Agradecido «a cuantos, en los días de mi ingreso en el Policlínico Gemelli» le «han manifestado afecto, preocupación y amistad» el Papa volvió el pasado domingo 18 a guiar la oración del Ángelus dominical, recordando a las víctimas del naufragio de los migrantes en la costa de Grecia, así como a las víctimas del ataque a una escuela en Uganda y la martirizada Ucrania. Después de que la semana pasada tuvo que renunciar al encuentro de oración mariana del medio día a causa de la operación quirúrgica a la que se había sometida, el Obispo de Roma se asomó a la ventana de estudio privado del Palacio apostólico en el Vaticano, comentando el Evangelio del undécimo domingo del Tiempo ordinario para los quince mil fieles presentes en la plaza de San Pedro y a los que le seguían a través de los medios de comunicación.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Deseo expresar mi gratitud a cuantos, en los días de mi ingreso en el Policlínico Gemelli, me han manifestado afecto, preocupación y amistad, y me han asegurado el apoyo de la oración. Esta cercanía humana y espiritual ha sido para mí de gran ayuda y consuelo. ¡Gracias a todos, gracias a vosotros, gracias de corazón!
Hoy, en el Evangelio, Jesús llama por nombre – llama por nombre - y envía a los doce Apóstoles. Al enviarles, les pide que anuncien una sola cosa: «Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca» (Mt 10,7). Es el mismo anuncio con el que Jesús inició su predicación: el reino de Dios, es decir su señorío de amor, se ha hecho cercano, viene en medio de nosotros. Y esta no es una noticia entre las otras, sino la realidad fundamental de la vida: la cercanía de Dios, la cercanía de Jesús.
De hecho, si el Dios de los cielos está cerca, nosotros no estamos solos en la tierra y en las dificultades tampoco perdemos la fe. Esto es lo primero que hay que decir a la gente: Dios no es distante, sino que es Padre. Dios no es distante, es Padre, te conoce y te ama; quiere tomarte de la mano, también cuando vas por senderos empinados y difíciles, también cuando caes y te cuesta levantarte y retomar el camino; Él, el Señor, está ahí, contigo. Es más, a menudo en los momentos en los que eres más débil puedes sentir más fuerte su presencia. ¡Él conoce el camino, Él está contigo, Él es tu Padre! ¡Él es mi Padre! ¡Él es nuestro Padre!
Nos quedamos en esta imagen, porque anunciar a Dios cercano es invitar a imaginarse como un niño, que camina de la mano del padre: todo le parece diferente.
El mundo, grande y misterioso, se vuelve familiar y seguro, porque el niño sabe que está protegido. No tiene miedo y aprende a abrirse: encuentra otras personas, encuentra nuevos amigos, aprende con alegría cosas que no sabía y después vuelve a casa y cuenta a todos lo que ha visto, mientras crece en él el deseo de hacerse mayor y hacer las cosas que ha visto hacer al padre.
Es por esto que Jesús parte de aquí, porque la cercanía de Dios es el primer anuncio: estando cerca de Dios vencemos el miedo, nos abrimos al amor, crecemos en el bien y sentimos la necesidad y la alegría de anunciar.
Si queremos ser buenos apóstoles, debemos ser como los niños: sentarnos “en las rodillas de Dios” y desde ahí mirar el mundo con confianza y amor, para testimoniar que Dios es Padre, que Él solo transforma nuestros corazones y nos da esa alegría y esa paz que nosotros mismos no podemos alcanzar.
Anunciar que Dios está cerca. ¿Pero cómo hacerlo? En el Evangelio Jesús aconseja no decir muchas palabras, sino realizar muchos gestos de amor y de esperanza en el nombre del Señor; no decir muchas palabras, sino realizar gestos: «Curad enfermos – dice - resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis: dadlo gratis» (Mt 10,8). Este es el corazón del anuncio: el testimonio gratuito, el servicio. Os digo una cosa: a mí me dejan siempre perplejos los “parlanchines”, con su mucho hablar y no hacer nada.
Llegados a este punto, hagámonos algunas preguntas: nosotros, que creemos en el Dios cercano, ¿confiamos en Él? ¿Sabemos mirar adelante con confianza, como un niño que sabe que es llevado en brazos del padre? ¿Sabemos sentarnos en las rodillas del Padre con la oración, con la escucha de la Palabra, acercándonos a los Sacramentos? Y, finalmente, cerca de Él, ¿sabemos infundir valentía a los otros, hacernos cercanos a quien sufre y está solo, a quién está lejos y también a quien nos es hostil? Esta es la concreción de la fe, esto es lo que cuenta.
Y ahora rezamos a María, que nos ayude a sentirnos amados y a transmitirnos cercanía y confianza.
Después del Ángelus, recordando que el martes 20 de junio se celebra el Día Mundial del Refugiado, el Pontífice lanzó un llamamiento para prevenir las tragedias de los migrantes en el mar, después aseguró oraciones por los fallecidos en la escuela ugandesa y por la paz en Ucrania, y saludó a los varios grupos presentes.
Queridos hermanos y hermanas, el próximo martes, 20 de junio, se celebra el Día Mundial del Refugiado, promovido por las Naciones Unidas: con gran tristeza y mucho dolor pienso en las víctimas del gravísimo naufragio que tuvo lugar los días pasados cerca de la costa de Grecia.
Y parece que el mar estaba calmado. Renuevo mi oración por los que han perdido la vida e imploro que siempre se haga todo lo posible para prevenir tragedias similares.
Y rezo también por los jóvenes estudiantes, víctimas del brutal ataque contra una escuela en el oeste de Uganda. Esta lucha, esta guerra por todos lados… ¡rezamos por la paz!
Os saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos procedentes de Italia y de muchos otros países, en particular a los fieles de Florida y de Múnich. Saludo a las Escuelas “San Juan Pablo ii ” de Opole (Polonia) y “San Felipe Neri” de Londres.
Saludo además a los grupos de Zogno, Guardiagrele y Poggiomarino, como también la Escuela “Rosario Scardigno” de Molfetta.
Y saludo también a las hermanas de María Niña que están viendo el Ángelus.
Perseveremos en la oración por la población de la martirizada Ucrania - ¡no la olvidemos! – que sufre tanto.
Os deseo a todos un feliz domingo y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!