La xxvii Jornada mundial de la vida consagrada fue celebrada la tarde del jueves 2 de febrero, fiesta de la presentación del Señor, con la misa presidida a las 18, en la basílica papal de Santa María Mayor, por el cardenal João Braz de Aviz, prefecto del Dicasterio para los institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica. Al inicio de la celebración el purpurado leyó el siguiente mensaje enviado para la ocasión por el Papa Francisco.
¡Queridos consagrados y consagradas!
Con afecto os dirijo mi saludo en ocasión de la Jornada Mundial de la vida Consagrada, mientras estáis reunidos para la Celebración eucarística en la Basílica de Santa María Mayor. Y quisiera abrazar en este momento a todos los hermanos y a las hermanas consagrados en todas las partes del mundo.
El tema de la Jornada de este año es “Hermanos y hermanas para la misión”.
Cuando escuchéis mi mensaje, yo estaré en misión en la República Democrática del Congo, y sé que estaré acompañado por vuestra oración.
A su vez quiero aseguraros la mía por la misión de cada uno de vosotros y de vuestras comunidades.
Todos juntos somos miembros de la Iglesia, y la Iglesia está en misión desde el primer día, enviada por el Señor Resucitado, y lo estará hasta el último, con la fuerza de su Espíritu.
Y en el Pueblo de Dios, enviado a llevar el Evangelio a todos los hombres, vosotros consagrados tenéis un rol peculiar, que deriva del don particular que habéis recibido: un don que da a vuestro testimonio un carácter y un valor especial, por el h echo. Mismo de que vosotros estáis integralmente dedicados a Dios y a su Reino, en pobreza, virginidad y obediencia.
Si en la Iglesia cada uno es una misión, cada uno y cada una de vosotros lo es con una gracia propia como persona consagrada.
Además de este don fundamental, vuestra misión se enriquece de los carismas de vuestros institutos y de vuestras sociedades, los carismas de vuestros fundadores y fundadoras. En vuestra estupenda variedad, todos son dados para la edificación de la Iglesia y para su misión.
Todos los carismas son para la misión, y los son precisamente con la incalculable riqueza de su variedad; de tal forma que la Iglesia pueda testimoniar y anunciar el Evangelio a todos y en toda situación.
Hoy celebramos la fiesta del Encuentro: la Virgen María nos de la gracia que nuestra vida de personas consagradas sea siempre una fiesta del encuentro con Cristo; y así, como ella, podamos llevar a todos la luz de su amor: su luz, ¡no la nuestra! ¡Llevarle a Él, no a nosotros mismos!
Queridos, estoy cerca de vosotros y os doy las gracias por lo que sois y por lo que hacéis. Rezo por vosotros y os animo a ir adelante en vuestra misión profética.
Os bendigo de corazón y os encomiendo a María Salus Populi Romani. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí.
Roma, San Juan de Letrán,
2 de febrero 2023, fiesta de la Presentación del Señor.
Francisco