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La Historia
La compositora bizantina que se canta en Miércoles santo

El himno de Kassia

 L’Inno di Cassia   DCM-007
01 julio 2023

Cassia (Kassia, Eikasia o Kassiani) fue una aristócrata bizantina, abadesa, poetisa y compositora. Es la única cuyos textos siguen presentes en la liturgia ortodoxa de hoy en día. Su himno de Kassiani se canta durante el Miércoles santo.

Corría el siglo IX, en Constantinopla. Una bella y brillante joven que sabe leer y escribir y ha recibido una excelente educación, participa en el desfile de jóvenes entre las que el emperador bizantino Teófilo tiene que elegir a su esposa, entregándole a la elegida una manzana de oro. Atraído por la belleza de Cassia, el joven Basileos se acerca a ella y le dice: “A través de una mujer se destilan las pasiones más viles” (refiriéndose al pecado original de Eva). Cassia responde: “Pero a través de una mujer vienen las mejores cosas” (refiriéndose al nacimiento de Jesús). Por orgullo, Teófilo elige a otra, Teodora. Cassia funda un monasterio cerca del cristiano de Stoudios, el más importante del imperio que juega un papel central en la reedición de la liturgia bizantina entre los siglos IX y X y que conserva sus obras: unos cincuenta himnos, de los cuales veintitrés forman parte de la liturgia de la Iglesia Ortodoxa, y 261 versos de carácter profano, entre ellos numerosos epigramas y aforismos.

El himno de Kassiani describe la sensación de la mujer pecadora en el momento en que se arrodilla delante de Jesús y besa sus pies. Compara este pasaje a la caída en desgracia de Adán y Eva.

Percibiendo tu divinidad, Señor,
una mujer con muchos pecados,
los lleva consigo
para convertirse en portadora de mirra,
y en el llanto
te ofrece aceite perfumado
como presagio de tu sepultura;
¡Qué será de mí! Que la noche caiga sobre mí,
Que deseo loco, oscuro y sin luna,
esta avaricia por el pecado.
Toma mi llanto
Tú, que sacas agua de las nubes,
inclínate sobre mí al suspiro de mi corazón,
Tú, que sometes los cielos
en el secreto de tu encarnación.
Bañaré tus pies inmaculados con besos
y los secaré con los mechones de mis cabellos;
los mismos pies cuyo paso escuchó Eva
al atardecer en el Paraíso cuando se escondió presa del pánico.
¿Quién contará la multitud de mis pecados
o la profundidad de tu juicio,
Salvador de mi alma? No te olvides de tu sierva,
Tú, cuya misericordia es infinita