Generosidad en el «dar a quien está necesitado» para «combatir la pobreza»: lo pidió el Pontífice a los miembros de la Asociación “Pro Petri Sede”, recibidos en audiencia en la Sala Clementina la mañana del viernes 24 de febrero. A continuación, el texto del Papa.
Queridos amigos, ¡buenos días y bienvenidos!
Doy las gracias por sus palabras al capellán general y estoy contento de acogeros nuevamente a todos vosotros, queridos miembros de la Asociación Pro Petri Sede, con ocasión de vuestra peregrinación bienal a Roma. Habéis venido para refrescaros espiritualmente junto a la tumba de san Pedro y a sacar de las fuentes vivas de la Iglesia el amor de Cristo que se entrega incesantemente por nosotros. El testimonio del Apóstol, tan humano y tan pleno de la gracia de Dios, suscite en vosotros el impulso generoso y misionero de la Iglesia de los orígenes.
La peregrinación es también el momento en el que lleváis vuestras generosas donaciones en apoyo del cuidado pastoral del Papa y las obras caritativas de la Santa Sede en todo el mundo. Vosotros sois todavía hoy testigos de la generosidad y de la caridad que animaban los corazones de vuestros predecesores, que no tuvieron miedo de gastar la vida por amor a la Iglesia. Hoy la llamada a donarse por amor a nuestros hermanos y hermanas no es menos urgente: muchos de ellos sufren a causa de la guerra, de la violencia, de la exclusión, de la pobreza material y espiritual. Y es significativo que vuestra peregrinación coincida con el inicio de la Cuaresma, tiempo favorable que nos llama a convertirnos para pasar de la esclavitud del egoísmo a la libertad de amor y servir a Dios y a los hermanos.
Leyendo los Hechos de los Apóstoles, vemos cómo en la Iglesia naciente la generosidad de los cristianos se manifestaba entre ellos y hacia la comunidad con gran solidaridad. Eran capaces de poner todo en común para sostener a los hermanos y a las hermanas más frágiles. Habían entendido que eran los administradores temporales de sus bienes: en efecto, todo lo que poseemos es don de Dios y debemos dejarnos iluminar por Él en la gestión de los bienes recibidos. Su espíritu, fuente de generosidad, nos impulsará siempre a dar a quien está necesitado, a combatir la pobreza con lo que Él nos dona. Porque el Señor nos da en abundancia para que a la vez nos podamos dar a nosotros mismos.
Queridos hermanos y hermanas, pongamos en práctica el llamamiento a obrar el bien hacia todos, tomándonos tiempo para amar a los más pequeños e indefensos, los abandonados y despreciados, quien es discriminado y marginado.
Queridos amigos, deseo expresaros mi reconocimiento por vuestro fiel apoyo a mi ministerio de Sucesor de Pedro, y os doy las gracias en particular por el don del retrato que uno de vuestros miembros ha tenido la gentileza de realizar y regalarme. Encomiendo a cada uno de vosotros y a vuestras familias, como también a todos los miembros de vuestra Asociación, a la intercesión de la Virgen María y de San Pedro y de corazón os bendigo. Y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. Gracias.