«Vosotros nunca estáis solos. Jesús siempre está cerca». Con estas palabras de aliento el Papa se dirigió a un grupo de niños enfermos procedentes de Wrocław, en Polonia, durante la audiencia de la mañana del 29 de mayo, en la sala junto al Aula Pablo vi.
¡Gracias por haber venido! Estoy contento de veros y de saludaros. ¡Muchas gracias y bienvenidos!... [al traductor] ¿Cómo se dice en polaco “muchas gracias, bienvenidos”?
Queridos, estoy aquí en medio de vosotros para animaros, para invitaros a ser apóstoles del amor de Dios. Vuestro camino en la vida es un poco difícil, porque tenéis que curaros, vencer la enfermedad o convivir con la enfermedad, y esto no es fácil. Cuántas veces, en la vida, nos encontramos en la situación de no tener la fuerza para ir adelante. ¡Pero vosotros nunca estáis solos! Jesús siempre está cerca y os dice: “¡Ve, ve, ve adelante! Yo estoy contigo”. “Te tomo yo de la mano”, dice Jesús, como cuando de pequeño aprendías a dar los primeros pasos.
Queridos niños, Jesús siempre está junto a nosotros para darnos esperanza. Siempre, también en los momentos de la enfermedad, también en los momentos más dolorosos, también en los momentos más difíciles: ¡el Señor está ahí!
Y también vuestros familiares, los médicos, los amigos, os ayudan a ir adelante. Pensad en vuestra madre, que os ha dado a luz y en vuestro padre.
Dios os ama, queridos niños. Sois amados por Él: ¿queréis ser apóstoles del amor de Dios en la Iglesia y en el mundo? Jesús os necesita también a vosotros para este testimonio. Os encomienda sus proyectos y pregunta: ¿queréis ser mis apóstoles del amor de Dios? Respondedle “sí” con entusiasmo y llevad la alegría del amor de Dios a los otros.
Si alguno se encuentra solo y se siente abandonado, no olvidemos que la Virgen está siempre cerca de nosotros, sobre todo cuando se siente el peso de la enfermedad con todos sus problemas: está ahí cerca, como estaba junto a su Hijo Jesús cuando todos le habían abandonado. María está siempre ahí, junto a nosotros, con su ternura materna. Pensemos a menudo en la Virgen recitando un Ave María. Rezamos el Ave María…
Os bendigo de corazón. Y por favor, no os olvidéis de rezar por mí. Os bendigo de corazón. Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y rezad por mí.