· Ciudad del Vaticano ·

Sesenta años de la visita de Pablo vi a la redacción de «L’Osservatore Romano»

Un encuentro entre «amigos»

Paolo VI in Visita all'Osservatore Romano 04-07-1963Il messaggio è pronto per l'invio con i seguenti ...
07 julio 2023

El jueves 4 de julio de 1963, Pablo vi —elegido Papa apenas dos semanas antes— visitó la redacción de «L’Osservatore Romano», en via del Pellegrino, en la Ciudad del Vaticano, a la que estaba particularmente unido y aficionado. Lo recordó él mismo en el saludo a la comunidad de «su» periódico, recordando en particular el tiempo en que había sido superior directo de «L’ Osservatore Romano» como sustituto de la Secretaría de Estado y pro-secretario de Estado para los asuntos ordinarios. Tanto que dos años antes, el 1 de julio de 1961, Giovanni Battista Montini, entonces arzobispo de Milán, había escrito un célebre artículo para el centenario del «singularísimo periódico» con un incipit fulgurante: «Un periódico, cada uno lo sabe, es siempre difícil de hacer; L’Osservatore Romano, dificilísmo; pero esto pocos lo intuyen». A las 12.30 del 4 de julio de 1963 el Papa Montini fue recibido por el director responsable Raimondo Manzini y por el director de la comunidad salesiana don Giuseppe Zeliauskas, como anota el puntual artículo del cronista —no hay firma según el estilo del diario— publicado en la primera página de la edición del viernes 5 de julio. El Pontífice comenzó «la visita de las salas de redacción de la primera planta deteniéndose en los distintos ambientes, pidiendo aclaraciones del trabajo que allí se desarrolla, pronunciando palabras de augurio y bendición para cada una de las actividades de nuestra familia». Y en el segundo piso se produjo otro encuentro con los redactores, algunos de los cuales el Papa reconoció y saludó «con palabras de recuerdo». Recorriendo la histórica escalera interna, «de caracol», Pablo vi bajó a los locales de la tipografía y, en particular, pudo observar la composición de las páginas del periódico. Una vez impartida la bendición apostólica y pronunciadas las palabras que el diario reproducía en una síntesis —y que a continuación proponemos—, el Papa Montini visitó las salas de la expedición, de las oficinas administrativas abiertas al público, de la reventa y de la distribución. En conclusión se dirigió también a la «sala de nuestro servicio de Prensa recorriendo a pie el breve tramo que lo separa de la redacción. En la sala estaban reunidos informantes de agencias y de periódicos varios». Para saludar al Papa, mientras tanto, se había reunido delante de la sede de «L’Osservatore Romano» una pequeña multitud compuesta en particular por los «trabajadores de los talleres adyacentes de la Ciudad del Vaticano y de las obras de construcción más cercanas».

La palabra paterna suscita la más viva conmoción en cuantos lo escuchan. En efecto, llama «amigos» a los que trabajan en el periódico de la Santa Sede; y quiere enseguida dar a conocer los motivos de su no preanunciada, amabilísima visita. En primer lugar, para dar las gracias. L’Osservatore Romano, como siempre, ha estado a la altura de su tarea en las circunstancias históricas más recientes: la muerte del Sumo Pontífice de venerada memoria Juan xxiii ; el cónclave; la elección y coronación del nuevo Papa. Se trata de señalados servicios prestados a la Sede Apostólica, con diligencia, laboriosidad, dedicación; y por esto el Santo Padre desea expresar su complacencia y su gratitud. El encuentro ofrece, además, una feliz ocasión para reafirmar en el ánimo del Supremo Pastor la estima —que él profesa desde hace muchos años— hacia la prensa católica en general, hacia el diario de la Santa Sede de modo especial.

Le es grato, hoy, recordar los méritos del pasado; y expresa el deseo de que éstos se acrecienten en el futuro, tanto con el compromiso fiel y generoso, por parte de todos, en el noble trabajo, como con el acoger, a lo largo del camino de verdadero apostolado, ideas nuevas, sanas, adecuadas, que perfeccionen cada vez más el organismo, cuya tarea es la difusión de la voz, de la enseñanza del Papa, el conocimiento de las actividades, de las pruebas, también, de los triunfos de la Iglesia.

Es obvio, por tanto, que el Papa desea los mejores desarrollos no sólo en el campo formativo y doctrinal, sino también, lo más posible, en el de los medios técnicos y de la difusión, para un periódico que, sirviendo como lo hace, y tan fielmente, a la Iglesia, no puede ser menos que una de las más avanzadas formas de prensa, pero que encuentra, en su mismo alto ideal, un motivo de noble competencia, de segura afirmación.