una hora.

El pasado mes de febrero una comisión independiente constituida por la Conferencia Episcopal Portuguesa publicó un informe para arrojar luz sobre el fenómeno, convalidando los 512 testimonios sobre los 564 recibidos, relativos a casos sucedidos entre 1950 y 2022. Al informe estuvo dedicada una asamblea plenaria extraordinaria de los obispos el 3 de marzo. También por esto, el encuentro en la nunciatura, esperado pero no programado, asumió un significado particular.

Este momento fue seguido de la celebración de las Vísperas en el Monasterio dos Jerónimos con los obispos, los sacerdotes, los consagrados, las religiosas, los diáconos, los seminaristas y los trabajadores de pastoral, es decir, una nutrida representación de la Iglesia de Portugal. El Pontífice llegó allí procedente de la nunciatura, donde previamente había mantenido - tras la de la mañana con el jefe de Estado - otros dos encuentros institucionales, con el presidente de la Asamblea de la República, Augusto Ernesto dos Santos Silva, y con el primer ministro, António Costa. A ambos les entregó un tríptico del décimo año de su pontificado con la medalla de plata del viaje.

Detrás de las barreras colocadas a lo largo del claro que rodea el conjunto monumental del Monasterio Real, patrimonio de la humanidad de la unesco , esperaban al Papa miles de jóvenes que han llegado a la capital con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud. Fueron ellos quienes dieron su bullicioso y colorido saludo a Francisco, otro adelanto del clima que lo acompañará en los encuentros oficiales del encuentro internacional de las nuevas generaciones. Pero incluso dentro de la iglesia dedicada a Santa María de Belém, que es una parroquia, la acogida al Papa fue festiva. Y entre los bancos muchos de los aproximadamente 1.100 presentes, los más jóvenes, vestían las camisetas de colores de los participantes de la jmj .

En la entrada principal del imponente edificio de estilo manuelino, Francisco fue recibido por el patriarca de Lisboa, cardenal Manuel Clemente, por el presidente de la Conferencia Episcopal y obispo de Leiria-Fátima, monseñor José Ornelas Carvalho, y por el párroco, José Manuel Santos Ferreira. Este último le trajo la cruz para el beso y el agua bendita para la aspersión. Tras el homenaje floral de parte de dos niños, acogido por los aplausos de los presentes, Francisco atravesó la nave central para llegar al altar.

La celebración de Vísperas se desarrolló en un clima de gran recogimiento y fue abierta por el breve saludo de monseñor Ornelas Carvalho, quien presentó al sucesor de Pedro las expectativas de esta Iglesia, pidiéndole que la confirme en su camino. El Papa Francisco lo hizo en su homilía, subrayando que ha venido a compartir el camino eclesial, las dificultades y las esperanzas. El Pontífice también aludió a los escándalos que han “desfigurado” el rostro de la Iglesia y “y que llaman a una purificación humilde, constante, partiendo del grito de dolor de las víctimas, que siempre han de ser acogidas y escuchadas”. Una referencia, por tanto, al tema de los abusos, con el que también ha tenido que lidiar la Iglesia portuguesa.