«La mujer es camino hacia la paz»: proponiendo un pasaje de la Declaración final del séptimo Congreso de los líderes de las religiones mundiales y tradicionales, en la que participó en Kazajistán el pasado mes de septiembre, el Papa Francisco se dirigió a los participantes del Congreso internacional «Mujeres que construyen una cultura del encuentro interreligioso» recibidos en audiencia la mañana del 26 de enero, en la Sala del Consistorio. A continuación su discurso.
Señor cardenal,
miembros y consultores
del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso,
señora presidenta de la unión mundial de las organizaciones femeninas católicas,
queridos amigos, ¡buenos días!
Dirijo una calurosa bienvenida a todos vosotros, en particular a los relatores del Congreso “Mujeres que construyen una cultura del encuentro interreligioso”. Os felicito por esta iniciativa.
No es un evento común que los fieles de doce religiones de todo el mundo se reúnan y discutan sobre estas cuestiones importantes sobre el encuentro y el diálogo para promover la paz y la comprensión en nuestro mundo herido. Y desde el momento en el que vuestro Congreso está dedicado a la escucha de las experiencias y de las perspectivas de las mujeres, esto es aún más significativo. De hecho «[la paz] debe ser buscada implicando mayormente …la mujer.
Porque la mujer cuida y da vida al mundo: es camino hacia la paz» (Declaración final, vii Congress of the Leaders of World and Traditional Religions, Astana, 15 de septiembre 2022).
La Iglesia católica está comprometida en el diálogo interreligioso y en la promoción de la comprensión y la cooperación entre los creyentes de diferentes tradiciones religiosas. Cada una de vuestras tradiciones, y cada uno de vosotros personalmente, tiene una riqueza para ofrecer al mundo, para infundir en él un espíritu de acogida, de cuidado y de fraternidad.
Gran parte del presente Congreso está dirigido a redescubrir los aspectos femeninos de vuestras respectivas tradiciones religiosas y a mostrar cómo contribuyen a una cultura del encuentro.
De hecho, «el sentarse a escuchar a otro, característico de un encuentro humano, es un paradigma de actitud receptiva, de quien supera el narcisismo y recibe al otro, le presta atención, lo acoge en el propio círculo» (Enc. Fratelli tutti, 48).
La actividad del encuentro y la apertura que esto requiere están volviéndose raras y su práctica es uno de los más grandes dones que podéis ofrecer a vuestras familias, a vuestras comunidades, a toda la sociedad.
Os animo a seguir esta importante colaboración, compartiendo conocimientos y experiencias prácticas. Estas os den fuerza y creatividad cuando, en vuestros contextos particulares, trabajáis para ofrecer asistencia a muchas personas, que buscan un alivio material del sufrimiento y más todavía un significado y un fin en la propia vida. Al respecto, os agradezco el empeño y los esfuerzos que realizáis para promover la dignidad de las mujeres y en particular de las jóvenes.
Os agradezco vuestra visita y de corazón os deseo todo bien para el importante trabajo de estos días. Dios os bendiga a vosotros, Dios bendiga vuestro trabajo, Dios bendiga a vuestros seres queridos.