· Ciudad del Vaticano ·

MUJERES IGLESIA MUNDO

La Memoria
La historia de Fortunata Bakhita Quascè

Contra la esclavitud
de ayer y hoy

  Contro  la schiavitù  di ieri e oggi  DCM-002
04 febrero 2023

Bakhita Quascè fue la primera misionera comboniana africana. Salió de África siendo una niña pequeña después de haber sido arrebatada de la esclavitud. Se crio en Italia y regresó a África como una joven laica. Allí se convirtió en religiosa. Fue una mujer que sufrió mucho: dos veces privada de libertad, torturada, sometida a duros trabajos y a dolorosas decepciones e injusticias hasta el final de su vida, incluso de parte de sus superiores. La historia de su plena y extraordinaria vida la cuenta la periodista de origen griego Maria Tatsos en el libro Fortunata - Bakhita Quascè, editado por Combonifem. Se trata de una novela en la que solo aparecen unos personajes secundarios y la narradora Maria Amina, cristiana católica de origen dinka.

La realidad que refleja el libro deja un rastro amargo. Estamos a mediados del siglo XIX en Sudán, donde nació Fortunata alrededor de 1845. Era una niña esclava que fue secuestrada por traficantes y cuya libertad pagó un franciscano, el padre Geremia de Livorno. Tenía unos ocho años cuando, junto con otras nueve niñas, llegó a la ciudad italiana de Verona, al instituto Mazza. En este lugar creció y estudió aprendiendo un italiano perfecto con un ligero acento veneciano. Quiso ser maestra. El volumen descansa sobre la enorme figura de Daniele Comboni quien, a los 26 años, el 8 de septiembre de 1857, emprendió su primer viaje al África central, a un territorio que se corresponde con el actual Sudán.

A la vuelta de aquel primer viaje, acuñó su lema O Nigrizia o morte y en 1854 concibió el Plan para la regeneración de África con la propia África. Fue un sacerdote, luego obispo y luego santo (canonizado por el Papa Juan Pablo II en 2002) que no hizo distinción entre hombres y mujeres, y en cuyo plan “preveía un instituto para la formación de niñas negras como institutrices, maestras y madres de familias y, solo para quienes lo quisieran, soñaba con una sección de las vírgenes de la Caridad, es decir, un cuerpo de religiosas destinado a desempeñar las funciones más importantes, como la dirección de las escuelas de niñas y constituir un modelo de mujer católica caritativa y generosa entre las tribus más remotas”.

Fortunata tenía esa visión comboniana. A los19 años era una joven culta y bilingüe en italiano y árabe. Entonces decidió regresar a la tierra que la vio nacer para dedicarse a la educación de niñas liberadas de la esclavitud. Era maktub, “estaba escrito”. A los 38 años, en 1882, se hizo monja, la primera Pía Madre de la Nigricia africana, el instituto fundado por Comboni. Se consagró el día de Pascua en El Obeid, la capital de Kordofan, una provincia en el centro de Sudán. No tuvo una vida fácil. Sufrió un segundo cautiverio durante la guerra mahidista entre las tropas de Muhammad Ahmad (el Mahdi) y el ejército anglo-egipcio que ocupaba Sudán a finales del siglo XIX. Los mahidistas la trataron de convertirla al Islam mediante los maltratos y la humillación. Ella se resistió. Cuando recobró la libertad, regresó para enseñar en una misión en Asuán. En 1896, mientras estaba en El Cairo para comprar unas gafas nuevas, aprovecharon su ausencia para privarla de la dirección de la escuela a la que se dedicaba desde hacía algunos años: las colegialas cristiano-coptas no querían una profesora negra. Los padres pedían una blanca. Ni su superiora ni su obispo protegieron a Fortunata. Lógicamente ella se enfureció y protestó declarándose “la víctima de una injusticia, de una decisión en evidente contradicción con lo establecido por el Plan de Don Daniel”, según las palabras de una amiga suya que recoge este libro.

Gabriella Bottani, la misionera comboniana que de 2015 a 2022 coordinó Talitha Kum, la red de religiosas contra la trata, observa en el epílogo: “Era una mujer valiente en el amor y capaz de desobedecer las órdenes injustas que la habrían llevado traicionar el don de Dios en ella, en nosotras, hermanas misioneras combonianas. Nacida y criada en el siglo XIX, la vida de la hermana Fortunata es sorprendentemente actual para todos”.