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Este mes
La voz de las mujeres en una búsqueda internacional en los márgenes haciendo preguntas sobre Dios

Teología de las periferias

 Teologia dai margini  DCM-004
01 abril 2023

Lecciones de Resurrección. Para recibirlas es necesario ante todo “des-centrarse”. Es decir, salir de los estrechos límites de uno mismo, del propio papel, de las propias competencias, y abandonar el centro de las certezas y avanzar por los caminos que conducen a las periferias. Allí, donde son expulsados ​​los rezagados del sistema socioeconómico, los que no se ajustan a la norma y la regla, los no integrados, vive una humanidad desgarrada y muchas veces renqueante por el cansancio de vivir. Cuando la multitud se convierte en rostros, ojos y manos de hombres y, sobre todo, de mujeres, en ellos se vislumbra la luz de la vida.

“La he visto. Gracias a los habitantes de las villas y barrios populares de Santiago, viví la Pascua de primera mano. Mueren todos los días y resucitan todos los días. A diferencia de los esposos, compañeros, hermanos y padres que muchas veces se van o se refugian en el alcohol y las drogas, las mujeres con menos recursos se hacen cargo de la familia, los vecinos y la comunidad. Por ellos son capaces de llevar auténticas piedras sobre sus frágiles hombros. Con valentía y fuerza conmovedoras afrontan dificultades, muchas veces enormes”, dice la teóloga Lorena Basualto. Junto con sus colegas Agnes Brazal y Adele Howard, fueron convocadas por la sección de Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral para participar en el proyecto “Hacer teología desde las periferias existenciales”, dirigido por Sergio Massironi. Una investigación internacional innovadora y profética porque ha supuesto una mayor descentralización, quizás la más difícil: vaciarse de conocimientos y creencias sobre el Creador y la criatura para aprender un nuevo lenguaje con el que pronunciar un discurso inédito sobre Dios.

Unos noventa estudiosos han recorrido las periferias existenciales y geográficas de cuarenta ciudades del planeta para plantear a quienes las pueblan, - pobres y quienes no son escuchados por la Iglesia-, cuestiones fundamentales sobre Dios y la fe, como quién es Jesús, quién es María o qué significa la esperanza, el pecado o el dolor. El estudio se dividió en seis grupos regionales, uno para cada “fragmento de mapamundi”: América del Norte, África, Europa, América Central y del Sur, Asia y Oceanía. La chilena Basualto, la filipina Brazal y la australiana Howard coordinaron los tres últimos. Los otros fueron confiados a hombres expertos como Stan Chullo, Toussaint Kafarhire, así como Massironi, quien también fue la persona de referencia para la región europea. La equidad de género fue uno de los pilares sobre los que se construyó la iniciativa, comenzando por el grupo de trabajo.

La doble mirada, masculina y femenina, ha sido considerada desde un principio crucial para escudriñar los pasajes del Evangelio escondidos en los márgenes. El mismo experimento piloto, realizado en enero de 2022 en Barcelona, ​​fue coordinado por una mujer, la religiosa benedictina Teresa Forcades. A partir de ahí en los meses siguientes el programa se expandió como la pólvora hasta el punto de implicar a más de quinientos integrantes de la “población en los márgenes”. “He recogido varios testimonios en la favela La Florida, en Santiago. Los líderes comunitarios eran todos mujeres. Había necesidad de organizarse para acceder a los programas sociales y dieron un paso al frente, por el bien de la comunidad. Para defender a los cachorros, como decimos en Chile, -explica Lorena Basualto-, encontramos la misma fuerza, la misma capacidad de tejer redes en una cárcel mexicana o en los migrantes venezolanos en la ciudad colombiana de Medellín”.

“Entrevisté a muchas mujeres indígenas de Oceanía. Lo que más me impactó fue la pasión, la determinación y la franqueza con la que son capaces de denunciar el desastre ambiental que amenaza a sus familias y comunidades. Y lo hacen movidas por la fe. La profunda conciencia de la presencia de Dios y del Espíritu Creador en todo lo existente es el impulso que las lleva a comprometerse de manera concreta en la tutela de nuestra casa común. Por eso, los pueblos originarios y en especial las mujeres somos maestras de ecología integral. De ellas podemos aprender cómo salvar la tierra y la humanidad”, asegura Adele Howard.

