El Aniversario
Una viñeta se eleva sobre la multitud de obispos y cardenales obedientemente sentados ante el Papa: “Ça manque des femmes”. Fulminante y eficaz, más que decenas de reportajes, la viñeta de Plantu, -publicada en Le Monde el 23 de noviembre de 1985, con motivo del Sínodo extraordinario de los Obispos sobre el Vaticano II-, se ha convertido en una especie de manifiesto de la Coordinadora de Teólogas Italianas, la CTI, que cumple 20 años.
Fue el 26 de junio de 2003 cuando nueve mujeres, – Stella Morra, Renata Natili, Marinella Perroni, Maria-Luisa Rigato y Manuela Terribile, de Roma; Serena Noceti y Nadia Toschi de Florencia; Adriana Valerio, de Nápoles; y Cristina Simonelli, de Verona, pioneras de la teología en Italia-, descorcharon una botella de vino espumoso frente a una notaría, en el barrio Prati de Roma. En ese momento, la intuición de Marinella Perroni, biblista, se hizo realidad naciendo así un espacio que permitiría a las mujeres dar un punto de vista diferente a la teología… Interdisciplinario, plural y femenino.
“Ya lo habíamos intentado antes e incluso yo había acudido al cardenal Carlo Maria Martini, arzobispo de Milán, para entender cómo relacionarme con la CEI, la Conferencia Episcopal Italiana. Quería saber por qué pensábamos añadir otra realidad a las ya existentes, ¡Entia non sunt multiplicanda! Le expliqué nuestra perspectiva. Y seguimos adelante”. Al principio, recuerda Perroni, la noticia fue recibida con cierta perplejidad, hilaridad y acusaciones de separatismo. “Aunque pronto mis colegas entendieron y apreciaron nuestro trabajo. La relación con el CEI siempre ha sido excelente”. Perroni, quien integra el comité de dirección de este diario, fue la primera presidenta de la CTI, seguida por Cristina Simonelli (2013-2021) y hoy por Lucia Vantini.
La CTI no marcó un comienzo, sino que nació “para registrar la madurez de un pensamiento, el de las teologías femeninas/feministas, y la necesidad de que entraran en el debate teológico italiano”, añade Perroni. Un pensamiento que descansa en el redescubrimiento de la subjetividad femenina en la Biblia, con un camino que tiene su inicio en la publicación de la Biblia de la Mujer en 1885 y llega hasta 1993 con el documento de la Pontificia Comisión Bíblica sobre la Interpretación de la Biblia en el Iglesia. En definitiva, “la Iglesia católica, entre algunas dudas y, sobre todo, muchos temores, tardó un siglo en legitimar la exégesis feminista como posibilidad interpretativa eclesialmente válida de las Escrituras cristianas”, concluye Perroni.
Hoy la CTI cuenta con unas doscientas afiliadas, registradas por títulos académicos. Y es interesante comentar este aniversario de la Coordinadora desde la perspectiva de quienes se han unido a ella en años recientes, como Alice Bianchi, de 29 años, estudiante de doctorado en Teología Fundamental en la Gregoriana. “Conocí la CTI en mi primer año de teología. Estudié otros siete años casi siempre rodeada de hombres, a menudo sacerdotes. Para mí, ser parte de la CTI significó no sentirme sola, y creo que es de gran alivio para una joven estudiante, especialmente una estudiante laica. Sabes que alguien ha hecho el camino antes que tú, muchas veces con más obstáculos que tú, y que está ahora disponible para decirle qué ha cambiado, por qué y qué puede cambiar todavía. Ves que hay una alternativa a un método de trabajo individualista. Las personas de la Coordinadora me mostraron que es posible hacer teología en común, que quien hace teología no puede pasar por alto las diferencias. Que las historias cuentan mucho, y que la pasión eclesial no es genérica porque tiene nombres y rostros muy concretos”.
Para la joven teóloga de Brescia, la originalidad de la Coordinadora radica en el hecho de que no es “una asociación con un programa al que unirse, sino un espacio para el diálogo abierto, un laboratorio de ideas también muy distantes entre sí y que por tanto tienden siempre a ampliar el debate. Precisamente por eso es un lugar intergeneracional, ecuménico y transdisciplinario… Y es una asociación que no se esfuerza por establecer conexiones con otras realidades porque el método de cooperación entre las diferencias que utiliza internamente se convierte en un estilo también en las relaciones externas”.
Según la definición oficial, la CTI reúne a mujeres teólogas de distintas tradiciones cristianas que hayan obtenido un doctorado o una licenciatura en ciencias teológicas y docentes de las facultades de teología, de las escuelas teológicas de los seminarios, de las congregaciones religiosas y de los institutos superiores de ciencias religiosas. Y pretende potenciar y promover los estudios de género en los campos teológico, bíblico, patrístico, e histórico con una perspectiva ecuménica.
En comparación con otras realidades “hermanas” internacionales, la italiana tiene su propia especificidad. “En algunos países, como Austria y Alemania, las facultades de teología son propiedad del Estado, por lo que la enseñanza de la teología no tiene un vínculo estrecho con el Vaticano, como sucede en Italia. En el exterior hay mayor libertad para investigar y hablar de algunos temas candentes, pero también hay un notable distanciamiento de las diócesis, de la dimensión pastoral y de la vida de las parroquias. Son mundos diferentes”, comenta Adriana Valerio, socia fundadora, presidenta interina de la Asociación Europea de Mujeres para la Investigación Teológica, editora de La Bibbia e le Donne. Collana di Esegesi, Cultura e Historia, (Il pozzo di Giacobbe).
