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La Entrevista
El rito congoleño: rezar a Dios según la propia cultura

La Misa desde dentro

 La Messa  di dentro  DCM-007
01 julio 2023

Cuando suben al altar junto al sacerdote, cuando invocan a los antepasados​​y ancestros al inicio de la liturgia y cuando bailan y cantan y al final de la misa rezan a María, las mujeres congoleñas expresan su vida en la oración. Recordando una historia de fe que comienza antes de la llegada de los misioneros cristianos. Y eso hoy se expresa a través de “una celebración gozosa, un verdadero lugar de encuentro con Jesús”. Con estas palabras, en la introducción al libro El Papa Francisco y el Misal Romano para la diócesis de Zaire, el mismo Papa define el rito congoleño, el primer ejemplo de inculturación de la liturgia, “un rito prometedor para otras culturas”, reza el subtítulo

“Esta petición provenía del interior del pueblo congoleño que sentía la necesidad de orar a Dios según la naturaleza particular de su cultura. Cuando los congoleños fueron evangelizados, rezaban y cantaban en latín o en francés, pero no se sentían a gusto y, por eso, no rezaban bien, porque ni siquiera entendían lo que decían”, asegura sor Rita Mboshu Kongo la editora del volumen publicado por la Lev. Tiene 57 años, es originaria de la República Democrática del Congo, es miembro de la Congregación de las Hijas de María Santísima Corredentora y es profesora de Teología espiritual y formación para la vida consagrada en la Universidad Pontificia Urbaniana. El rito congoleño, explica, “viene de un largo camino de diálogo entre la Conferencia Episcopal Nacional del Congo y la Santa Sede, y fue el fruto maravilloso de un compromiso constante. Con este espíritu de diálogo se llegó a la conclusión de que el Misal Romano para la diócesis de Zaire es obra de una Iglesia local en comunión con toda la Iglesia universal”.

La misma biografía de sor Rita ayuda a comprender cómo la celebración eucarística se convierte en síntesis y memoria de toda una vida. Rezar para redescubrir los derechos de las mujeres y religiosas africanas y trabajar para que las jóvenes adquieran conciencia de su propia fuerza forma parte de un todo junto con el papel de líder espiritual que su clan, el Kete, de tradición matrilineal, les reconoce; con las oraciones a la abuela que ella recita a diario; con una vida espiritual que tiene sus raíces en las religiones tradicionales de África y su fuerza teológica en sus estudios en el Instituto San Tommaso di Messina y en el Teresianum de Roma, donde obtuvo la licenciatura en teología espiritual.

Es difícil encontrar un hueco en los días de sor Rita, quien también es presidenta de la Fondation Pape François pour l'Afrique, en Kinshasa, nacida con el objetivo de responder al llamamiento de Francisco de fomentar una formación permanente e integral, centrada en ecología, atenta a la familia, a los jóvenes, a los huérfanos, a los pobres y a las víctimas de numerosas formas de violencia, sobre todo, las mujeres. La liturgia sigue siendo fundamental en los estudios de Sor Rita quien, sobre la misa en rito congoleño asegura: “Era una necesidad nacida de los congoleños, tanto que nuestro cardenal Malula comenzó a traducir los cantos a la lengua congoleña, al lingala. Participó en el Concilio Vaticano II donde planteó el problema de la liturgia y fue escuchado”.

El cardenal Malula, en el año 58, aseguró que los africanos conocían al Dios cristiano antes incluso que llegasen los misioneros, ¿qué quiso decir?

Porque rezaban a un solo Dios, no a los dioses ni a la luna ni a los árboles. A través de la grandeza de la naturaleza vieron el poder de Dios. Si un árbol tiene tantas ramas que nos da frescor y descanso, ¿cuán grande puede ser Dios que lo creó? En nuestras oraciones tradicionales Dios es llamado Padre creador. Y esto antes de la evangelización. No hablaban de Jesús, del Espíritu Santo, sino de un ser mayor que daba vida a todo lo que existe.

¿Qué papel tiene la mujer en la espiritualidad africana?

En la sociedad africana tradicional, las mujeres eran consideradas como las guardianas de la tradición, las educadoras, las madres y, sobre todo, desempeñaban un papel religioso reconocido por los hombres. La mujer es la que preserva, la que vela. Mi clan, los Kete, de la zona de Mueka, por ejemplo, es matriarcal. El poder de mando espiritual y cultural lo tiene la mujer, quien lo ejerce dando consejos a hermanos y primos. Los hombres son los “portavoces”, hablan en público, pero hablan de las ideas de la mujer.

¿Usted, como religiosa, como ejerce este poder matriarcal?

Como religiosa soy un punto de referencia para muchas personas, no solo de mi propia familia, sino, sobre todo, porque me he consagrado para el pueblo de Dios, no para mi propia familia.

¿Cómo es la participación femenina en el rito congoleño?

Las mujeres sirven en el altar y cantan en la procesión. Los chicos y las chicas sirven con el sacerdote. Las parroquias siguen adelante con la participación activa de las mujeres, como en todo el mundo. Es una liturgia que considera a la persona por completo.

¿La religión de los antepasados como se mezcla con la cristiana, los antepasados femeninos tienen un papel especial?

La celebración de la misa en rito congoleño tiene una estructura distinta. Al comienzo de la celebración, se invoca a los antepasados que son “rectos de corazón” junto con los santos para establecer también la comunión entre la Iglesia terrena y la comunidad celestial. Invocamos la intervención de los antepasados porque creemos que los muertos viven con nosotros, participan de nuestra vida y nos acompañan. Son personas que me amaron cuando estaban en esta tierra y que aun en el más allá me siguen amando. Es la comunión de los santos.

Usted ha denunciado muchas veces las condiciones violentas a las que están sometidas las mujeres africanas, también en la Iglesia.

No es una denuncia que pretenda encender ninguna polémica. Cuando hay algo que no funciona, se tiene que hablar para encontrar una solución. Además, la Iglesia es madre de todos. Un niño no puede ir a denunciar a su madre, sino a pedirle ayuda.

¿Ha funcionado?

Claro, la Iglesia como madre ha respondido de muchas maneras. Ahora, por ejemplo, hay muchas hermanas que hacen el doctorado y también hay muchas becas para ellas.

Usted enseña en la Urbaniana. Ha recorrido un importante camino como mujer, como religiosa y como religiosa africana. ¿Qué diría a sus hermanas?

Siempre les digo y les repito que no cuenten tanto con los demás como con ellas mismas. Cada mujer, con estudios o sin ellos, debe definirse a partir de sí misma, no de otra persona. Debe ser capaz de justificar las propias ideas, los síes y los noes. Tenemos que colaborar con los hombres, y también con otras mujeres. Este es el camino que trato de promover y alentar. Necesitamos poner los pies en la tierra, aprender lo que no sabemos y no delegar en los demás.

de Vittoria Prisciandaro
Periodista de las publicaciones «Credere» y «Jesus»

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