El Dios al que recurren refleja estas características de cuidado del otro. “Es un Dios que se abraza y se aferra a sí mismo. Un Dios muy sencillo, con rasgos fuertemente maternales”, añade la teóloga Basualto. “Para las trabajadoras del hogar indonesias que emigraron a Hong Kong, así como para los niños de la calle de Quezon City, un suburbio de Manila, o para las catequistas de la capital con las que hemos trabajado, Dios es Aquel que no abandona, que salva. Su acción se manifiesta a través de los sacerdotes, los religiosos y los demás fieles en los que encuentra apoyo. La familia y la comunidad tienen un papel crucial de mediadores de la presencia del Señor en sus vidas. Se ha visto de forma clara en algunas de las jóvenes abusadas que entrevistamos. Al haber encontrado auténticas figuras heridas, han conseguido acercarse a Dios y reconciliarse con la fe”, subraya Agnes Brazal.

“Del mismo modo, culpan de sus sufrimientos a personas que no son Dios. Me impresionó la fres de una joven que me dijo, ‘el Señor envió a su Hijo para salvarnos, pero los malvados no se lo permitieron’”, me dijo. “Se trata de una afirmación teológicamente incorrecta. Pero es indicativo de que para ellos Dios es siempre y solo el bien, mientras que el mal es un producto humano”, añade Basualto. Evidentemente a veces se enfadan con el Creador. Y entonces la oración se convierte en queja y reproche, como en los Salmos bíblicos. Sin embargo, incluso en la tragedia, la interlocución no se detiene. Como reitera Basualto, la cuestión no es si Dios existe sino dónde está.

“La teología occidental está influida por el pensamiento racional y científico. Las mujeres indígenas de Oceanía, en cambio, tienen una relación espiritual con toda la creación”, subraya Howard.

La energía femenina surge también de la capacidad de reacción de las “mujeres de los márgenes” frente al clericalismo. “Un problema muy comentado por las entrevistadas, especialmente por las que son activas en las parroquias”, explica Brezal. “Rebaten sin miedo a los sacerdotes e incluso a los obispos -indica la colega chilena-. No esperan a que se les otorgue un espacio en la Iglesia. Ellas se lo trabajan, tal y como se ven obligadas a hacerlo en la sociedad”.

Precisamente para tener argumentos, tratan de mantenerse informadas sobre la vida de la Iglesia universal y local. Así, la rabia por los abusos dentro de la comunidad eclesial ha llegado a las periferias, especialmente a Chile, donde el escándalo marcó un antes y un después. Pero también llegan los mensajes del Papa Francisco, y con precisión. “Una joven madre soltera se negó a sentirse así porque el Papa había dicho que no hay madres solteras, solo madres. Fui a comprobarlo y, efectivamente, así lo había dicho”, insiste Basualto.

En los temas del diaconado y el sacerdocio femenino se nota una diferencia geográfica. Mientras que las mujeres latinoamericanas en los márgenes no lo tocan, las mujeres asiáticas lo destacan fuertemente. “Margaretha, una inmigrante en Hong Kong, por ejemplo, me dijo: ‘A veces me pregunto: ¿Por qué solo los hombres pueden celebrar la Eucaristía?’”, dice la estudiosa filipina. No es una pregunta teórica, sino un grito de dolor por las muchas discriminaciones sufridas durante demasiado tiempo, dentro y fuera de la Iglesia. “Lo extraordinario de este proyecto es precisamente que nos ha arrancado de los libros y nos ha sumergido en las historias. Escuchar a seres humanos heridos nos hizo dar un salto del mundo de las ideas al de la realidad. A través de sus vidas Dios nos habla y toca nuestros corazones, para convertirnos”, dice Brazal.

“Para resolver los grandes desafíos contemporáneos, empezando por la amenaza del cambio climático, no basta el enfoque lógico. Debemos integrarlo con el misticismo y la espiritualidad. Por lo tanto, necesitamos escuchar la sabiduría de los pueblos indígenas y de las mujeres indígenas en concreto para desarrollar una nueva teología y espiritualidad para responder coherentemente a la llamada del Evangelio en este tiempo. Para que, como leemos en Juan, “todos tengan vida y vida en abundancia”.

“Gracias al pueblo femenino de las periferias, he experimentado al Dios que se hizo carne y vino a habitar entre nosotros, el Logos encarnado del que habla el Evangelio”, concluye Basualto.

de Lucia Capuzzi
Periodista de «Avvenire»