Publicamos el texto del saludo entregado por el Papa durante la audiencia, el sábado por la mañana 28 de enero, en la Sala clementina, a los sacerdotes de la archidiócesis de Barcelona comprometidos con la pastoral juvenil
Queridos hermanos, gracias por sus palabras, es para mí un gran gozo acogerles hoy aquí, en esta atmósfera de alegría y celebración en la que el clero en torno a su Pastor viene a la casa de Pedro para reafirmar su comunión y relanzar su espíritu apostólico.
La experiencia de los apóstoles siempre tiene un doble aspecto, personal y comunitario.
Van juntos y no podemos separarlos. Somos, sí, llamados individualmente, pero siempre para ser parte de un grupo más grande, caminar juntos escuchando antes de hablar, saber colocarnos según convenga, también en medio y atrás, no sólo delante.
Jesús nos llama desde nuestra pobreza, desde nuestra fragilidad, debemos responder a esa llamada con un propósito perenne de conversión. Rechazar el carrerismo, la doble vida, la búsqueda de satisfacciones mundanas, abrazando la cruz, las mediaciones de la Iglesia: sacramentos, vida de oración, ascesis, etc. Al mismo tiempo, ser capaces de misericordia precisamente porque tocados por la misericordia del Señor, no dando lecciones sino testimoniando una experiencia de intimidad con Dios.
Buscar la fraternidad en todos los ambientes sociales, aprender y enseñar a acoger a todos, a trabajar con todos, a buscar soluciones de consenso que tengan un amplio respiro.
No enrocarnos nunca, ni en el grupo cristiano al que pertenecemos, ni en la responsabilidad que se nos confió, vivir con un espíritu libre, en sana indiferencia.
Que el Señor los bendiga y la Virgen Santa les cuide, y no se olviden de rezar por mí.