«La tortura. ¡Dios mío, la tortura!»: inicia con una exclamación de Francisco el vídeo difundido esta semana por la Red mundial de oración del Papa. «La tortura no es una historia de ayer. Desgraciadamente, es parte de nuestra historia de hoy» subraya el Pontífice. Tanto que en la intención para el mes de junio – dedicada precisamente a la abolición de la tortura – aparece continuamente un interrogante: «¿Cómo es posible que la capacidad humana para la crueldad sea tan grande?».
En la breve grabación se ven imágenes de personas que son torturadas, sometidas a limitaciones de libertad, vejadas en el cuerpo y en el espíritu. El Papa lo recuerda: «Existen formas de tortura muy violentas, otras más sofisticadas como el trato degradante, la anulación de los sentidos o detenciones masivas en condiciones que no son humanas, que quitan la dignidad de las personas». Sin embargo, observa Francisco, «esto no es una novedad. Pensemos en el propio Jesús, cómo fue torturado y crucificado». Lo expresan, en el vídeo, los detalles del Ecce homo del santuario homónimo de Mesoraca, en provincia de Crotone, que impresionan por su dramaticidad.
Pasan imágenes de detenidos en condiciones deshumanas: algunos están atados a una silla, otros encapuchados, otros con las manos sujetas con cuerdas. Se vislumbra sufrimiento, desolación, abusos, vistos a través de lugares y herramientas que unen todas las latitudes, como baldes de agua, pilas eléctricas, tenazas, martillos. De ahí el fuerte llamamiento a detener «este horror de la tortura. Es imprescindible — exhorta Francisco — poner la dignidad de la persona por encima de todo. Si no las víctimas no son personas, son “cosas” y se las puede maltratar sin medida, causándoles la muerte o daños psicológicos y físicos permanentes para toda la vida». Finalmente, la invitación a rezar para que «la comunidad internacional se comprometa concretamente en la abolición de la tortura, garantizando el apoyo a las víctimas y sus familias».
El jesuita Frédéric Fornos, director internacional de la Red mundial de oración del Papa, subraya al respecto que «cualesquiera que sean las razones, no se puede legitimar la tortura.
Francisco lo dijo muchas veces con claridad». Basta recordar el tuit del 26 de junio de 2018, cuando el Pontífice afirmó: «¡Torturar a las personas es un pecado mortal! Que las comunidades cristianas se comprometan a sostener a las víctimas de la tortura».
Esta intención de oración no es casual: el 26 de junio se celebra el Día Internacional en Apoyo de las Víctimas de la Tortura, que marca la entrada en vigor en 1987 de la Convención de las Naciones Unidas contra la tortura y otras penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes (una convención ratificada en 162 países), aprobada en 1984.
Difundido a través de la web www.thepopevideo.org, la grabación traducida en 23 lenguas y con una cobertura mediática en 114 países fue creada y producida por la Red mundial de oración en colaboración con la agencia La Machi y el Dicasterio para la comunicación.