“La CTI tiene una autonomía propia y nació precisamente para dar fuerza a estos estudios. Se ha dotado de estructuras autónomas que han logrado organizar seminarios, congresos y también cuatro series de textos para dar a conocer los estudios que están haciendo las mujeres en Italia en varios campos. En la serie Exousia, publicada con la editorial San Pablo, un teólogo y una teóloga reflexionan juntos tratando de desarrollar una alternativa tanto a la formulación de la teología como a la vida de la Iglesia”, indica Valerio.
Una teología, la que produce la CTI, que tiene su propia especificidad: “Es una teología de género”, dice la presidenta, la teóloga Lucia Vantini. Esto significa “que partimos de la conciencia de que no existe un discurso neutral sobre Dios porque toda nuestra experiencia -incluida la teológica- está marcada por la diferencia sexual y por las diferencias que interactúan con ella. En este marco, la CTI intenta desenterrar el fruto cultural y espiritual de las mujeres que participan de la historia del Evangelio para generar una nueva y justa alianza entre los sexos. Además, siendo ecuménica, la CTI vive también de los estímulos de las teólogas que pertenecen a otras confesiones cristianas”.
Para el padre Riccardo Battocchio, presidente de la ATI (Asociación Teológica Italiana), la especificidad y originalidad de la CTI en el panorama teológico-cultural italiano radica en “permitir que muchas mujeres den a conocer su obra y animar a otras a participar en un ámbito decisivo tanto para la calidad de vida y la misión de la Iglesia, de las Iglesias, como para la promoción de una cultura civil de amplios horizontes”. Battocchio destaca en particular “el marco inter y transdisciplinario y la capacidad de colaborar con otros sujetos y con otras asociaciones, conectadas a través de la Coordinadora de Asociaciones Teológicas Italianas (Cati)”.
Pero la contribución más importante de la CTI ha sido ayudar a la desclericalización de la teología en Italia. “La CTI ha respondido con eficacia a una necesidad de la que la Iglesia en Italia ha ido tomando conciencia progresiva, lenta y laboriosamente desde la década de 1960: superar la idea de que el compromiso teológico, dentro y fuera de las instituciones académicas, esté reservado al clero”. La toma de palabra por parte de las mujeres en el ámbito teológico, añade Battocchio, es significativa “no solo por una cuestión de género o por la posibilidad de que las mujeres accedan a lugares que durante demasiado tiempo han sido exclusivamente masculinos, sino también por la contribución que ofrece al proceso de desclericalización de la teología”.
De la misma opinión es monseñor Francesco Savino, obispo de Cassano allo Ionio, que en varias ocasiones ha invitado a su diócesis a algunas teólogas italianas: “Debo decir que siempre ha sido una experiencia muy enriquecedora para mi Iglesia y para mí personalmente. Cada una de ellas nos ha abierto nuevas perspectivas de elaboración teológica. Por competencia y por originalidad de enfoque. Hoy no es fácil encontrar profundidad histórica y visión teológica combinadas con recomendaciones relativas a opciones pastorales”. En concreto, Savino subraya que “la laicidad de la teología es un requisito indispensable para entrar en diálogo con todos y para que el diálogo pueda generar pertenencia eclesial, dado que nuestras Iglesias locales están compuestas mayoritariamente por laicos”. El carácter laico de las teólogas, añade, no depende solo de que “no pertenezcan a la jerarquía eclesiástica, sino de que hayan desarrollado un pensamiento teológico libre de fines apologéticos, abierto al pensamiento crítico y amplio”.
Analizando estos veinte años, según el prelado, tres han sido las aportaciones más interesantes: “Competencia e investigación seria y comprometida en el ámbito de las distintas disciplinas teológicas; la apertura a la teología feminista más avanzada en las confesiones cristianas reformadas, una forma de promover también una colaboración eclesial ecuménica; y el diálogo con el mundo intelectual secular sobre temas antropológicos, bíblicos, éticos, políticos y eclesiológicos”.
En cuanto a la contribución de la CTI al progreso de la Iglesia italiana, Vantini subraya la importancia de algunas teólogas históricas e indica los varios frentes en los que trabaja la CTI. Por ejemplo, en el debate sobre la reforma de la Iglesia, en el contexto del Cati, ha elaborado el texto Per una Chiesa povera, dialogica, umile; ha participado en la Red Sinodal colaborando en el documento Ma lei gli replicò; y ha participado en la Escuela de Sinodalidad de Bolonia y para el sínodo de Nápoles con el documento Donne al servizio del Vangelo per la promozione a Napoli di una Chiesa inclusiva.
En esta estela, el padre Battocchio ve oportuno de cara al futuro, “la continuación de la colaboración con otras asociaciones e instituciones para repensar juntos algunos temas teológicos fundamentales como la creación, el mal, el lenguaje con el que hablamos de Dios, el significado del testimonio, la naturaleza y finalidad de la Iglesia, los sacramentos o los ministerios, desde una perspectiva transdisciplinar y ecuménica”.
El seminario anual de la CTI se celebrará en Roma los días 15 y 16 de abril con el título “Hacia una teología pública. Historias, conflictos, visiones”. Un tema que mira a los orígenes. “La CTI nació porque había una palabra pública, una palabra del bien común que era de las mujeres teólogas y solo de ellas”, dice Bianchi, miembro del Consejo de Presidencia.
En cuanto al futuro, los deseos de monseñor Savino son claros: “Espero que no se entreguen a la banalidad. La gente tiene preguntas y quiere que los teólogos puedan responderlas y discutirlas. Esta es la tarea de una teología no clerical y espero que las teólogas italianas puedan ofrecer siempre estas respuestas a las comunidades eclesiales”.
de Vittoria Prisciandaro
Periodista Periódicos San Paolo «Credere» y «Jesús»