07 octubre 2022
«Cuando entré por primera vez en el refectorio, viendo a la monja dar de comer a una persona anciana, vi la belleza. La atención a la persona que acaba de llegar… una atención que dura en cada momento. No había indiferencia, pero tampoco condescendencia, nada empalagoso. Lo que percibí era belleza. Ponen la belleza en todo lo que hacen: en una decoración, cuando preparan la mesa, una comida».
El impacto recibido durante su primera visita, en 2011, fue tan fuerte que, a pesar de que Berenice estuviera limitada en los movimientos por un hándicap que la obliga a estar en silla de ruedas, ha querido venir una, dos, incluso tres veces al año (a excepción del periodo Covid) a las Pequeñas Hermanas de los Pobres en su casa de Tokan-Calavi, en la periferia de ...
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