“Estamos atravesando tiempos difíciles para la humanidad, que corre un gran peligro. Corremos un gran peligro”: así lo repitió enfáticamente el Papa Francisco en su discurso a los participantes en una peregrinación de jóvenes de Bélgica, recibidos en audiencia el 10 de octubre en la Sala Clementina. Llamándoles “embajadores de la juventud belga para la preparación” de la jmj de 2023 en Lisboa, el Pontífice les pidió que fueran “artesanos de la paz”.
Queridos jóvenes, ¡buenos días y bienvenidos!
Me alegro de encontraros. Os saludo a todos con afecto y, a través de vosotros, expreso mi cercanía espiritual a todos los jóvenes comprometidos en sus parroquias y comunidades cristianas de Bélgica. Admiro la audacia de vuestra fe, vuestro compromiso y vuestro testimonio cristiano en una sociedad que, como sabemos, está cada vez más secularizada. Es bueno ver a jóvenes de vuestra edad dispuestos a dedicarse a proyectos de evangelización y a vivir el mensaje de Cristo en medio de las ocupaciones cotidianas. No sólo sois el futuro de la Iglesia, no sólo eso, sino sobre todo el presente; os necesita, porque la Iglesia es joven: necesita vuestra generosidad, vuestra alegría, vuestro deseo de construir un mundo diferente, impregnado de los valores de la fraternidad, de la paz, de la reconciliación.
Experimentáis alegría y entusiasmo, pero a veces también miedo, dificultades, heridas, confrontación con vuestros límites, crisis. No hay que tener miedo a las crisis, porque las crisis nos hacen crecer. Te ponen frente a diferentes situaciones y tienes que avanzar y resolver problemas. No confundáis crisis con conflicto: el conflicto te cierra, la crisis te hace crecer. Por eso vuestra relación con Cristo debe ser sólida. Él es el Amigo fiel que nunca decepciona. El encuentro con Jesús os permite tener una nueva mirada sobre las situaciones, encontrar respuestas a vuestras preguntas, descubrir que sois capaces de asumir responsabilidades, avanzar en la vida y consolidar vuestra fe a través de un diálogo sobre vuestras convicciones. Además, no tengáis miedo de aceptar vuestra fragilidad, vuestra debilidad, y esto, hacedlo con humildad: “estos son mis límites, pero sigamos adelante”. “Padre, soy neurótico...”. Alégrate de ser neurótico y sigue adelante, sin miedo. No hay que ser superhéroes, sino personas sinceras, verdaderas y libres.
Como embajadores de la juventud belga para la preparación de la Jornada Mundial de la Juventud 2023 en Portugal, os invito a cultivar la cercanía a todos los jóvenes, especialmente a los que viven en situaciones precarias, a los jóvenes migrantes y refugiados, a los jóvenes de la calle, sin olvidar a los demás, especialmente a los que experimentan una vida de soledad y tristeza.
Sé que tenéis sed de una Iglesia verdadera y auténtica, formada por hombres y mujeres con una fe viva y contagiosa. Así que os invito a cada uno de vosotros a haceros esta pregunta: ¿qué aporto yo personalmente para acercarnos a este objetivo? ¿Cuál es mi contribución a una comunidad cristiana alegre? La alegría debe estar siempre ahí, porque, ya sabéis, los cristianos con cara de funeral no trabajan, no son cristianos. Si eres cristiano, tendrás alegría.
Queridos jóvenes, una cosa es muy importante: dejaos iluminar por los consejos y el testimonio de vuestros mayores. De hecho, “donde los jóvenes hablan con los viejos hay futuro; si no existe este diálogo entre viejos y jóvenes, el futuro no está claro” (Catequesis, 17 de agosto de 2022). Dialogar con las raíces, con lo antiguo, con los que nos han precedido, y avanzar. Creciendo en el diálogo con los ancianos podemos formar una personalidad sólida para las luchas diarias, y ellos también nos transmiten su fe y sus convicciones religiosas. Una de estas luchas es la lucha por la paz. Como bien sabéis, estamos atravesando tiempos difíciles para la humanidad, que corre un gran peligro. Estamos en grave peligro. Por eso os digo: sed artesanos de la paz a vuestro alrededor y dentro de vosotros; embajadores de la paz, para que el mundo redescubra la belleza del amor, de la convivencia, de la fraternidad y de la solidaridad. Vuestra vida “es un compromiso concreto desde la fe para la construcción de una sociedad nueva, es vivir en medio del mundo y de la sociedad para evangelizar sus diversas instancias, para hacer crecer la paz, la convivencia, la justicia, los derechos humanos, la misericordia, y así extender el Reino de Dios en el mundo” (Exhortación Apostólica Post-sinodal Christus vivit, 168).
Ante todos estos retos, es posible que os sintáis desanimados, no a la altura, desarmados e impotentes, es cierto. No tengáis miedo. Sed creativos, sed imaginativos; ¡elevad la mirada para afrontar los retos de la vida! Llenos de las gracias del Señor y de la fuerza del Espíritu Santo, “no esperen a mañana para colaborar en la transformación del mundo con su energía, su audacia y su creatividad” (ibíd., 178).
Queridas muchachas y queridos muchachos, no os canséis nunca de ser portadores del Evangelio allá donde vayáis. Sé que sois generosos, sé que estáis llenos de entusiasmo y dispuestos a conquistar el mundo. No os distraigáis con las cosas triviales de la vida, ¡y son muchas! Concentraos en lo esencial, que surge de la amistad con Jesucristo.
Os animo y os felicito por el trabajo que hacéis en vuestras comunidades. Os encomiendo al cuidado maternal de la Virgen María —su Rosario es una escuela de oración y de vida— y a la intercesión de los jóvenes santos. Os acompaño a todos con mi bendición, junto con vuestras familias y toda la juventud belga. Y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. Gracias.