Buscando el alma perdida
Burocratizada e hija de una crisis cultural que afecta a todo Occidente, la escuela sobrevive como un gigante en agonía. Los signos de la enfermedad se manifiestan en unos docentes que han perdido su papel de educadores y en unas familias que se enfrentan a ellos defendiendo a sus hijos a capa y espada aun cuando no se comportan como deben. La brecha de la desconfianza entre profesores y alumnos es cada vez más grande. Estos últimos viven presas de la angustia y casi la depresión. No son capaces de gestionar un suspenso en matemáticas y huyen de las relaciones humanas porque no quieren sufrir. Viven en un combate continuo por encontrar su sitio en un marco cultural fragmentado y abierto a innumerables posibilidades.
Este es el duro análisis de Rossella Barzotti y Roberto Cetera en L'anima della scuola (ed. San Pablo), un volumen dedicado a los profesores de religión y a todos aquellos que trabajan y viven en una escuela rehén de los números (notas, aprobados o alumnos suspendidos, informes, estadísticas) y que, en cambio, debería “asumir una función de mediación entre el alumno y la cultura”. Barzotti y Cetera, como subraya en el prólogo Andrea Monda, director de L'Osservatore Romano y ex profesor de religión en institutos, no se limitan a dibujar un cuadro sombrío y real. Intentan proponer una visión humanista, una vuelta a la palabra que teja relaciones, a la empatía que acoge y al diálogo entre las partes.
No es casualidad que L'anima della scuola esté dedicada al sacerdote Lorenzo Milani que, en una época muy diferente a la actual, supo mirar en el alma de sus alumnos y los guio para que se encontraran a sí mismos y su lugar en mundo. La cita inicial es del Papa Francisco: “Un buen educador apunta a lo esencial (…) quiere transmitir lo que realmente importa para que el hijo o el alumno encuentre el sentido y la alegría de vivir”. “Para lograr este objetivo, -escriben los autores- , es necesario reconocer que los jóvenes han cambiado. Son más vulnerables. A veces, solo reproducen el narcisismo y el individualismo de los padres. Son muy sensibles a los problemas ambientales. Subestiman dolorosamente sus propias habilidades y sus propios talentos. Por eso, necesitan figuras con una fuerte vocación docente, para volver a una escuela que se convierta en una segunda casa y un alma que se acerque a ellos”.
de Laura Eduati